Luciendo el dorsal 292, Pilar Ciraqui (Funes, 1970) entró emocionada en la meta de la plaza del Ayuntamiento de Pamplona, coronándose como vencedora femenina del medio maratón Zubiri-Pamplona. La funesina de 52 años afincada en Peralta –que sorprendió a todos debido a su veteranía– trabaja de administrativa en dicho pueblo, pero su pasión es el atletismo. La fondista consiguió ser campeona de Navarra en su juventud y ha participado en los maratones de San Sebastián (2017) y Valencia (2019). La protagonista del pasado domingo, que retomó el deporte tras 14 años parada, entrena con el Peralta Atlético tres veces por semana y asegura que seguirá en el atletismo “mientras pueda”, deporte que le "ha ayudado mucho en su vida".

¿Cómo fue la carrera?

–El día no era el apropiado, había mucho viento, así que quise ir con tranquilidad, hacerla despacio y ver venir. Salí a hacer mi carrera. Yo iba a mi ritmo y al llegar al kilómetro 11 me di cuenta de que iba muy bien, por lo que intenté tirar un poco más a pesar de que me pudiese castigar el viento. Iba tan tranquila que en el segundo avituallamiento me paré en la mesa a beber porque soy un poquito torpe con los vasos (ríe). No era consciente de que iba segunda hasta que me lo empezó a decir la gente del público. Entonces vi a la primera, intenté alcanzarla y lo conseguí.

"Entré prácticamente llorando de la emoción a la meta. Estoy muy agradecida por la gente que me animó tanto en esos últimos momentos".

¿Cómo fue ese último tramo por la cuesta de Santo Domingo?

–Fue emocionante a más no poder. Alcancé a la primera que iba con la bici de primera dama y entonces dijeron que quedaban 600 metros. Íbamos juntas y tiré al empezar la cuesta porque me veía con fuerzas. Arriba estaban mi marido y mi hijo y se sorprendieron mucho cuando vieron que la primera mujer que llegaba era yo, así que empezaron a gritar. La gente de Pamplona se volcó conmigo al verme. Entré prácticamente llorando de la emoción a la meta, pasó todo en un kilómetro. Estoy muy agradecida por la gente que me animó tanto en esos últimos momentos.

A la gente le sorprendió mucho que una mujer de 52 años ganara una prueba tan dura.

–Al igual que yo estaba sorprendida de lo que estaba pasando, ellos también. Lo agradezco mucho, me volví y aplaudí a la gente por su ánimo y el momento tan emotivo que viví. 

¿Qué ha supuesto para usted la Zubiri-Pamplona?

–Una alegría muy grande. Esto es muy difícil que se vuelva a repetir, pero significa que el esfuerzo da sus frutos.

Corrió también la Roncesvalles-Zubiri en 2017 y quedó tercera.

–Sí. En esta hice 1 hora y 30 minutos. En la Zubiri-Pamplona gané con cinco minutos más, soy consciente de que esa marca no era como para ganar, pero faltaban personas como Ana Llorens. La Roncesvalles-Zubiri me gusta, es un poco más dura, pero es muy atractiva.

¿Con qué intención fue a la prueba?

–A hacerla como otros años. Aunque bueno, una vez nos colocamos el dorsal la cosa cambia porque al final eres un poco competitiva y siempre vas a hacerlo lo mejor que puedas.

"El recorrido de la Zubiri-Pamplona es muy bonito, la gente te anima, es muy cerca de casa, etc. Cumple unas expectativas que no cumplen otras carreras de fuera"

¿Se apuntará a la siguiente?

–Sí. Para mí es una carrera nuestra, de aquí. Solemos subir en grupo y luego nos quedamos a comer. El recorrido de la Zubiri-Pamplona es muy bonito, la gente te anima, es muy cerca de casa, etc. Cumple unas expectativas que no cumplen otras carreras de fuera. Yo no me iría a correr a Granada por ejemplo, pero aquí sí. La repetiré mientras pueda.

¿Cómo vive el atletismo?

–Estoy en el equipo Peralta Atlético. Nos juntamos un grupo que nos hacemos llamar el Grupo C porque hay unas 100 personas en el equipo y a los que corren más les decimos el Grupo A. Solemos quedar martes, jueves y el fin de semana para entrenar, aunque si estoy preparándome para una carrera salgo cuatro días, como cuando corrí los maratones de San Sebastián y Valencia. El de San Sebastián, en 2017, es el primero que corrí con 47 años e hice 3 horas 22 minutos. En el de Valencia, en 2019, conseguí bajar 2 minutos.

¿Esta afición le viene de lejos?

–Cuando era niña, el equipo de Olite, el Erri Berri, nos fichó a cuatro chicas de Funes. Entrenábamos tres días y los fines de semana competíamos en Burlada. Me acuerdo que con los que más pelea teníamos era con los del Pamplona Atlético. Esos años fueron muy buenos. Hicimos muchos amigos y cogimos un cariño especial a Olite. Yo conseguí ser campeona de Navarra de fondo, me fue muy bien.

¿Por qué lo dejó?

–Desapareció el club. Estuve por lo menos hasta los trece porque tengo copas de campeona de Navarra de 1983. Sí que seguí algún año más porque me acuerdo que gané la primera edición de la San Silvestre de Lerín en 1985, pero creo que el Erri Berri ya no estaba o le quedaba poco.

"Mientras pueda seguiré haciendo deporte porque me ayuda. Me gusta mucho salir a correr y disfruto un montón"

¿Qué hizo tras la desaparición?

–Estuve muchos años sin hacer deporte. A mí me gusta el deporte al aire libre y en esos tiempos no existía la variedad que hay ahora. Era hacer gimnasia de mantenimiento o gimnasio. Lo dejé, me casé, formé una familia y entre una cosa y otra estuve 14 años sin correr. Al final retomé el deporte porque me ha ayudado siempre en mi vida personal cuando he tenido algún problema.

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¿Le ve el final a esto de correr?

–No, mientras pueda seguiré porque me ayuda. Me gusta mucho salir a correr y disfruto un montón. Cuando voy a carreras y veo a gente más joven que yo les digo: “Oye mirad, os voy a seguir dando guerra, aún me queda”. Lo malo es que nunca sabes por dónde te va a salir el cuerpo, por ejemplo la pandemia la noté mucho. Cuando hice la maratón de Valencia me animé tanto que quise hacer otra entrenando mucho más, pero vino el coronavirus y se me vino todo encima. No he vuelto a correr como antes de la pandemia, pero ahí voy. Me da rabia no poder estar igual que antes, pero bueno, la vida es así.