Dijo Chus Mateo, después de derrotar el viernes al Barça en la semifinal de la Euroliga (66-78), que su equipo se había ganado el derecho a soñar un partido más. Vista la confianza que destila el Real Madrid, pese a que Olympiacos parte como favorito para la final de este domingo (19.00 horas), nada impide a los blancos soñar con su undécima ensaladera.

Agarrados al extraordinario nivel de Walter Tavares, que en cuartos fulminó al Partizán, y frente al Barça se erigió en dominador absoluto del partido (20 puntos, 15 rebotes, 4 tapones, 9 faltas forzadas y 39 de valoración), el Madrid se siente capaz de todo.

Porque cuando un equipo como el blanco sale indemne de una eliminatoria al límite –como ante Partizán–, pese a las lesiones y la sanción de Yabusele; y después acaba con el Barça –que también partía como claro favorito–, se siente imbatible.

Por eso, aunque Olympiacos parece un escalón por encima, el Real Madrid es el más competitivo y luchará por su undécimo título europeo.

Atesoran los capitalinos 10 títulos, entre Euroliga y la antigua Copa de Europa, y han perdido nueve finales. Como insiste Chus Mateo, “ganar o perder es parte del juego”, pero “dejarse el alma forma parte de nuestra historia y de nuestro club”. “Tenemos a un oponente muy sólido enfrente, es muy difícil de batir, pero tendremos nuestras opciones, seguro”, dijo el técnico madridista, que apela a la unidad de su equipo para sacar adelante cada partido.

“Siempre buscamos nuestra oportunidad y estamos a una sola victoria del título. Estamos cerca de la final, nuestro objetivo está muy claro y este tipo de adversidades nos ha hecho más fuertes”, insistió.

El partido del domingo será un duelo entre dos estilos diferentes de baloncesto, aunque basados en dos cincos muy potentes: Walter Tavares y Moustapha Fall, dos jugadores de 2,20 metros que marcan las inercias en defensa y en ataque. “Fall me lo va a poner muy difícil, pero yo me siento bien. Va a ser un placer jugar contra él”, insistió ayer Tavares.