Un vigilante de seguridad ha sido condenado por un juzgado de Pamplona como autor de un delito continuado de apropiación indebida por haber robado dinero de varios cajeros automáticos de entidades bancarias. Se le ha impuesto una pena de 23 meses de cárcel y la obligación de pagar 1.810 euros en concepto de indemnización a la empresa para la que trabajaba.

El acusado, A.F.L., que trabajaba para la empresa Prosegur desde 2017, se encargaba de acudir junto con un conductor y un escolta a recoger el dinero de los cajeros automáticos de distintas entidades financieras y la recaudación de otros establecimientos comerciales.

En los cajeros automáticos el único dinero a la vista era el recogido en el llamado cajetín de rechazo, lugar en el que se almacenaban billetes que no habían sido recogidos por los usuarios, que no habían superado los controles para ser suministrados, tarjetas de crédito olvidadas por un titular o que no habían sido devueltas por motivos de seguridad.

El acusado, aprovechando que por su condición de porteador tenía acceso a dinero en los cajeros, desde el 15 de marzo de 2019 hasta el 29 de mayo de 2019 se apoderó de diversas cantidades de dinero. En concreto, las apropiaciones se produjeron en cajeros de Burlada (50 euros), la Clínica Universidad de Navarra (640 euros), Olazti (110 euros), Mendillori (460 euros), Clínica de Ubarmin (420 euros) y Aoiz (130 euros), hasta sumar 1.810 euros.

CAYÓ EN LA TRAMPA

Ante las sospechas de la actuación delictiva por parte del trabajador, dos técnicos depositaron 480 euros en el cajetín de rechazo del cajero situado en el centro comercial de Itaroa. Ese mismo día, el acusado se apoderó del dinero depositado en el cajetín de rechazo y no lo introdujo en la bolsa destinada al efecto.

Al llegar al Departamento de Gestión del Efectivo los operarios comprobaron que en la bolsa precintada no estaban los 480 euros del cajero, por lo que se dio aviso al encargado, que instó al acusado a que acudiera a una sala de reuniones donde estaban otros responsables de la empresa y trabajadores. Allí se le dio explicación de los motivos de la reunión, y se le instó a que devolviera el dinero y firmara su carta de despido.

El encausado, que negó en todo momento los hechos y se opuso a ser registrado por personal de Prosegur, indicó que podía estar la bolsa olvidada en el furgón, algo que se comprobó sin resultados. Tras varias horas de reunión, y cuando se estaba llamando a la Guardia Civil ante lo infructuoso de la reunión, el vigilante accedió a ser cacheado.

En ese instante, cuando todos se levantaban de la silla para ir a la sala que dispone de cámaras en donde se grabaría el cacheo, el acusado tiró al suelo los billetes del cajero de Itaroa, cuya numeración coincidía íntegramente con la de los billetes depositados previamente.