Si el calor de una afición se pudiese medir en terminos deportivos, la del Helvetia Anaitasuna habría ganado ayer por goleada. Quizá por eso, por no haber podido corresponderles, la decepción de los jugadores navarros al término del encuentro era aún mayor. Y es que la afición blanquiverde respondió de manera mayúscula al llamamiento del club. No sólo acudió de manera masiva a Guadalajara, sino que una vez allí animó como los que más e hizo que el Anaita jugase como en casa.

A las 12.00 horas del mediodía cerca de medio centenar de aficionados de Anaitasuna ponían rumbo a Guadalajara desde Pamplona en un autobús organizado por el club. Desde un poco más al norte, desde Doneztebe, una horda de aficionados vinculados al club Erreka hacían lo propio con Txomin Mindegia (padre de Niko Mindegia) a la cabeza. Al mismo tiempo, otros muchos hinchas navarros hacían las maletas rumbo a Asobal en sus vehiculos particulares. El resultado fue una marea blanquiverde númerosa y, sobre todo, bulliciosa.

Así, al comienzo del encuentro no había color entre el calor que tranmitían una y otra afición. Tras el descanso, los aficionados del Pozoblanco levantaron la cabeza al tiempo que su equipo se fue entonando. Los aficionados de Anaitasuna bajaron algunos decibelios. Pero no fue más que un pequeño momento de bajón. En pleno toma y daca, con el partido durísimo, la afición navarra volvió a despuntar. Ni siquiera la tortura de los penaltis les acalló. Y al término del encuentro, con las luces del pabellón apagadas, sólo lucía una pancarta. Gora Anaita!, decía.