egún El País, “Vox anima a sortear las trabas que frenan la difusión de bulos en las redes sociales”, titular del artículo de Miguel González para el periódico madrileño el domingo día 12. “`En Telegram podrás reenviar los mensajes a tus amigos igual que lo hacías en WhatsApp antes de que aplicaran la censura´, dice el mensaje” que ha provocado el amago de tumulto, pero González recuerda que el “objetivo de la medida, implantada a nivel mundial, es evitar la difusión de `información errónea´ sobre el coronavirus, según la compañía”.

No es ninguna broma y, si lo fuera, no tiene ninguna gracia pero, como de costumbre, el grupo ultramontano juega al despiste: “El partido ultra alega una supuesta censura en la aplicación de mensajería WhatsApp que no existe”, se añade en dicho artículo. Al fin y al cabo, si la cosa se les va de las manos, siempre está a mano el término `mentirijilla´ para asegurar el camino seguro al despiste y todo ello obliga a Miguel González a recordar algo impensable en un mundo equilibrado: “Una de las imágenes virales que lanzó Vox fue una fotografía de la Gran Vía madrileña vacía que había sido manipulada para llenarla de ataúdes. El autor de la fotografía denunció la manipulación del partido ultra”.

El follón también había obligado a Antonio Maestre el día anterior (11 de abril) a recordar en eldiario.es que existe “un periodismo en España unido de manera indisoluble al pensamiento político más reaccionario de nuestro país. No solo de manera económica y cobrando para publicar propaganda elogiosa intentando ocultarlo como noticias, sino ligado por una concepción cultural que le impide separarse del servilismo nacionalcatólico”.

Mentirijilla divina… hasta que es destapada. “La Guardia Civil admite que se persiguen bulos que critican la gestión del Gobierno” es el titular de la noticia presentada por La Información el día 19: “El Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, el general José Manuel Santiago, ha destacado que, en la lucha contra los bulos que se difunden principalmente por redes sociales, trabajan para minimizar el clima contrario al Gobierno por su gestión de la crisis generada ante la pandemia provocada por el Covid-19”.

“La ministra de Defensa, Margarita Robles”, recuerda dicho artículo, “ha elogiado a los medios de comunicación y ha señalado que el Gobierno se compromete a defender a ultranza la libertad de expresión, que es algo sagrado y que está reconocido en nuestra constitución. Además, ha pedido que nadie se lleve a confusión, ya que el estado de alarma no restringe las libertades”. Pero ese domingo aporta otras informaciones al respecto. “De entre todos los bulos que circulan por distintas plataformas estos días -432 mentiras sobre la covid-19 desde que estalló la crisis, según la web de comprobación de datos Maldita.es-, a menudo los más exitosos no son los más atrevidos, sino los más sibilinos”, apuntaba Jordi Pérez Colomé en El País, que ese día dedicaba dos páginas consecutivas al meollo de la cuestión.

El artículo dejaba claro que el bulo que nos ocupa “ha servido a Vox para ganar un montón de seguidores en Telegram”. Y El HuffPost se hacía eco el martes día 21 de algo tontorrón: “Esta foto de Abascal se hace trending topic por lo que ves en el ordenador y Vox lo tiene que aclarar”. Resumen de lo publicado: “En la imagen, el dirigente ultraderechista aparece trabajando en su despacho del Congreso. La instantánea ha provocado muchos comentarios porque la mesa aparece llena de objetos y también hay un ordenador (…).Todo ello semanas después de que se hiciese viral una foto publicada meses antes por Libertad Digital que generó mucho cachondeo porque su mesa estaba casi vacía (aunque había un frasco de pimentón) y no tenía ni PC, solo mapas de España”.

Pese a todo, España repetía “en el puesto 29º del ranking de libertad de prensa, mejor que Francia o Reino Unido”, según Reporteros Sin Fronteras y algunos medios que, el miércoles 22, se hacían eco de huecas buenas noticias. ¿Lo de Vox? Mentirijillas, nada más.