Silvia Jiménez Clavería entró en la universidad de la única manera que ella sabe, pisando fuerte, y el primer día en la presentación lo dijo alto y claro: "Me llamo Silvia Jiménez soy de Carcastillo y soy gitana". Con orgullo. En septiembre, Silvia se trasladó a Pamplona para estudiar Trabajo Social en la UPNA, una decisión que nunca pensó que tomaría, pues no es el camino marcado para las jóvenes gitanas. Sin embargo, su ambición y sus ganas de seguir formándose han llevado a esta joven a dejar su pueblo, Carcastillo, para trasladarse a Pamplona y romper todas las barreras, prejuicios y estereotipos a los que se ha tenido que enfrentar para ser la Silvia que es hoy, "que nada tiene que ver con la Silvia de antes". Ahora, a sus 20 años, vive en Pamplona con dos personas con síndrome de Down, dentro de un programa de colaboración con la UPNA, y está encantada con sus compañeros de piso. Además, su mirada es la protagonista de la exposición que la Red de Lucha Contra la Pobreza muestra estos días en el Parlamento de Navarra contra la exclusión social, en la que ella simboliza el empoderamiento y la lucha contra los estereotipos de su pueblo.

¿Cuándo decidiste estudiar Trabajo Social en la UPNA?

-Pues la verdad que no tenía pensado ir a la universidad. Terminé la ESO y me metí en la Escuela de Educadores para estudiar grado medio de Integración Social, que es lo que me gustaba. Entonces ahí vi que se me daba bien y que me gustaba lo que hacía, así que hice el grado superior y me decidí por seguir en la universidad.

¿Qué te hacía pensar que no ibas a ir a la universidad?

-Por un lado, veía que no estaba normalizado que los gitanos fuésemos a la universidad. Los payos tienen el camino muy marcado: acabar la ESO, hacer Bachillerato y meterse en la universidad. Pero los gitanos no, de hecho, hasta es un reto que acaben la ESO. Y yo poco a poco he ido ambicionando más, porque me metí en la FP y me gustaba y he seguido hasta llegar aquí, he querido romper con ese camino establecido.

Y eso es algo que en tu entorno no es habitual, ¿no?

-No, de hecho mis amigas, mis primas, etc. no han estudiado, soy la única de mi familia y al final las influencias hacen mucho y no es fácil. Además, soy de Carcastillo, de un pueblo, que eso también supone otro obstáculo, porque todo es menos accesible. Pero, bueno, ahora ya vivo aquí.

Es bastante fuerte que por el simple hecho de ser gitana creas que no puedes ir a la universidad, ¿no? Supongo que tu visión de las cosas habrá cambiado...

-Antes veía la universidad como: "Buf, no creo que llegue hasta allí". Pero luego he ido avanzando, queriendo llegar más lejos y viendo que se me daba bien. Y todo eso me ha hecho cambiar, sí. A la hora de relacionarte con gente nueva se aprende un montón. No tiene nada que ver la Silvia de ahora con la de hace cuatro años, incluso con la del año pasado.

¿En qué ha cambiado esa Silvia?

-Sobre todo en abrir la mente. Cuando sales de tu zona de confort se abre la mente. También me he salido de ese camino que en teoría tenía marcado y que he visto que siguen la mayoría de mujeres gitanas: estudiar la ESO, y a ver si la terminas, y después pensar en casarte, tener hijos, y vivir en un ambiente más de familia, de quedarte en casa... y yo no me veía así, no me imagino casada y con hijos ahora. creo que esta etapa de la vida es para estudiar, prepararte y pensar en ti misma. Quería ir más allá.

Y en ese proceso, ¿tu familia y tu entorno te han apoyado?

-La verdad es que sí, me han apoyado mucho. En la sociedad existe el estereotipo de que la familia gitana no deja estudiar y eso es algo que ha cambiado mucho y no es así, se valora mucho el tema de la educación. En mi caso, mi mayor apoyo es mi familia y es por lo que estoy aquí.

Además de salirte de ese camino marcado, el hecho de que estés estudiando en la universidad también es un ejemplo para acabar con los prejuicios hacia la comunidad gitana, ¿no?

-En la universidad no conozco a ningún otro gitano, de hecho, creo que soy la única. Una profesora me dijo que nunca había dado clase a un gitano. Así que lo primero que hice fue reivindicar que yo era gitana, porque, mira, hay gente que dice que no ve la necesidad de comentarlo siempre, pero yo sí. El día de la presentación lo dije con fuerza: "Soy gitana y estoy aquí estudiando". Y veo que es algo que sigue chocando. Muchos compañeros me han dicho: "Yo tenía muchos prejuicios contra los gitanos, pero te he conocido a ti y me has roto los esquemas".

¿Cómo es la relación con los compañeros?

-Muy buena, al final Trabajo Social es una carrera que estudia gente que está más o menos concienciada, en otros estudios no se como hubiese sido.

Salirte de ese camino establecido te convierte, de algún modo, en un ejemplo a seguir, ¿no?

-Pues eso espero. Porque, ¿por qué hago yo todo esto? Pues en parte para que vean que se puede. En el pueblo gitano hacen falta referentes, gente que no se esconda y que reivindique que es gitana. Creo que es algo muy importante y veo que faltan referentes.

¿Por qué crees que muchos jóvenes gitanos no acaban la ESO?

-Pues mira, pienso que por una parte puede ser por los propios alumnos gitanos, que les falta poderío, confianza en ellos mismos y creer en sus capacidades y posibilidades. Por otro lado, creo que son un valor fundamental las instituciones y el profesorado, tienen que confiar en sus alumnos y apoyarlos. En muchos casos se les abandona y no se les presta la misma atención que al resto por el hecho de ser gitanos. Esas circunstancias influyen mucho, porque, sino sería mucha casualidad que casi todos los gitanos no quieran estudiar, ¿no? Con esto también se dice que los gitanos no nos queremos integrar, pero ¿a qué llamáis integrar? ¿Tengo que dejar de ser yo gitana para que tú me aceptes?

Además de los estudios, también has salido de casa y te has independizado.

-Sí, eso también ha sido mucho cambio y es algo que en la comunidad gitana no se suele ver, porque cuando una mujer se va de su casa suele ser para casarse y no para estudiar. Pero a mí la verdad que me apetecía irme aunque fuese sola. Me lo planteé como un reto, a parte de que me ahorro viajes todos los días.

Y estás en un programa en el que compartes piso con dos personas con síndrome de Down...

-Sí, la verdad es que estoy muy a gusto con ellos. La trabajadora social de aquí me dijo que había un programa de pisos entre la UPNA y la asociación síndrome de Down. No pago alquiler, me evito gastos y convivo con ellos. Son bastante independientes y no tengo que estar todo el rato encima suya, son súper majos. El año que viene seguiré con ellos. Y algo de lo que me he dado cuenta es de que también hay muchos prejuicios con las personas con síndrome de Down, yo misma tenía muchos y al conocerlos me han roto a mí los prejuicios que tenía. La principal barrera es el desconocimiento. Cuando tú desconoces algo lo interpretas y lo juzgas en base a la idea que tú tienes en tu cabeza, pero luego la realidad no es así.

¿Dónde te ves en un futuro?

-Al principio entré con el pensamiento de trabajar con población gitana, pero luego me he ido abriendo más y me interesa algo más amplio. También esta ahí el pensamiento de que estudias una cosa y luego tienes que aplicarlo en la población gitana. Hay un documental muy chulo sobre mujeres gitanas y una de ellas dice: "Hombre, si te sacas el grado de Peluquería no solo peinarás a mujeres gitanas, ¿no?". Pues esto es lo mismo. Obviamente lo que más me interesa es mi pueblo y mi comunidad, pero no solo me encierro en eso.