El Juzgado de lo Penal número 4 de Pamplona ha condenado a dos años de prisión a un vigilante de seguridad, S.G.M., natural de Badajoz, de 55 años y vecino de Pamplona, por abuso sexual después de que intentara tocar el pecho y agarrara por detrás de la cintura a una sanitaria, simulando movimientos como si hiciera el acto sexual, con la que coincidió una noche trabajando en un centro de Burlada. Víctima y acusado no se conocían con anterioridad a los hechos, pero compartieron turno de noche que en el mes de abril en un convento de monjas de Burlada que fue preparado por Salud para atender a pacientes Covid en plena primera ola. Además, la sentencia condena al acusado a 4 años de alejamiento de la víctima y a una indemnización de 5.000 euros.

El juez da por totalmente verosímil el relato de la víctima, que aún precisa de tratamiento psicológico y cuya declaración venía avalada por múltiples corroboraciones a través de indicios periféricos, como los mensajes que envió a su novio durante la noche detallando en comportamiento del acusado, la inminencia de su denuncia tras salir del trabajo, su estado de ansiedad al poner los hechos en conocimiento de la Policía Foral y entrevistarse con la psicóloga y el detalle no baladí de que al cambiar el turno con un compañero, el acusado le dijo "esta noche me toca con la tetona, a ver si se anima y cae algo".

El acusado coincidió con la víctima en el convento Esclavas de Cristo Rey de Burlada la noche del 21 al 22 de abril de 2020. Durante esa noche, según la sentencia, dirigió en varias ocasiones frases de tipo sexual a la denunciante como "¿Llevas la vagina depilada?, o ¿Cómo es el tanga que llevas puesto?". Sobre las 07.00 horas, cuando quedaban escasamente unos minutos para que se terminase su turno y comenzase el de mañana, la víctima, tras comprobar que el acusado seguía durmiendo, se acercó en una pequeña habitación a una ventana para ver el amanecer y calentarse con el radiador. En ese momento el acusado, que tenía que acceder a dicha habitación para abrir la puerta exterior del convento, con ánimo lascivo y libidinoso, se acercó por detrás a la denunciante y, tras masajear los hombros de ella y bajar sus manos hacia la cintura, le intentó tocar los pechos por encima de la ropa, no pudiendo conseguirlo porque ella se protegió con los brazos que colocó en forma de aspa. En ese momento, agarrándole de las caderas, el acusado se frotó con ella realizando con su cuerpo movimientos de delante para atrás, como si la estuviese penetrando. La situación terminó al entrar los compañeros del siguiente turno en el convento.

El juez entiende que los hechos deben integrar el tipo de abuso sexual, y no de agresión sexual, siempre que la acción de agarrar por la cintura "por supuesto no venga acompañada de intimidación alguna. En este caso se da por supuesto ya que la acción del acusado fue sorpresiva y por detrás, ni de hechos violentos previos o coetáneos al hecho que constituye el abuso, cosa que aquí afortunadamente tampoco se ha producido", dice el juez. El fallo dice que los mensajes de WhatsApp entre la auxiliar de enfermería y su novio aportan indicios a la condena y a la secuencia temporal de hechos.A las 2:01 la denunciante ya le dice a su novio que el acusado le llama "la tetona" y que le había confesado que le miraba el culo todo el rato.

"Desde luego, el ánimo lúbrico y la tendencia que conforma el elemento subjetivo de este delito ya queda reflejado en el acusado. Esto concuerda con las preguntas sobre la depilación o la ropa interior de la denunciante", reza la resolución. A las 2.23 la denunciante cuenta a su novio que el acusado le ha cogido por la cintura porque le hacía amago de tirarle a las flores. "Si bien no es una acción constitutiva de un delito de abusos confirma el relato fáctico de la denunciante en un supuesto tan poco habitual como este hecho", prosigue el juez. Finalmente, a las 7.23 le informa de que ha intentado manosearle.

Por último, la psicóloga relató que "la sintomatología ansiosa era muy alta; que los indicios denotaban que el episodio era real pues el gesto de protección en el pecho lo hacía de forma espontánea y que es muy difícil que sea sobreactuado".