Tinder, en su empeño por conseguir que los desparejados que lo deseen encuentren su alma gemela, y también por no quedarse atrás de su competencia, ha dado un paso adelante y ha lanzado un modo entrenamiento para que quien lo desee pueda probar sus habilidades sociales en este terreno antes de saltar al ruedo de los match.

Este juego solo está disponible en Estados Unidos, se llama The Game Game y los usuarios pueden coquetear con bots generados por inteligencia artificial.

Las aplicaciones online para citas se ayudan de la IA para que los usuarios experimenten la mejor conexión posible. Freepik

Juego y normalización

Este juego ha sido desarrollado con tecnología de OpenAI. En él se invita a los usuarios a sumergirse en escenarios sencillos y simpáticos que simulan situaciones de la vida cotidiana. Así, los usuarios interactúan con personajes creados por inteligencia artificial mediante comandos de voz. Al final de esta interacción, la aplicación evalúa su nivel de coqueteo en una escala de tres llamas. Además, durante la conversación, la IA te ofrece sugerencias para reconducir la situación en momentos críticos.

“Este proyecto nos dio la oportunidad de experimentar cómo la IA puede hacer que las citas online sean un poco más divertidas y un poco menos intimidantes”, afirma Alex Osborne, director de Innovación de Producto de Match Group. También añadió: “Trabajamos con OpenAI para crear algo desenfadado pero basado en la tecnología real: una mezcla de personalidad, feedback y el juego justo para mantener a la gente alerta”.

Más allá del desenfado y el supuesto entrenamiento, The Game Game muestra la apuesta de Tinder por este tipo de tecnología. Otras apps como Blush, Teaser y Rizz ya ofrecían simulaciones también con IA y le estaban comiendo el terreno. Por ello, Tinder está buscando posibles aplicaciones de esta tecnología dentro de su propia aplicación.

Las zonas de sombra

Este uso de la inteligencia artificial, aunque aquí se presente como un divertimento, no está lejos de una realidad que nos rodea y que proyecta alguna sombra. El hecho de normalizar la interacción romántica con bots de IA plantea muchos interrogantes sobre nuestra sociedad. ¿Estamos entrenando nuestras habilidades sociales o es una forma de evitar relaciones sociales?

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Sara Caldwell, responsable de preparación para el mercado de OpenAI, defiende que “están implementando OpenAI de forma inteligente en sus productos para ayudar a las personas a adquirir confianza y habilidades prácticas”. “Tinder está utilizando la IA para crear experiencias divertidas y atractivas con la intención de facilitar las conexiones en el mundo real y hacer que las citas den un poco menos de miedo”, concluye.

Ante esto, y sin entrar en situaciones que lleguen a poner en riesgo la salud mental de nadie al llegar a confundir el mundo real con el mundo digital que pueda llegarnos a través de una pantalla, esta utilización de la IA para simular encuentros reales ha despertado cierta alarma. Por ejemplo, el diario británico The Guardian ya ha alertado sobre los riesgos de sustituir las interacciones humanas y las conexiones reales, siempre con un cierto riesgo, por interacciones artificiales cómodas y controladas en las que sabemos que nada puede salir mal o que, si lo hace, no es real.

Los perfiles falsos con ánimo de engaño han sido sustituidos por chatbots con mejores conversaciones que algunos humanos..

El ‘chatfishing’

Las aplicaciones de citas, en lo relativo a la inteligencia artificial, se enfrentan a un nuevo desafío: el chatfishing. Este nuevo anglicismo da nombre a la práctica en la que usuarios reales utilizan herramientas de inteligencia artificial, como ChatGPT, para escribir mensajes, mantener conversaciones o incluso seducir a otras personas. Es una evolución del ya veterano catfish, donde el engaño se basa directamente en una identidad falsa para un interlocutor real. Con chatfishing, se hace creer que se ha conectado emocionalmente con una persona real, cuando se trata de un bot.

Dejando de lado los usos directamente delictivos, las estafas, esta práctica también se da cuando se usa para hacerse pasar por lo que no se es, para simular una personalidad, unas cualidades y unas habilidades sociales que en realidad salen de una inteligencia artificial convertida en un Cyrano de Bergerac digital.

El chatfishing no implica necesariamente la creación de perfiles falsos. Quienes lo practican suelen ser personas reales que recurren a la IA para desarrollar una conversación atractiva, ingeniosa o que reaccione a los intereses de la otra persona. Empleando un generador de texto, se obtienen mensajes personalizados capaces de mantener el interés del interlocutor.

Para las víctimas, la sensación es distinta: el descubrimiento de que sus emociones fueron dirigidas por un algoritmo genera frustración, pérdida de confianza y una nueva capa de desconfianza hacia las aplicaciones de citas. En este terreno, la frontera entre lo humano y lo automatizado se difumina y se plantean dilemas éticos y emocionales sobre la autenticidad de las relaciones digitales.