El colegio San Cernin ha celebrado este sábado la 11ª. edición del 14 horas basket, un torneo que, bajo mucha música y buen ambiente, hizo reunir a buenos y antiguos amigos para pasar un día dedicado a este deporte. A las 9.00 horas, el sonido de los balones botando en el suelo ya era más que evidente. Y no pararon de hacerlo hasta 14 horas más tarde.
Las ocho canchas del colegio se llenaron para poder dar paso a un torneo de 5x5, en el que los equipos, formados por un mínimo de siete y un máximo de diez jugadores, jugaron por la mañana un sistema de liguillas y un concurso de triples entre fases. Y, por la tarde, una fase de eliminatorias a partido único.
Un día que culmina con la final femenina y masculina, a las 22.00 y 23.00 horas, respectivamente, y una entrega de premios en la discoteca Enter de Pamplona.
Alrededor de 350 personas, de entre 16 y 50 años, y de varias Comunidades Autónomas, pudieron sumarse al gran evento que ha girado en torno a un objetivo y deporte común: disfrutar del baloncesto. A pesar de todo el trabajo que supone la organización de un evento de estas características y de las horas de sueño acumuladas, así lo aseguró también Iñaki Narros, exjugador durante 22 años en las categorías FEB y organizador del torneo: “La intención es que, al margen de la competición y de los resultados, la gente se lo pase bien y disfrute de un día dedicado a este deporte”.
Una intención que caló y se convirtió en un objetivo compartido también entre los participantes. Marcos Portález, exjugador de Basket Navarra y actual jugador de la Liga LEB en Saski Baskonia B (Vitoria), antiguamente conocido por Fundación 5+11, afirmó que “este torneo es una forma de disfrutar del baloncesto y de reunirte con amistades que no veías desde hacía años”. Una impresión a la que también se sumó Valeria Mayo, jugadora del Basket Zaragoza: “Pasar este día con personas que comparten tu misma afición es una suerte”, añadió.
Asimismo, Tamara Blanco, jugadora del Unibasket Logroño también pensó que “este torneo es una gran oportunidad para reencontrarte con amigas de Primera Nacional y poder estar con ellas de nuevo”, así como también “poder seguir jugando aunque ya haya terminado la temporada”, apuntó Cristina Molinuevo, jugadora del Araski.
14 horas basket ha sido testigo de un día con mucho baloncesto, pero también de un sentimiento común entre los jugadores y de una idea que se escuchaba por todas las canchas de San Cernin: amistad.