el hallazgo de huesos humanos bajo el suelo de un sótano de la nunciatura (la embajada) de la Santa Sede en Roma ha disparado la hipótesis de que se pueda tratar de los de Emanuela Orlandi, la joven hija de 15 años de un empleado vaticano y cuya desaparición hace 35 años es uno de los grandes misterios de Italia y del Vaticano y cuyo secuestro salpicó al Vaticano, la Mafia, los servicios secretos y la Logia P2.

La Fiscalía de Roma ha abierto una investigación bajo el delito de homicidio y ha ordenado un análisis de los restos encontrados por algunos obreros en la tarde del lunes mientras realizaban obras en la Nunciatura, según explicó el Vaticano en un comunicado.

“El fiscal jefe de Roma, Giuseppe Pignatone, ha pedido a la Policía Científica y a la Policía de Roma que investiguen la edad, el sexo y la fecha de muerte”, se leía en la nota oficial.

Ningún detalle más, ningún nombre y ninguna nota oficial por parte de la Fiscalía, aseguraban fuentes de la secretaría de Pignatone.

Pero desde los medios de comunicación italianos se disparó inmediatamente la posibilidad de que estos restos pertenezcan a Orlandi, la chica de 15 años que desapareció el 22 de junio de 1983 cuando se dirigía a la escuela de música de San Apolinar, en el centro de Roma, sin que desde entonces haya habido noticias sobre su paradero.

“Será importante establecer el sexo, la edad y el período en el que fueron enterrados antes de llegar a cualquier conclusión” explicó el portavoz del Vaticano, Greg Burke.

Ante estas noticias en la prensa italiana también ha reaccionado la familia de Emanuela Orlandi, que a través de su abogada, Laura Sgro, hizo saber que pedirían informaciones a la Fiscalía y la Santa Sede sobre cómo se han encontrado los huesos y el porqué se han relacionado con el caso.

Los medios de comunicación apuntaron ayer la hipótesis de que se trate de restos que pertenezcan a dos personas, ya que se encontraron en dos sitios diferentes.

otra joven desaparecida Ello les lleva también a sugerir que se pueda tratar de Mirella Gregori, otra joven desaparecida también ese mismo año y de la que nunca se tuvieron noticias. Mirella Gregori desapareció 40 días antes que Emanuela. Según su madre, respondió al telefonillo de su casa y dijo que era un amigo de la escuela y que iba a bajar a hablar con él un momento, pero nunca regresó. Aun así, los investigadores no descartan que ambos casos estén conectados.

El caso Orlandi tiene muchos componentes de misterio, ya que en la suerte de la muchacha se cruzan todo tipo de teorías que señalan a mafiosos, a la Iglesia e incluso al turco Ali Agca, que en 1981 atentó contra el papa Juan Pablo II.

En su momento Ali Agca aseguró que la desaparición de las adolescentes estaba vinculada a una exigencia de que él fuera puesto en libertad y apuntó que estaban vivas, pero fue una hipótesis que nunca se tuvo demasiado en cuenta, ya que el terrorista ha cambiado de versión en multitud de ocasiones.

No es la primera vez que el hallazgo en Roma de algunos huesos hace pensar en la desaparición de Orlandi.

Así fue cuando en 2012 se encontraron restos óseos sin identificar al lado de la tumba en la basílica de San Apolinar de Enrico De Pedis, jefe de la Banda de la Magliana, la mafia de Roma durante los años 70 y 80.

La pista de que alguien había encargado a la Banda de la Magliana secuestrar a Orlandi fue una de las hipótesis evaluadas durante la investigación, sobre todo después de que la novia de De Pedis, Sabrina Minardi, dijera a la Fiscalía de Roma que ella fue la encargada de introducir a la joven en su automóvil y llevarla hasta el lugar donde le pidió su pareja.

Minardi explicó que la chica fue secuestrada por indicación del arzobispo estadounidense Paul Marcinkus, entonces director del Instituto para las Obras Religiosas (el IOR, más conocido como el Banco Vaticano) “para dar un escarmiento a alguien”.

el donativo del gánster Tras estas revelaciones fue investigado el exrector de la basílica de San Apolinar Piero Vergari, que autorizó enterrar a De Pedis en ese templo y que también trabajó durante un periodo en la Nunciatura del Vaticano en Italia donde se han encontrado los restos.

El gánster, según publicó ayer El País, decidió hacer un donativo de 450.000 euros para que le enterrasen en la cripta de una pequeña basílica. Era el templo, casualmente, que lindaba con la escuela de música donde se perdió el rastro de la pequeña Orlandi.

Son muchas la hipótesis durante todos estos años sobre este caso y la familia nunca se ha cansado de buscar la verdad, un esfuerzo que ahora coge aliento con el hallazgo de los restos óseos.

La niña desapareció el 22 de junio de 1983 sobre las siete de la tarde, cuando salía de su clase de flauta, en un edificio pegado a la basílica de San Apolinar, junto a la romana plaza Navona. Tenía 15 años, era hija de un funcionario del Vaticano que trabajaba directamente con el papa Juan Pablo II y siempre se pensó que su secuestro podía haberse utilizado para presionar a la Santa Sede por los secretos que manejaba el padre.