Pamplona - Han sido tres años de intenso trabajo entre archivos y testigos para revertir 80 años de silencio y confusión. El periodista Carlos Hernández de Miguel cree que el capítulo de los campos de concentración del franquismo ha sido “olvidado” por la Historia y por la política. No sólo durante la dictadura sino también en la Transición. Y eso que resulta complejo ocultar que en España existieron cerca de 300 campos de concentración franquistas que hicieron de España un “gigantesco campo de concentración” en la dictadura”, indica a Efe.

Los campos de concentración, señala el autor, fueron “una de las patas de la enorme mesa que fue la represión franquista”, una práctica de la que hay poca documentación derivada “de la destrucción masiva de ficheros que se realizó durante la dictadura y los primeros años de la Transición”. Tras la Segunda Guerra Mundial, se realizó un borrado general especialmente de la documentación que podía relacionar al régimen franquista con el nazismo, de tal forma que hay un “agujero brutal de los archivos existentes sobre esa etapa”. Porque, a pesar de las diferencias, hubo una analogía y existieron algunos elementos en común entre estos campos de concentración españoles y los implantados por el sistema nazi, sostiene Carlos Hernández, que explica que incluso dirigentes de la Gestapo participaron en el adiestramiento de las fuerzas policiales españolas. El sistema franquista de estos campos fue diseñado de acuerdo a las necesidades de la dictadura, que eran -recalca el escritor- el “exterminio” de los elementos “más activos” del entorno republicano y la consecución de mano de obra a través de los “batallones de trabajo”, una derivada de los mismos aunque diferentes. “El sistema de campos buscaba un exterminio ligado a una clasificación. En un primer bloque estaban los irrecuperables (miembros de partidos, oficiales del ejército republicano...): acaban muertos en los campos o en un consejo de guerra que los devolvía a la cárcel o al paredón. Luego estaban los desafectos, personas calificadas como republicanos o dudosos. De muchos no tienen información al proceder de la zona roja. Están en los campos y son los que suelen acabar en los batallones de trabajos como forma de reeducación. Luego estaban los afectos, gente que al final era liberada para que fuera al frente en las filas nacionales”, detalla.

“En los campos de concentración franquistas no hubo cámaras de gas, pero se practicó el exterminio y se explotó a los cautivos como trabajadores esclavos. En España no hubo un genocidio judío o gitano, pero sí hubo un verdadero holocausto ideológico, una solución final contra quienes pensaban de forma diferente”, recalca Carlos Hernández de Miguel. Con su investigación, en la que ha visitado decenas de archivos, el autor ha identificado 296 campos de concentración oficiales, abiertos en otras tantas ciudades y pueblos españoles. Andalucía, con 52 campos de concentración, encabeza este “ranking del horror” dibujado por Carlos Hernández, en el que le siguen la Comunidad Valenciana con 41, Castilla-La Mancha con 38, Castilla y León con 24 y Aragón con 18. Extremadura, con 17 de estos campos; Madrid con 16, Catalunya con 14, Asturias con 12, Galicia y Murcia con 11, Cantabria con 10, la CAV con 9, Baleares con 7, Canarias con 5, Navarra con 4, La Rioja, con 2 y Ceuta, junto a las antiguas colonias españolas en el norte de África, con 5, completan las cifras. - J.I.C.