- La subida del Passo Furcia, que se coronaba a apenas 24 kilómetros de la meta de la tercera etapa del Tour de los Alpes, fue el momento y lugar escogidos por el Ineos para tratar de dinamitar la carrera, para minar el liderato de un Pello Bilbao que resistió los embates del equipo británico, al que trataron de catapultar Eddie Dunbar y Pavel Sivakov. A la guerra se sumó Romain Bardet, otro recluta que busca con ahínco el maillot verde. El debate por la clasificación general tenía escenario de batalla, un Passo Furcia que promedia 6,4% de pendiente y se estira durante 12,3 kilómetros etiquetados como primera categoría. Era el techo de la etapa, esa cúspide que estruje piernas y pulmones, y donde se buscó comprometer a Bilbao.

El líder gernikarra, estimulado por el triunfo en la segunda jornada de la carrera pero embutido en el peso de la jerarquía, respondió solvente, arropado por un Bahrain donde volvió a encontrar la generosidad y entrega de Mikel Landa, como sucediera en el lanzamiento del esprint del día previo. Pello Bilbao ascendía además con esa tranquilidad que concede saber que la fuga del día, que fructificó con el destacado Lennard Kamna alzando los brazos en la meta de Villabassa y con el meritorio Jonathan Lastra en tercera posición, no amenazaba su condición. En el grupo de los aventajados, el peligro lo representaba un Hamilton que aparecía a 4:23 en la general. Unai Iribar fue otro de los integrantes de la escapada, aunque cedería con el transcurso de los kilómetros. El ciclismo vasco reclamaba su cuota de protagonismo con el Giro a la vuelta de la esquina, porque el Tour de los Alpes es su laboratorio.

“El Ineos se moverá”, advirtió un clarividente Pello. El enemigo viajaba al lado, pendiente de lanzarse como una jauría a por su presa: Pello Bilbao. Sivakov, Miguel Ángel López, Dunbar, Arensman, Bardet... abrían sus fauces para lanzar dentelladas. Preparado para la defensa, el de Gernika resistió. Lo hizo sin ceder un segundo ante los hombres fuertes de la carrera, volviendo a mostrar su versatilidad, porque lo mismo desciende como un esquiador, que esprinta como un velocista, que escala como un alpinista. Sigue creciendo el gernikarra.

“Hemos tenido algunos ataques difíciles, especialmente en la subida, y los esperábamos por parte del Ineos. Continuarán en esta línea, seguro”, comentó Bilbao, que apeló al concepto de equipo para justificar su vestimenta: “Pero nosotros tenemos la suerte de tener este equipo a mi alrededor. Y qué decir de Mikel, de tener a un corredor como él para controlar la carrera... Para mí es fantástico”. Bilbao restó una exigente jornada conservando la misma ventaja con la que partió antes de rodar los 154 kilómetros que nacieron en Lana: 6 segundos sobre Bardet, 12 sobre Valter y 16 sobre nueve corredores y 20 sobre Landa y Mikel Bizkarra, que ayer se integraron en el grupo de los favoritos y son 13º y 21º, respectivamente.

La cuarta y penúltima etapa unirá Villabassa con Kals am Grossglockner tras recorrer 142 kilómetros que aglutinan seis ascensiones, aunque solo dos puntuables. “Quizás la última subida no será tan difícil, pero es una etapa que se prestará para realizar movimientos tácticos”, señaló un cauteloso Bilbao, que vivirá un nuevo ejercicio de resistencia abrigado de verde.

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