as ganas, los nervios y la emoción de reencontrarse con familiares, parejas y amigos inundaron ayer la estación de tren de Pamplona en el primer día de libre circulación de personas entre comunidades. Un regreso a casa muy esperado después de 98 días de estado de alarma que dejó todo tipo de imágenes y reacciones, tanto las más típicas como otras más propias de la "nueva normalidad" en la que nos encontramos. Hubo quienes no aguantaron las ganas de abrazar o besar a sus seres queridos y se lanzaron a ellos nada más verlos; sin embargo, también se pudieron ver momentos de dudas y acercamientos tímidos condicionados por el cumplimiento de las medidas de seguridad.

Los reencuentros escondieron detrás historias como la de Jesús Sarriguren y Shufamg Mao, matrimonio que llevaba sin verse desde noviembre. Viven juntos en Pamplona, pero ella viajó a China, su país, para vivir con su hija los primeros meses del nacimiento de la que es su nieta, por lo que les tocó pasar la cuarentena separados. Su intención era regresar el 17 de mayo, pero el cierre de fronteras hizo que su vuelta a casa tuviera que alargarse unas semanas más. "Lo llevaba bien porque estaba concienciado de que iba a estar seis meses sin verla, pero a partir de ese día la situación ha sido un poco más estresante", confesó Sarriguren mientras esperaba en el andén a su mujer.

Shufamg Mao quiso mantener en todo momento las medidas de seguridad, incluso cuando su marido Jesús Sarriguren se acercó a abrazarla.

Mao bajó del primer tren que llegó de Madrid a Pamplona después de haber cogido un vuelo desde Pekín el día anterior, y lo hizo emocionada, aunque manteniendo las distancias, algo que tienen muy interiorizado en su país. "Por mi parte es un encuentro emocional y por su parte más frío porque normalmente no son de abrazar ni de besar, pero yo que la conozco si le miro a los ojos sé que está muy contenta de llegar. Está a punto de llorar y eso aquí es como un abrazo o un beso", señaló Sarriguren.

Una vez en Pamplona, ambos volverán "a la normalidad", aunque antes Mao hará una cuarentena voluntaria de dos semanas, explicó. En ese sentido, Sarriguren comentó que su mujer "estaba un poco extrañada, con miedo, porque desde allá ven lo que estamos haciendo aquí en cuanto a las medidas de protección personales y les parece una locura". En su provincia, Liaoning, ha habido pocos casos positivos, pero respecto a las medidas "han hecho lo mismo que en Wuhan".

EN EL FOCO DEL VIRUS El día de Reyes fue la última vez que Rosario Saldarriaga pisó Pamplona, para después marcharse a Madrid a trabajar. Ayer, estaba "feliz de estar de nuevo aquí" y de poder ver a sus padres, Alberto Saldarriaga y Rosana Alonso. Vino con su novio, Borja Roldán, con el que se iba a casar en septiembre, pero aplazaron la fecha a mayo. "Inicialmente la boda era en Madrid con 160 invitados y ahora va a ser en Pamplona con 70", explicó su padre.

Durante estos meses Rosario ha vivido en su propia piel la covid, ya que dio positivo, al igual que su hermano, que también vive en Madrid. A ella le afectó en el aparato digestivo, mientras que él se quedó sin gusto y sin olfato. "Al ver las noticias, al principio lo viví asustada, pero estuve 15 días de baja y pude recuperarme muy bien", explicó la joven.

Por su parte, sus padres confesaron haber echado de menos a sus hijos, aunque también sacaron un lado positivo al confinamiento. "Para nosotros ha sido bueno porque llevamos 33 años de casados y siempre hemos estado acostumbrados a tener la mesa llena de gente, entonces hemos tenido que sacar temas de conversación, hablar más de nosotros, conocernos más, y ahora llevamos una vida bastante agradable".

En cuanto al reencuentro en la estación, Rosario reconoció que bajó del tren "pensando en no abrazarlos hasta no llegar a casa y ducharnos", pero su padre no pudo aguantarse las ganas y abrazó tanto a su hija como a su yerno. Después se montaron en el coche afrontando la "nueva normalidad con temor. No tenemos que bajar la guardia ni descuidarnos", señaló Alberto.

Otra de las personas que se bajó del tren en Pamplona fue Cristina del Estal, que llevaba cuatro meses sin ver a su novio, Imanol Velasco. "Nos hemos adaptado bien, porque asumimos que era lo que tocaba, pero en cuanto supe que se podría viajar hoy, compré el primer billete para venir", explicó la joven, que vive en Madrid.

El reencuentro lo vivieron "con muchos nervios" y sin parar de sonreírse, aunque tuvo que ser con la mascarilla de por medio. Eso sí, se abrazaron "sin dudarlo". Estos días los pasarán en el pueblo, y no les faltarán las escapadas al monte y a la playa. Ella también sumará a su agenda el teletrabajo. "¡Qué remedio!", apuntó.

Unos padres reciben a su hija, que ha pasado meses confinada en Madrid

de vuelta a casa El coronavirus ha hecho que la estancia de Camila Peres en este país no haya sido tan buena como esperaba. Esta brasileña de 29 años llegó en febrero a la Universidad de Salamanca con una beca, cuando, un mes después, el estado de alarma paralizó las investigaciones que estaba realizando. "Ha sido difícil porque solo pude estar en la universidad un mes. A principio de marzo ya estábamos con el estado de alarma y mi oportunidad de estudiar en España se ha ido", admitió Peres, que estaba haciendo un doctorado sobre Educación relacionado con el aprendizaje de matemáticas en niños.

Como su hermano vive en Pamplona, decidió pasar estos meses con él antes de volver a su país. Mi vuelo era en julio, pero lo han anticipado. Hoy era el primer vuelo a Brasil y como tengo una beca de estudios por el Gobierno brasileño tengo que aprovechar para volver", explicó la joven, que tiene "ganas de ir porque Brasil está en una situación difícil".

En los mensajes que le envían desde su país le cuentan que "las personas no están respetando las medidas ni usando mascarilla. Hay unas que sí, pero la mayoría no. Tengo más miedo de tener el virus allí que de tenerlo aquí", admitió. En cuanto a su familia, señaló que está bien, y que, antes de verla, hará una cuarentena de 15 días.