PAMPLONA/AIZOÁIN - Ocultas en un búnker insonorizado y que no dejaba escapar ni un solo olor al exterior, un total de 5.830 plantas de marihuana que podrían haber alcanzado un valor de hasta un millón de euros crecían en una nave industrial del polígono Plazaola de Aizoáin (Berrioplano) hasta que fueron aprehendidas a finales de agosto por la Policía Nacional en el desmantelamiento del mayor laboratorio interior de cultivo de marihuana localizado en los últimos cinco años en Navarra. El cabecilla responsable de la plantación, junto con dos guardadores, todos ellos de origen sudamericano, fueron detenidos y enviados a prisión por el Juzgado de Instrucción número 3 de Pamplona como autores de un delito contra la salud pública por tráfico de drogas y un delito de defraudación de fluido eléctrico y agua.

La operación Quijote, que debe su nombre a que la información inicial que dio lugar a las investigaciones se registró en Ciudad Real (Castilla-La Mancha), fue presentada ayer por el delegado del Gobierno en Navarra, José Luis Arasti; el jefe superior de la Policía Nacional en Navarra, Francisco López Canedo; y la comisaria y jefe de la Brigada Provincial de Policía Judicial, Nuria Mazo, quienes destacaron que la misma continúa abierta y se esperan poder practicar nuevas detenciones de personas con mayores responsabilidades, ya que están convencidos de que detrás de este laboratorio “hay una estructura criminal más potente”.

El laboratorio, construido dentro de una nave de unos 400 metros cuadrados con placas de pladur y diferentes sistemas automatizados para controlar el riego y la temperatura de las plantas, impedía que desde el exterior fueran percibidos ruidos, luz u olores, por lo que resultaba “prácticamente indetectable”, indicó el jefe superior. Además, en él se había excavado un túnel de tres metros para hacer una conexión con la red eléctrica y así no pagar la luz, y también se había conectado con el hidrante de la extinción de incendios para no pagar el agua.

UNA INSTALACIÓN SOFISTICADA La inversión en equipamiento para montar la instalación rondaría los 60.000 euros, según los cálculos de la Policía Nacional, ya que la misma disponía de temporizadores, reguladores de tensión y temperaturas, y cámaras de aire, y contaba con 110 kits de iluminación, 11 filtros de carbono de tipo industrial, filtros antiolores, circuitos de ventilación, seis ventiladores de climatización industrial y 20 convencionales.

La nave estaba dividida en tres espacios diferenciados para semillero, macetas con plantas jóvenes y plantas en fase de maduración listas para recoger los cogollos y ponerlos a la venta, que constituían “una auténtica fábrica de producción ininterrumpida” de marihuana, según destacó López Canedo, quien indicó que los detenidos podían poner hasta cuatro cosechas anuales en el mercado, con un valor de entre 600.000 y un millón de euros cada una de ellas, según la forma de distribución.

Tras semanas de vigilancia por parte de agentes del Grupo de Estupefacientes, que lograron centrar la nave en cuestión e identificar a los implicados, la operación fue explotada el pasado 26 de agosto aprovechando que el cabecilla de la organización, J.C.C.P., al que le constan antecedentes por tráfico de drogas, salía al exterior de la nave. En su interior fueron encontrados otros dos hombres, B.A.C.G. y C.E.A.A., también sudamericanos, uno en situación administrativa irregular y el otro llegado a España recientemente, que tenían la misión de vigilar y guardar el laboratorio. “Lo hacían en condiciones de precariedad e incluso de explotación, ya que cobraban cien euros y vivían en la nave, donde había unos camastros, comida de supervivencia y una fosa séptica”, detalló el jefe superior, quien explicó que hay otras dos personas imputadas, una de ellas una mujer, mientras que el otro es un vecino de Pamplona que se encuentra en la cárcel de Toledo por otros asuntos.

La operación Quijote, señalaron desde la Policía Nacional, se enmarca en el plan operativo Operación Verde, que cuenta con el apoyo de Interpol y Europol, y “pretende frenar el aumento del cultivo y el tráfico ilícito de marihuana”, que generalmente se vende después a Holanda y otros países del norte de Europa.

"No escuchamos nada, ni olimos nada". La nave en la que fueron halladas las casi 6.000 plantas de marihuana, en el polígono Plazaola de Aizoáin (Berrioplano), había pasado totalmente desapercibida para los ocupantes de otras naves anexas. "No escuchamos nunca nada raro, ni habíamos olido nada. Solo vimos movimiento cuando la Policía sacó las plantas hace unos días", indicaron ayer trabajadores del polígono.