- Los reconocimientos de ayer comenzaron con una saga familiar extensa, de apellido Lacasta y oriundos de Beire. El primer reparado fue Anastasio, labrador, con cinco hijos, asesinado en julio del 37, en una represión atroz que campó a sus anchas en las cunetas entre Beire y Caparroso se vieron enrojecidas de sangre de su hermano Valentín, de izquierda republicana, y de Eustaquio y José Lacasta Janices, con el mismo ideario y cuyas vidas se apagaron con balas, tan jóvenes, por culpa de una violencia demencial e ideológica. La sobrina nieta de ellos, María Dolores Andión Lacasta, recibió ayer la declaración de reparación y reconocimiento y se mostró repleta de emoción en un día tan especial para su familia. “Hoy puedo decir que es un día de alegría por haber llegado hasta aquí y es también un día en el que te emocionas por tantos años que han transcurrido, y en los que incluso el sonido de los violines me hace recordar que mi familia eran violinistas”. María Dolores recordó que, de pequeña, sentía que su hogar era “una casa triste”, por todo lo que había pasado años antes, así que en cuanto tuvo conciencia de aquello, se puso a hurgar en los archivos. Empezó por buscar la partida de defunción de su abuelo. Visitó varios archivos y centros de documentación. Hasta que llegó al documento. A partir de ahí, todo ha sido una lucha para que se les reconozca. Ayer, aprovechando el acto, “les he propuesto a los políticos que cedía al Gobierno nuestra casa de Beire para que puedan construir un centro de memoria histórica, porque nos falta ese referente”.