l vecindario, harto de aquel vecino del sexto piso de la calle Arrieta, plantó una videocámara para enfocarle la terraza y descubrirle con las manos en la huevera. El hombre tenía la mala costumbre de asomarse de madrugada al balcón y emprenderla a huevazos contra la fachada y la terraza de su vecina. Y en el vídeo queda retratado cómo un hombre, de aspecto muy similar al del acusado, sale con los brazos en alto y lanza huevos por doquier hacia la zona superior de su piso.

La vecina en cuestión a la que dedicaba los lanzamientos era una mujer viuda, que vivía sola, con problemas de salud y que tenía 87 años. No solo le estampó huevos contra la pared, que incluso requirieron la intervención de una empresa de limpiezas a presión, sino que le rayó la puerta de entrada y la del buzón, abolló el ascensor e incluso trató de darle con un huevazo en el rostro un día que ella se atrevió a recriminarle lo que hacía. La respuesta del acusado fue: "Hijaputa, ¿cuándo vas a misa?".

Una respuesta así a una víctima de semejante edad le generó un alto estado de ansiedad, estrés y miedo durante el año de convivencia en el que coincidió con aquel vecino. A este, natural de Madrid, le pide ahora la Fiscalía 15 meses de prisión por un delito contra la integridad moral y una indemnización de 5.000 euros, además de otros 1.000 que reclama la comunidad de propietarios por los daños en espacios comunes. Ayer, el procesado declaró que todo el mundo está equivocado y que él no era la persona que estuvo alquilado en aquel piso entre enero de 2017 y 2018. El que dijo que utilizaba de manera esporádica el inmueble era su hermano, que ejerce como médico en Estados Unidos y que, según él, acude de vez en cuando a la Clínica Universidad de Navarra y por eso necesitaba el piso alquilado.

El problema fue que los presentes en la sala no pudieron comprobar cómo era el hermano del acusado, porque ni acudió a la vista oral, ni se facilitó ningún documento suyo para comprobar su aspecto. Y, por tanto, las acusaciones creen que el investigado miente para exculparse. El propio acusado también manifestó que él no podía ser la persona que había residido en ese domicilio porque no ha vivido nunca en Pamplona y lleva empadronado en Madrid desde hace 30 años. "Vivo con mis padres, que son ancianos y tienen deterioro, y no les puedo dejar solos, por eso no salgo de Madrid. Yo no soy el del vídeo, ¿quién lo dice? ¿quién soy yo?", inquirió el procesado a preguntas del Ministerio Público. El caso es que tampoco presentó recibos o algún tipo de movimiento en las cuentas que reflejaran precisamente esa vida diaria que decía hacer en Madrid. El nombre del acusado figuraba en la reserva del alquiler que se había efectuado con la inmobiliaria. Ayer, la víctima de los hechos, su vecina y la administradora de la comunidad manifestaron reconocerle, sino del todo que al menos era muy parecido al autor de los hechos -"calvo, alto y con gafas"- aunque declarara por videoconferencia y con mascarilla.

con la tensión a 22 La anciana recordó que vive en su piso desde 1974 y que nunca había tenido un problema con el vecindario salvo el año que residió esta persona. Todo empezó cuando un día, de madrugada, empezó a aporrearme la puerta y a tocar el timbre. "Me dijo que dejara de hacer ruido y le dije que era imposible que yo hiciera ruido porque estaba en la cama y vivía sola. Me dijo que iba a ir a la Policía y, a partir de entonces, un día me rayó la puerta, otro empezó a golpear el ascensor y me lanzaba a menudo huevos. Contra la terraza e incluso en la puerta de casa. Un día me dejó un charco de huevos que no podía ni salir", manifestó. Sobre su estado de salud, recordó que en un momento dado llegó a subirle la tensión hasta 22 y tuvo que venir personal de Urgencias para atenderla porque "vivía con mucha ansiedad y miedo. Incluso me daba miedo salir de casa porque pensaba que me iba a seguir, porque ese día que discutí con él me dijo a ver a qué hora iba a misa y, por tanto, sabía que iba a misa".

La vecina de al lado de la víctima, que se conocen desde hace dos décadas, confirmó los padecimientos de la anciana e incluso la acompañó en varias ocasiones a denunciar los hechos a la Policía Foral. "Incluso tuve que hacerle la compra en alguna ocasión porque no salía de casa. Y esta mujer es imposible que hiciera ruido: no le visitan nietos, no usa tacones, tiene 87 años y hace una vida del salón a la cocina y de la cocina al salón. Todo acabó cuando un día en enero observé que había mudanza en el portal y cuando les pregunté a los operarios si se marchaba algún vecino, me dijeron que se iba el del sexto A. Entonces respiramos aliviadas", testificó.

LA ÚLTIMA PALABRA La defensa entiende que no ha quedado acreditada la autoría de los hechos, pero las acusaciones mantuvieron su petición sin fisuras. E insistieron en la vulnerabilidad de la víctima, una persona de 87 años, a la que le habían hecho la vida imposible durante un año. A huevazos, de madrugada y amenazante. El acusado, al decir la última palabra, rebajó su tono: "La-mento mucho la situacion de esta vecina, que nos conmueve a todos. Le deseo salud y felicidad, pero yo no he sido".

"Yo no he vivido en ese piso. Lo hacía mi hermano. No soy el del vídeo, ¿quién lo dice?"

Le piden 15 meses de prisión

"Me daba miedo. Una vez me tiró un huevo desde su piso a la cara y otro día me dejó un charco de huevos en la entrada"

"Observé que había mudanza en el portal y al saber que quien se iba era él, respiramos aliviadas"