pamplona - Después de responder afirmativamente a todo lo que se le preguntaba, por lo que reconocía ser el culpable de haber matado a su suegro en el barrio de San Jorge de Pamplona y de aceptar una condena de 20 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía (la víctima no tenía posibilidad de defensa) y ensañamiento (recibió tantos golpes que murió de una paliza), con la agravante mixta de parentesco (el hecho de que fuera familiar de su pareja agrava la pena), Moisés Fernández Chando quiso, en la última palabra, pedir perdón: “Lo siento mucho y estoy muy arrepentido”, dijo ante la magistrada Begoña Arga, después de haber aceptado el acuerdo que había alcanzado su defensa con el Ministerio Fiscal y con la acusación particular. Además, se le condenó a diez años de libertad vigilada, al mismo tiempo de prohibición de residencia en Navarra y al alejamiento a más de 300 metros de los tres hijos de la víctima, una de las cuales era su expareja. Tendrá que indemnizar a estos con 500.000 euros, aunque es insolvente. A Fernández Chando, que cuenta con un amplio historial delictivo, se le aplicó la atenuante de trastorno mental por sufrir un trastorno mixto de la personalidad. Con el acuerdo, las partes evitan el juicio con jurado que debía empezar hoy.

Los hechos ocurrieron el 5 de agosto al mediodía cuando el acusado, según relata el fiscal, acudió a su domicilio en la calle Santa Vicenta María 38, lugar donde estaba durmiendo su novia. Allí discutió con su novia en persona y luego por teléfono y la amenazó de muerte diciéndole “estate preparada, que como me hagas ir te reviento la cabeza...”, “como me dejes por tu padre, lo mato”, motivando que ella se fuese del piso a casa de un familiar. Por esto tiene abierta una causa en el Juzgado de Violencia. Luego, sobre las 13.00 horas, el encausado acudió al domicilio del padre, en el mismo edificio, y comenzó a discutir con él. En un momento dado, en la habitación, atacó de forma súbita, rápida y sorpresiva, y con ánimo de darle muerte al padre de su novia. Le empujó, le tiró sobre la cama, se abalanzó sobre él, le arrojó al suelo, y comenzó a golpearle “brutal y reiteradamente con puñetazos y patadas” en la cara, cabeza, tórax y espalda. Le agredió en múltiples ocasiones en la cabeza con el pie, con la punta y con el talón, le golpeó con un martillo de romper cristales en la cara y cabeza y continuó por el pasillo hasta el salón. Le pegó siempre de frente mientras la víctima se mantuvo en el suelo en todo momento, intentando huir y desplazándose gateando o reptando. El fallecido no tuvo posibilidad de defensa. una muerte a golpes La víctima, que arrojó un resultado positivo en alcohol, recibió tal cantidad de golpes que falleció sobre las 14.00 horas como consecuencia de una hemorragia cerebral. Los golpes le causaron múltiples fracturas a nivel óseo y facial: tenía roto el macizo facial, ambos huesos nasales, el maxilar, el hueso cigomático (pómulo exterior), presentaba fractura desde la región frontal hasta la occipital y múltiples roturas en el hueso frontal, etmoides y esfenoides. La fiscal dice que la víctima falleció por la totalidad de los golpes recibidos, no siendo ninguno de ellos determinante de su muerte. El fallecido padeció un intenso dolor y sufrimiento antes de morir que fue directamente causado por el acusado y su muerte no fue instantánea. Por último, el acusado arrastró el cadáver fuera del piso, lo introdujo en el ascensor, lo bajó hasta el sótano y ya en el garaje lo arrastró y lo dejó en el suelo junto a un vehículo. A continuación, subió de nuevo al primer piso y limpió las manchas de sangre, las del ascensor, las del descansillo del inmueble y las del garaje.

Delito de asesinato con alevosía y ensañamiento. El acusado es condenado a 20 años de cárcel por asesinato. Se le aplica la agravante mixta de parentesco y la atenuante de trastorno mental. Tendrá además 10 años de libertad vigilada, una orden de alejamiento respecto a los tres hijos de la víctima y la prohibición durante el mismo tiempo de residir en la Comunidad Foral. Deberá indemnizar a los hijos con 500.000 euros.