"Esta sexta ola la hemos parado en los centros de salud y no se nos ha valorado lo suficiente desde arriba. Aquí solo se ha hablado de la Atención Primaria cuando a nivel hospitalario ha habido problemas. Al principio de la Navidad, nosotros estábamos súper saturados, pero parecía que era tabú hablar de Primaria; solo se hablaba de la ocupación hospitalaria y se mandaba un mensaje de que, de momento, tranquilidad. Pero es que aquí estábamos con cientos de llamadas diarias y con colas de personas para hacerse antígenos. Después empieza a aumentar la presión hospitalaria y entonces desde el Gobierno ya se mandan mensajes de que la situación comienza a complicarse, pero para entonces los centros de salud llevábamos ya tres semanas desbordados y nadie decía nada de Primaria. Eso nos ha dolido mucho".

Esta reflexión compartida la hacen Antxon García Iriarte, jefe de Enfermería del centro de salud de Huarte, Olga Segura González, jefa de Admisión, y Jesús Andueza Orduna, médico del ambulatorio y tutor de dos residentes, en una conversación que se desarrolla pasado el mediodía, cuando el volumen de pacientes que acuden al centro de salud disminuye. Llevan semanas desbordados, con una carga de trabajo bestial que se ha traducido en jornadas maratonianas y cambios en las vacaciones para poder atender esta sexta ola en la que muchos profesionales han estado de baja por haberse contagiado. "Esta semana ya hemos respirado un poco, ha bajado la intensidad, pero llevábamos unas semanas de mucha carga. Se ha notado mucho la Navidad: día festivo, oleada de pacientes; eso ha sido así", comenta Antxon. "A nivel de trabajo, esta sexta ola ha sido la peor", matiza Jesús, que añade que al alto volumen de pacientes que han tenido que atender se ha sumado la baja de compañeros "que hemos tenido que cubrir entre nosotros, trabajando el doble. Pero una cosa hay que poner en valor y es que en toda la pandemia no se ha dejado de atender a nadie, ni por covid ni por no covid. En el centro de salud de Huarte se ha atendido a todo el mundo, pero eso ha sido a costa de un esfuerzo y un estrés enormes que ha asumido la plantilla".

Unos profesionales sanitarios que son la entrada de la ciudadanía al sistema sanitario y que, en esta pandemia, también han sido el primer dique de contención de las olas de coronavirus y que ahora se resquebraja. "La ciudadanía esta muy harta y hay mucha crispación y se nota en los centros de salud. Hemos llegado a tener 750 llamadas diarias y en Admisión estamos cuatro administrativas que a veces no damos a basto. No se pueden atender todas las llamadas en el momento y eso genera enfado que nos llega a nosotras", explica Olga.

La resaca de la NavidadTrabajar el doble para cubrir a los compañeros contagiados

Trabajar el doble para cubrir a los compañeros contagiados

Los tres compañeros coinciden en que la situación actual es, en términos generales, mejor que la de 2020, pero el paso del tiempo y el hastío de la población ha hecho que surja otro problema: el yoísmo. "Mucha gente llama al centro de salud porque le pica la garganta o porque tiene un poco de mocos; hay mucha crispación, y yo lo entiendo, pero existe el autocuidado y no se puede llamar al centro de salud para todo. Creo que se debe recuperar un poco la normalidad", comenta la administrativa, que cree que la situación de hastío y cansancio ha llevado a hacer un mal uso de la Atención Primaria.

"Con esta sexta ola ha habido una explosión de necesidades a la que el sistema no ha podido dar respuesta en su totalidad y eso ha llevado a los centros a una saturación muy grande y, en algunos casos, al colapso", explica Antxon, que recuerda como en Navidad acudían al centro familias enteras. "Ómicron entraba en una casa y se contagiaban todos. Hemos tenido casos de contagios en Nochebuena o Nochevieja en los que han caído todos los familiares". Las enfermeras del centro han llevado un ritmo de 150 test de antígeno al día, uno cada tres minutos. A eso se suma el comunicar el positivo, hacer el informe y después el seguimiento de esa persona para vigilar su evolución: "Detrás de meter el palito en la nariz hay mucho trabajo". "Luego viene la baja que nos toca a los médicos y a las administrativas, que es una tarea que ahora se está llevando a Forem, pero que nos ha quitado un tiempo que no teníamos", destaca Jesús.

Por si no fuera poco, ómicron también ha golpeado a los sanitarios, que han tenido que cubrir las bajas entre los propios compañeros para poder llegar a toda la demanda. En el caso de Enfermería, en el centro de salud de Huarte se contagiaron hace unas semanas cinco enfermeras de las 13 que conforman la plantilla. "No hay personal para cubrir las bajas, lo hemos hecho entre nosotros. Nos hemos modificado las vacaciones y hemos currado el doble para sacar todo adelante. Además de test, se ha seguido yendo a los domicilios, a los pueblos que son de nuestra zona básica y atendiendo las urgencias que han surgido. Porque además del covid había más cosas", expone el jefe de Enfermería. Lo mismo han hecho los facultativos. Según cuenta Jesús, han hecho consultas unos de otros para seguir atendiendo: "Hemos llegado a tener al día 15 consultas presenciales y hasta 65 telefónicas. La carga de trabajo ha sido muy alta".

Desprestigio de la PrimariaLas quejas diarias por no llegar a coger el teléfono

Las quejas diarias por no llegar a coger el teléfono

Toda esta situación hace que la Atención Primaria se haya desprestigiado y precisamente ahí es donde ponen el foco de cara al futuro: "El objetivo ahora es que la Atención Primaria vuelva a ser atractiva y que haya profesionales que quieran quedarse", sostiene Jesús, médico de familia, a lo que Olga replica: "En Atención Primaria se salvan vidas; y lo digo yo que soy administrativa. Aquí te ven si tienes una peca rara, no te ven por dentro pero saben dónde derivarte... Aquí hay gente que con cero te salva la vida".

Volver a hacer atractiva la Atención Primaria es uno de los retos que tiene enfrente el departamento de Salud porque, tal y como señalan estos tres profesionales, la mayoría de sanitarios no quiere ni oír hablar de los centros de salud. "En el centro de salud de Huarte tenemos residentes de Enfermería y Medicina, y muchas veces no podemos enseñarles bien porque muchas consultas son telefónicas y ellos no participan", apunta el médico. "En Enfermería lo que pasa es que casi todo lo que hacen es covid, entonces no están aprendiendo otras muchas cosas", añade Antxon. Esta circunstancia está haciendo que muchos sanitarios, especialmente médicos, prefieran otros destinos antes que entrar en un centro de salud.

Pero la situación es especialmente dura en Admisión, foco de la mayoría de quejas. "Es que no me cogéis el teléfono. Casi todos vienen con lo mismo. A veces no lo cogemos porque no nos da la vida, no porque no queramos. Somos los primeros interesados en que a las personas se les atienda bien. Pero en esta pandemia, y sobre todo en esta sexta ola, hemos estado desbordadas, el teléfono no deja de sonar mientras atendemos en el mostrador, hacemos el triaje, tramitamos bajas y altas y gestionamos carpetas de salud y pasaportes covid. Ha habido días que ha sido una locura. Por eso, casi nadie quiere trabajar en la Admisión de un centro de salud, porque es un trabajo muy poco gratificante y la gente en cuanto puede vuela. Bueno, menos yo (risas), que llevo más de 30 años aquí y la verdad que me encanta mi trabajo", expone Olga.