Le salió redondo el plan a Lisci: Osasuna ‘ganó como sea’. Como había insistido el entrenador a los jugadores y a la afición, lo importante en este último partido del año no era tanto realizar un fútbol deslumbrante como sumar tres puntos que acomodaran al equipo en la clasificación. Tomar oxígeno, seguir creciendo en autoestima, enfriar las urgencias. Hombre, no es lo más estimulante para un hincha que el responsable de plantear el partido, de adoctrinar a su gente, envíe en la víspera ese rudimentario mensaje, ese abandono momentáneo de un discurso más elaborado, para reducir la táctica a tres palabras: ganar-como-sea.

No creo que Lisci carezca de otros conocimientos balompédicos; sus palabras certifican que la presión que soportan (la interna y la externa) los profesionales de esta industria, les empuja a ser más prácticos que metódicos. Qué le vamos a reprochar al italiano si con esa fórmula ha logrado la victoria más aplastante de la temporada; si hasta Xabi Alonso, ejemplo hasta hace cuatro días de cómo hay que conducir a una plantilla, también fió su futuro en el Real Madrid a una idea que hiere a los oídos por venir de donde viene: “Lo primero es ganar y luego jugar lo mejor posible”. Nunca hubiera imaginado que el estilo de Osasuna y Real Madrid llegara a ser tan similar. Qué cosas.

De cualquier forma, hay que desmenuzar esa idea de ‘ganar como sea’ para no dejarla en una fórmula simplista y de uso común. En el caso de Osasuna, ese planteamiento encuentra su fundamento en un agresivo arranque de partido y en un tramo final que busca el aplastamiento del contrincante por puro tesón. Así ocurrió ayer, aunque entremedio, los rojillos volvieron a adolecer de poco ritmo y falta de ingenio en el ataque posicional.

Es más, si Herrando no desestabiliza a Toni Martínez cuando el delantero había comprado todos los boletos para marcar y Sergio Herrera no saca sus condiciones de felino, igual ahora estaría escribiendo de otra cosa. Cuando ayer le comentaron a Lisci esta jugada que podía haber cambiado un partido en el que su equipo fue más ambicioso y decidido que el Alavés, lo resolvió con esta sentencia: “El fútbol es mentira”. Lo entiendo, pero la mayoría de las veces gana el que mejor juega.

Retomando el hilo, para ‘ganar como sea’ necesitas enrolar a futbolistas como Aimar Oroz y Budimir. Después de intentarlo ayer varias veces (y ya no digo en encuentros anteriores…), cuando el pase del canterano encontró el pie izquierdo del croata afloró el arte del remate por encima de la rutina de los balones colgados. Con estos dos bien enchufados, un entrenador puede jugar a lo que le dé la gana porque tiene siempre el comodín del talento. Además de la lectura que hizo en la segunda parte Rubén García con Moncayola barriendo todo el campo. Y sabiendo que guardas en el banquillo a un caimán como Raúl García que se come la red de la portería a bocados. Porque en la plantilla hay elementos para ‘ganar como sea’ o rendir al rival por méritos con el balón. Si Lisci consigue que Budi y Raúl puedan jugar juntos, habrá logrado algo más difícil que poner en órbita al Mirandés.

No cabe duda de que esta es la victoria más importante de la etapa de Lisci en Osasuna. Un resultado que encadena la mejoría experimentada tras ganar al Levante, plantar cara al Barcelona y subir un escalón en la Copa. Está por ver al mejor Osasuna. Con este o con otro plan.