Uno de los baches en el proceso hacia la igualdad plena entre hombres y mujeres es la perpetuidad del llamado amor romántico. "Las relaciones en casi todos los ámbitos están impregnadas de ello", reconoce Nora Sobejano, educadora social y miembro del Talde Feminista de Berriozar.

Pero, ¿qué es el amor romántico? Según explicó la psicóloga experta en feminismo Rosa Collado en un reportaje publicado en El País, "significa que yo voy a crecer emocional y personalmente a través de otro, es decir, que se presupone que a mí me faltan cosas que otro tiene que completar", definió, señalando que este ideal "educa a las mujeres a entregar todo lo emocional, cuidados, comprensión, apoyo, y a ellos para aportar lo material: dinero, trabajo, ideas, movimiento".

Por tanto, es un problema en el que, sin querer, también colaboran ellas, algo que Nora cree que desde su adolescencia, hace ya una década -ahora tiene 25 años-, apenas ha evolucionado: "Por un momento, hace un tiempo, pensé que la cosa estaba cambiando. Pero luego la que cambié fui yo y vi que no había cambiado nada. Algo ha tenido que pasar". "O algo no ha pasado...", le contesta la hostelera Natalia Ecay, ante los gestos de afirmación del resto de la mesa.

"Tenemos un imaginario del amor que las mujeres sufren más porque forma parte de nuestra identidad y es una manera de vincularnos al amor distinta, es una cuestión subjetiva vinculada a la socialización", argumenta la socióloga Patricia Amigot.

Uno de los principales cambios en esta última década en la socialización es la aparición de las redes sociales, una nueva forma de comunicarse que también entraña nuevas formas de violencia y de control. "La gran mayoría de los delitos de hace 30 años tienen su reflejo en el mundo virtual", advirtió hace unos meses Miguel Ruiz Marfani, responsable del grupo de delitos informáticos de la Policía Foral, que destaca un incremento de los delitos vinculados a amenazas, el espionaje, el acoso o las extorsiones.

"Las redes sociales son muy peligrosas en este aspecto y no hay ningún tipo de formación, siempre está ahí el control de le has dado a me gusta, deja de seguir a todos los tíos y eso me preocupa y me asusta", admite Nora desde su perspectiva juvenil, a lo que Eva Aoiz, gerente de UCAN, le expone sus impresiones: "Me da la sensación en vez de avanzar hacia unas relaciones más sanas o mantenernos en la fatal relación actual, estamos haciendo que las mujeres se unen a ese control con las redes. En vez de avanzar todos, cambiamos todos", sentencia en la que coincide la berriozartarra.

Sin embargo, hay esperanzas en las nuevas generaciones, que "vienen empoderadas y pisando fuerte", lo que teje una red de apoyo ante situaciones de machismo. "Me gustaría hacer un especial reconocimiento a las amigas, que son un apoyo que veo ahora a las jóvenes. Cuando me lo cuentan digo menos mal que aunque sea entre nosotras nos cuidamos, y veo esperanza en esa parte", muestra Nora.

Ellos siguen siendo un freno

No obstante, la mayor conciencia de las más jóvenes tiene su reacción en el sexo opuesto. Los avances en la lucha por la igualdad logrados en los últimos años ha llevado a conclusiones equivocadas por parte de muchos, que creen que el proceso, todavía inconcluso, ya ha finalizado.

El pasado enero, el Instituto de Estadística de Navarra, Nastat, publicó los resultados de la 'Encuesta Social y de condiciones de Vida', de los que se extraía que de 2016 a 2020 había aumentado del 7,7% al 16% el porcentaje de hombres que valora que la situación es "de total igualdad" con las mujeres. Esta cifra choca con las respuestas de ellas: solo un 4,8% considera que ha llegado la equidad, una cifra que apenas ha crecido 1,1 puntos en esos cuatro años. Sensaciones que comparten las nueve mujeres que participaron en el coloquio y que demuestran que, en este camino, los hombres juegan un papel importante, en algunos casos como freno para lograr este objetivo.

"Me parece que ha habido una mayor toma de conciencia, que hemos conseguido por las políticas y el movimiento social que la violencia hacia las mujeres se ponga en el centro, pero importa hasta cierto punto, porque lo que importa se refleja en recursos y luego no los hay. Mis alumnas tienen una mayor conciencia, pero en los chicos no lo tengo tan claro", introdujo Patricia Amigot.

"El patriarcado está reaccionando. Se están viendo acorralados porque la mujer sabe, estudia, trabaja, y el hombre está reculando. En la sociedad, a los hombres, aunque son hijos de nosotras, les cuesta mucho más cambiar", asegura Isabel Díez.

"Ellas están viendo cosas, pero estamos teniendo problemas con los chicos. Se reproduce una cierta masculinidad con violencia, agresividad, porque reciben mensajes contrapuestos como que estamos en igualdad. Es bastante serio y me parece muy preocupante, sobre todo en el ámbito de violencia sexual", subraya Patricia Amigot.

La lacra de la violencia continúa

El debate, en pleno 2022, va más allá de la violencia de género, pero este es un tema que, desgraciadamente, no se puede dejar de lado. El año pasado 662 mujeres navarras de menos de 30 años denunciaron violencia machista el año pasado, un 20% más que en 2019. "Sigue siendo sangrante", define la moderadora, Vanina Vázquez, recordando a las 12 víctimas asesinadas este año en el Estado. La primera de ellas fue la profesora de Tudela Sara Pina Yeregui, de 38 años, fallecida el 8 de enero.

A pesar de que cada vez haya más empoderamiento por parte de las mujeres y más nociones para conocer cuándo y cómo se sufre la violencia continúa fallando algo, que Patricia Amigot identifica que está "en la esfera relacional" con ellos: "Las mujeres pueden sentirse empoderadas pero en la esfera relacional con los varones fallan. Es un ámbito de resistencia a la igualdad muy profundo, en la esfera relacional pasan muchas resistencias, y nos cuesta verlas", expone.

Con ella coincide Isabel Díez, que resalta lo "sutil" de la violencia psicológica, que a veces "te das cuenta que la has sufrido a los 90 años". Sobre la sexual, Díez puso el foco en la pornografía, algo que consumen buena parte de los jóvenes -casi 7 de cada 10, según un estudio de Save the Children- y por lo que "han aumentado las violaciones en grupo, porque como ven que la mujer goza hay que hacer lo mismo". "Tenemos tan interiorizadas las violencias que nos resulta difícil verlas. Estamos en una crisis moral, no tenemos criterio, nos falta una especie de camino que hay que tomar", destaca.

Uno de los grandes errores al hablar de la violencia machista es la tendencia a pensar que el agresor y la víctima tienen un perfil determinado, normalmente encuadrado en familias desestructuradas o en situación de exclusión. Pero nada más lejos de la realidad. Por ejemplo, Sara Pina, la última víctima en Navarra, era docente; Blanca Esther Marqués, asesinada en 2017 en Burlada, trabajaba en el departamento de Derechos Sociales; y Ana Delgado, a la cual abandonó su marido pensando que la había matado en Azagra el año pasado, trabajaba como enfermera. "Tenemos estereotipos de agresor y víctima, los proyectamos muy lejos y eso hace distorsionar", explica Patricia Amigot desde el punto de vista académico.

La reacción: El término 'feminazi'

El empoderamiento de la mujer está llevando a un rechazo por parte de un sector de hombres que, viendo recortados sus privilegios, utilizan la palabra 'feminazi' para desprestigiar el movimiento feminista.

"Cuando salen estos temas en el bar, la contestación es os estáis pasando. Y después, yo siento en mi comunidad que la 'feminazi' tiene un costo social, hay también mujeres que se quedan como observadoras y en un pueblo enseguida te cuelgan el cartel. He escuchado esa palabra, y sin escucharla la he sentido", denuncia Rakel Cabodevilla, viticultora de San Martín de Unx.

"Hay un sector masculino que se lo toma como una guerra que estamos haciendo contra ellos. Y algunas mujeres también", confirma Eva Aoiz. La misma sensación le produce a Patricia Amigot: "Las que tenemos unos años llevamos tiempo escuchando lo mismo". Para ella, "el poder es relación", y el camino a la igualdad pasa por la colaboración de unos hombres que si bien "se están cuestionando" la situación todavía "son pocos". "Yo me puedo empoderar, pero si por el otro lado no hay comprensión y deconstrucción...", llama.

Desde una mirada más joven, el problema se ve de manera similar. "Creo que hay una carencia terrible y una falta de educación para ellos. A nosotras se nos forma y nos empoderamos, estamos cogiendo un poder muy fuerte y muy importante, pero ellos no. A nosotras se nos pone el compromiso de educarles a ellos, y se está formando una desigualdad terrible, porque encima te llaman 'feminazi'", manifiesta Nora.