madrid - La violencia machista tiene secuelas múltiples y “devastadoras” para los menores que crecen en un entorno de agresiones, según los psicólogos, que inciden en que un agresor no puede ser un buen padre porque el maltrato a la madre siempre implica una agresión que afecta al desarrollo de los niños.

“El hecho de presenciar una agresión ya es violencia y les genera un trauma. Una persona que maltrata a la madre maltrata por extensión a los hijos”, remarca Bárbara Zorrilla, psicóloga especializada en violencia de género, que asegura que “crecer en un entorno de violencia tiene consecuencias negativas porque impide a los menores tener un desarrollo normalizado”. Por su parte, el director de programas de la Fundación ANAR y psicólogo Benjamín Ballesteros hace hincapié en que la terapia debe llevarse a cabo cuanto antes, dada “la lesión tan enorme” que el maltrato produce.

Los psicólogos lamentan que no haya medios suficientes para atender a todos los menores, que los servicios de atención psicológica para las víctimas estén desbordados y que sea muy complicado que los niños accedan a las terapias.

Desde 2013, 28 menores han sido asesinados por las parejas o exparejas de sus madres, y otros 245 se han quedado huérfanos. Asimismo, de las 1.001 mujeres asesinadas desde 2003, más del 70 % eran madres, según el Consejo General del Poder Judicial. - Efe