Ceuta recuperó ayer su ritmo habitual en los comercios, la calle y los colegios, y lo hizo dos días después de registrar su mayor crisis migratoria con la entrada ilegal desde Marruecos de unas 8.000 personas, alrededor de un millar de menores no acompañados, que centran ahora la atención policial.

A los 850 menores acogidos que llegaron por la frontera del Tarajal, el más pequeño de 4 años, se suman los 230 que había en el centro para jóvenes La Esperanza, y las autoridades consideran que hay cientos de ellos más que no están en ninguno de los centros habilitados porque calculan que entraron unos 1.500.

Para liberar espacio y acoger a los que llegaron, el Gobierno y las comunidades acordaron el reparto de 200 plazas, con Galicia y Madrid como las que más acogerán, con veinte cada una.

Además, había un número indeterminado de menores en las inmediaciones del puerto de Ceuta que esperan su oportunidad para introducirse en algún barco y llegar a las Península.

Los 850 menores están repartidos entre el albergue provisional de Piniers, donde hay doscientos, y en una nave del polígono industrial del Tarajal adyacente a la frontera que separa España de Marruecos, que acoge a 650, informaron fuentes de la Delegación del Gobierno.

Los grupos de jóvenes que deambulaban por la ciudad disminuyeron considerablemente después de que muchos de ellos regresaran voluntariamente, e incluso la Policía Local empezó a conducir hasta la frontera a muchos de ellos, en algunos casos esposados.

De los 8.000 inmigrantes que llegaron irregularmente tras la permisividad de las autoridades marroquíes, 6.000 han regresado ya a Marruecos, según el Ministerio del Interior.

La Policía estableció dos procedimientos para la atención de los menores, el primero de ellos de reagrupación familiar, que está destinado a los progenitores que reclaman a sus hijos, para lo que la Ciudad Autónoma de Ceuta ha facilitado un teléfono (956 512 413).

El segundo procedimiento se refiere a los menores que no reclama nadie y que, por tanto, están en situación de desamparo, por lo que su cuidado corresponde a la ciudad de Ceuta.

Para determinar la edad en los casos en que haya dudas de que se trate de menores se les hace una prueba de los huesos de la muñeca y una radiografía bucal.

Interior aseguraba que no se está devolviendo a ningún niño a Marruecos, mientras que varias ONG ponían en duda este extremo y consideraban que no se estaba llevando a cabo un proceso de devolución con “suficientes garantías”.

Otro elemento que denotaba normalidad es el paso fronterizo, donde desde la noche del miércoles no se produjeron nuevas entradas de inmigrantes, en parte porque el fuerte viento de levante provoca un peligroso oleaje en comparación con el mar calmado de los últimos días, lo que facilitó la entrada de los inmigrantes. Todos los comercios abrieron sus puertas después de que muchos de ellos cerraran un día por “miedo” a los numerosos grupos de jóvenes que llegaron a la ciudad, quienes sin comida ni dinero seguían vagando por las calles.

Además, los centros educativos de Primaria y Secundaria, donde estudian 20.000 alumnos, funcionaban a pleno rendimiento.

Las unidades militares en la frontera también disminuyeron y solo hubo este jueves un pequeño grupo de Regulares y dos vehículos frente a una decena que se llegaron a acumular en días pasados.

Hasta la frontera solo llegaron la mañana del jueves inmigrantes que querían regresar a Marruecos después de dormir al aire libre y de comer de la caridad.