El baloncesto navarro celebra un regreso de lujo. César Rupérez, entrenador navarro con una brillante trayectoria internacional y plata olímpica con la selección española femenina en Río 2016, ha vuelto a su tierra para aportar su experiencia al programa de tecnificación de la Federación Navarra de Baloncesto. Tras casi 15 años trabajando fuera de la Comunidad Foral, el técnico pamplonés inicia una nueva etapa marcada por la formación y el desarrollo del talento local.
“Me fui hace muchos años, casi 15, la primera temporada en la que estuve entrenando fuera fue en 2012”, recuerda Rupérez. “He estado fuera, pero la verdad es que he estado en contacto, he vivido todo lo que ha ido pasando y siempre he seguido muy cerca los equipos de referencia, tanto masculinos como femeninos”.
Durante su ausencia, Rupérez ha seguido la evolución del panorama baloncestista navarro. “Cuando yo lo dejé, estaba el Obenasa en Liga Femenina Endesa y el Basket Navarra en la antigua LEB Plata”, comenta. “Ahora tenemos una situación parecida, con el Construcciones Osés en la Liga Femenina Challenge, que acaba de descender, y el Castillo de Gorraiz-Valle de Egüés en la Segunda FEB. No ha cambiado mucho: proyectos que intentan mantener estabilidad económica, social y deportiva, con la mayor participación de jugadores navarros posible, en un entorno muy complicado como es el baloncesto profesional”.
Pero si algo destaca Rupérez, es la transformación en la base: “Sí que he notado algún cambio en las categorías inferiores, por la aparición de academias como la de María Asurmendi o las instalaciones de los hermanos Urtasun (AIT). Eso le ha dado un toque diferente al trabajo que se hace en formación, y ha tenido cabida en el ecosistema del baloncesto navarro de forma muy positiva”.
Futuro optimista
El entrenador navarro se muestra especialmente optimista respecto al panorama femenino: “El futuro siempre ha sido y ahora lo es de manera especial, muy bueno, diría que casi brillante”, afirma con convicción. “Tenemos muchas jugadoras en las dos primeras divisiones españolas, una en Italia, otra en Estados Unidos… y un volumen de jugadoras sénior que en otras comunidades de nuestro tamaño sería un orgullo. Además, en categorías inferiores la presencia de navarras en concentraciones de la selección española es amplia”.
Rupérez cita nombres propios: “Sandra Dávila, Beatriz Asensio, Carla García –que ha ido este año al Siglo XXI–… El baloncesto femenino navarro tiene muy buen nivel. Además, el proyecto de Ardoi, pese al varapalo del año pasado, afronta una temporada clave para consolidarse como escaparate del talento local”.
Tras más de una década trabajando en el baloncesto internacional —con etapas en clubes de la máxima competición europea y en selecciones nacionales—, Rupérez reconoce que esta nueva etapa tiene un componente muy personal: “En este impasse en el que no estoy entrenando en ningún equipo, quería estar activo y hacer cosas que me motivasen”, explica. “Cuando la Federación Navarra de Baloncesto me presentó este programa, me pareció que estaba muy bien planteado, con mucho soporte del Gobierno de Navarra para que las jugadoras tengan el entorno necesario para maximizar su potencial y dar ese último salto hasta los equipos de élite”.
“Creo que puedo aportar desde mi experiencia para que el funcionamiento en el día a día sea bueno. También estoy intentando hacer formación de entrenadores, trasladar mis experiencias para que el nivel técnico en Navarra siga creciendo”.
La meta está definida: “Aspiro a que las jugadoras que estén en el programa mejoren su nivel, se acerquen al necesario para competir en categorías profesionales y ayudarles en todo lo que sea necesario”, concluye Rupérez.