El debate está en la calle. A falta de que la justicia lo autorice, Navarra empezará a solicitar el pasaporte covid en el ocio nocturno, eventos, restaurantes con más de 50 comensales, salas de conciertos y cines a partir de la semana que viene. Una norma que genera partidarios, detractores y, sobre todo, muchas dudas tanto para los clientes como para los trabajadores de los sectores afectados.

Entre los defensores del pasaporte covid está una cuadrilla de amigas de 21 años que se encontraba ayer en la Plaza del Castillo. "Me parece bien exigir el certificado para que solo entre a los espacios cerrados la gente que esté vacunada y que no haya tanto contagio. En Navarra están subiendo mucho los casos últimamente y me parece una buena medida para que no nos confinen de nuevo y que no tengamos que volver hacia atrás. Me parece hasta que lo tendrían que haber hecho antes", explica Marta Martínez, que ya se había descargado la aplicación para viajar a Francia.

"Yo todavía no lo tengo, pero sé cómo funciona porque se lo activé a mi madre y, si hace falta para la semana que viene, me lo descargaré", añade Daniela Santander. Su amiga, Laura Acuña, remarca la importancia de vacunarse para reducir la gravedad de la enfermedad. "Casi el 60% de la gente que está en la UCI no está vacunada y me parece muy bien que se tomen medidas", asegura.

En el bar Niza, varios grupos de amigos disfrutaban de la que probablemente fuera su última comida sin enseñar el pasaporte covid, una medida que reciben en su mayoría con satisfacción. Ana, una de las comensales, señala que "es obligación de todo ciudadano tener la vacunación completa y sacarse el pasaporte". "Eso sí, creo que no va a servir para que se vacune más gente porque el negacionista es negacionista siempre". Más optimista es Jesús Castejón, que cree que la normativa sí va a funcionar para que la gente se vacune. "Por desgracia, a veces parece que nos tienen que obligar", lamenta.

Pese a ser sanitaria, el pasaporte covid genera serias dudas en Beatriz Basanta. "Estoy muy de acuerdo con la vacuna, pero esto me parece un poco locura y no sé si al final será efectivo. Yo tal vez no lo exigiría, pero tampoco me parece mal. La verdad es que es un asunto complicado", explica.

Rotundamente en contra se mostraron Xabier Deba y Ane Cortés, que se encontraban en la terraza de la cervecería La Estafeta. "Me parece que están mareando a todo el mundo. Al principio, dijeron que con llegar al 70% de la inmunidad grupal se iba a alcanzar la normalidad y luego lo han subido al 80% y al 90%. Ahora, empezamos de nuevo con las restricciones y se cohíbe la supuesta libertad que tiene la gente de decidir si se vacuna o no. Además, vamos a tener que ir todo el día con el móvil en la mano", critica Xabier Deba. "Creo que no es la medida más eficaz si lo que se quiere es frenar los contactos. Creo que es más una forma de controlar lo que hace la ciudadanía y que no hace falta", añade Ane Cortés.

Dificultades en la hostelería

Por su parte, la hostelería acoge la nueva norma con "muchas dudas", como explica Juan Carlos Oroz, del Chez Belagua. "Recibimos la medida con sorpresa y enfado y encontramos muchas dificultades técnicas, prácticas, de costo y de personal. Está claro que va a ser incómodo y que probablemente habrá clientes que no quieran colaborar, pero tendremos que hacerlo". Entre los problemas, Oroz alude a qué ocurrirá con las familias con hijos pequeños sin vacunar, cuál será la aplicación móvil y hasta qué habrá que hacer para ir al baño.

"En el Chez Belagua, probablemente establezcamos el control de acceso en mitad del local para diferenciar la zona de bar con la de restaurante, donde sí hace falta pasaporte. Tenemos la dificultad de que los baños están dentro, en la zona del comedor, por lo que todo el mundo tendría que pasar por el medio. Hay muchas dudas prácticas que ya veremos en el día a día cómo las vamos sobrellevando", concluye.