PAMPLONA - En plena Segunda Guerra Mundial, con Francia ocupada por los nazis, se creó en 1940 la Red Comète. Aunque tiene origen en Bélgica, parte de su recorrido se desarrolló en Navarra y también tuvo protagonistas navarros. La ruta principal recorrió tierras de la cuenca de Bidasoa y del Pirineo, por los pequeños recovecos y caminos despejados y sin vigilancia de la muga. El objetivo del recorrido era evacuar a fugitivos y a aviadores por la frontera vasconavarra a Madrid, para posteriormente dirigirlos a Gibraltar y de allí, a Londres. La labor de la organización se prolongó durante los años 1940 y 1944, año en el que los aliados consiguieron liberar Francia. El recorrido y la historia de la red ha sido recogido en el libro Camino a la libertad. La red de evasión Comète y la frontera vasca durante la II Guerra Mundial, de Juan Carlos Jiménez de Aberasturi.

LAS RUTAS El primer recorrido empleado fue el que partía de París a Burdeos y tenía de destino San Sebastián. Desde allí se llevaba a los fugitivos a Madrid. Esta primera ruta a orillas del Bidasoa tenía un pequeño contacto con Nafarroa, ya que Endarlaza era el punto que se empleaba para pasar la muga sin ser descubiertos por los nazis o por la policía española. De allí el recorrido lo hacían en bicicleta ya que era más fácil evitar así los controles de camino a Donostia. Los organizadores de la ruta fueron interceptados y detenidos y por ello, la red tuvo que encontrar un camino alternativo que al final se realizó por la montaña Navarra. De este modo, se modificó el recorrido a medio camino y de Baiona se empezó a ir a Larressore y a Ezpeleta o a Donibane-Garazi, a Bidarrai y a Elizondo. Esta segunda ruta sufrió pequeñas modificaciones dependiendo de las dificultades que se encontraban en el camino, de las condiciones meteorológicas o de los controles que se podrían encontrar durante la ruta.

el papel de los ‘mugalaris’ Los mugalaris o los contrabandistas jugaron un papel muy importante en estos desplazamientos, debido a su gran conocimiento de la muga en sus travesías durante el contrabando o su capacidad de eludir a la Policía en sus rutas. Dichos mugalaris “eran contrabandistas profesionales o refugiados de guerra que vivían en Iparralde”, destacó el historiador Juan Carlos Jiménez de Aberasturi. Ayudaban a los fugitivos y aviadores a pasar la muga y a la vuelta llevaban en contrabando sustentos de supervivencia básica como el café, que los miembros y protegidos de la Red no poseían en Francia ya que se encontraba bajo la ocupación nazi.

CAMINO A LA LIBERTAD La organización movió a alrededor de 800 personas entre rescatados y colaboradores. Alrededor de 290 personas alcanzaron la libertad en Londres. A su vez, 216 miembros o colaboradores de Comète murieron víctimas de la represión nazi. Las relaciones se gestionaron entre los colaboradores de la Red y diferentes miembros de las embajadas británicas. Entre los colaboradores se encontraban hombres y mujeres de ambos lados de la frontera, que se jugaron la vida para poner a buen recaudo a los fugados.

Todo esto se desarrolló en una posición estratégica, ya que aunque la España franquista era deudora de las potencias del Eje, tras la guerra poseía una gran deuda económica, que le obligó a buscar financiación entre los aliados. La ayuda obtenida desde EEUU le obligó a Franco a mantenerse neutral en la guerra, una situación que se convirtió en oportunidad para que la Red Comète pudiera desarrollar su labor.

Jiménez de Aberasturi reconstruye estas dos rutas en su libro. En él se recogen los relatos, testimonios, vivencias y las dificultades de los protagonistas, y los acontecimientos que ocurrieron durante los años de actividad de la organización.

Título

‘Camino a la Libertad-La red de evasión Comète y la frontera vasca durante la II Guerra Mundial’.

Autor: J.C. Jiménez De Aberasturi.

Editorial: Txertoa.

Colección: Begira.

Fecha edición: 2019.

Nº páginas: 540.

Sinopsis: La España franquista era deudora de las potencias del Eje y proclive a sus intereses, pero su precaria situación económica y la presión de los aliados la llevaron a declararse neutral en la II Guerra Mundial. Aquella situación tan singular hizo que el País Vasco se encontrase en una posición estratégica a caballo entre la Europa ocupada por los nazis y un país formalmente no beligerante. De modo que el paso de la frontera, ya fuera con personas, material o información, se convirtió en una de las actividades más características e importantes de la resistencia contra el nazismo en el País Vasco. Una orografía propicia, una larga tradición de contrabando y, sobre todo, un importante elemento humano que practicaba y veía el paso clandestino de la muga con naturalidad contribuyeron a ello. Por tanto, no es de extrañar que sobre ambos lados del Bidasoa se tejieran redes como la Comète, especializada en la evacuación de aviadores aliados. El autor reconstruye de forma asombrosamente minuciosa la historia de la organización en el País Vasco y, además, lo hace a través de los hombres y mujeres que, por encima de ideologías, se jugaron la vida en esta aventura.