Eleonora Esposito, investigadora de la Universidad de Navarra experta en ciberviolencia, advierte de que queda mucho por hacer para erradicar la violencia digital debido a los intereses del mercado, puesto que "los sentimientos intensos y las emociones fuertes, como el odio, generan más clics, que es lo que buscan las plataformas".De esta forma se pronuncia la investigadora que lidera un proyecto sobre ciberviolencia en el Instituto Europeo de Igualdad de Género, en el que elaborará un marco conceptual para definir las formas de esta nueva violencia e indicadores para combatirla en los Estados miembros de la UE.

El Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE), ubicado en Vilna (Lituania), es una agencia de la Unión Europea que fortalece y promueve la igualdad de género en los 27 Estados miembros, informa la Universidad de Navarra que precisa que la agencia recopila y elabora estudios y estadísticas relativos a las desigualdades de género.

Esas investigaciones, según indica, posibilitan una mejor comprensión del tema y sensibilización, y ayudan a las personas responsables de la elaboración de políticas a acercar a Europa a la igualdad de género.

En concreto, Eleonora Esposito se ha incorporado a la Unidad de Violencia Basada en Género (VBG), donde elabora un marco conceptual para definir las distintas formas de ciberviolencia y una serie de indicadores para ayudar a combatirla en los Estados miembros de la Unión Europea.

Esta nueva forma de violencia es aún "terreno desconocido", asegura la experta, y por eso considera necesario establecer "parámetros objetivos" que los sistemas legislativos europeos y nacionales puedan reconocer y tener en cuenta.

El primer reto, apunta, es "homogeneizar la conceptualización de la ciberviolencia: qué constituye violencia y qué no, cuál es el papel del género en la violencia, qué leyes específicas hay en los países para combatirla, cómo es la experiencia de ser mujer en internet y en qué se diferencia de la masculinaâ".

Asimismo, estudia aspectos interseccionales como el hecho de ser mujer y pertenecer a una minoría étnica o religiosa o tener una discapacidad.

Al término del proyecto, de dos años de duración, enviará las conclusiones a la Comisión Europea, que creará a partir de ellas una serie de recomendaciones para los Estados miembros. En este sentido, apunta que los países tienen realidades muy diferentes y eso es preciso tenerlo en cuenta de cara al informe final, con el fin de que se pueda adaptar a esos distintos contextos.

Para el desarrollo de este proyecto, cuenta con la experiencia previa del que ha desarrollado en el grupo 'Discurso público' del ICS gracias a una beca Marie Curie de la Comisión Europea.

En el ICS ha explorado la violencia online contra las mujeres líderes europeas. "Su perfil público les convierte con frecuencia en el foco de ataques en internet", señala, al tiempo que subraya que esa visibilidad también les ofrece más oportunidades de denuncia que a otras mujeres anónimas que también son víctimas de acoso digital.

"La lección es que necesitamos ampliar el enfoque para proteger a todas aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, no solo a las que están más expuestas en la esfera pública", sostiene.

Concluye advirtiendo que queda mucho por hacer para erradicar la violencia digital debido a los intereses del mercado: "Tiene que ver con la interacción afectiva y la polarización. Los sentimientos intensos y las emociones fuertes -como el odio- generan más clics, que es lo que buscan las plataformas", asevera.