El Tour vuelve a salir desde Euskadi 31 años después. El 4 de julio de 1992, la vuelta más prestigiosa del ciclismo internacional dio comienzo en Donosti con un prólogo de 8 kilómetros en el que se estrenó con victoria el por el entonces vigente campeón Miguel Induráin, que se embolsaría ese año su segundo Tour. Durante tres días, la afición vasca pudo disfrutar de sus mayores ídolos, que se marcharon por la frontera en la segunda etapa entre Donosti-Pau. 30 años, 11 meses y 27 días más tarde, la salida de la ronda gala regresa, esta vez desde Bilbao, con una primera etapa de media montaña de 182 kilómetros. El segundo día, los corredores arrancarán desde Vitoria-Gasteiz para acabar en Donosti. Al igual que en 1992, la tercera etapa comenzará desde Euskadi (Amorebieta-Etxano) y concluirá en territorio francés (Baiona). El villavés Miguel Induráin –pentacampeón del Tour y con siete victorias en tierras euskaldunas brillando en su palmarés– recuerda aquel Tour del 92, analiza los primeros días de esta 110ª edición y comparte su experiencia pedaleando en carreteras vascas.

La última vez que un Tour salió de País Vasco fue en 1992, ¿qué recuerdos le trae? Comenzó fuerte ganando el prólogo en Donosti.

–Fue intenso porque salía de casa, con toda la afición, con el paisaje y todo lo que significaba. Disfruté a medias porque tenía mucha responsabilidad y no podía disfrutar de la gente. Estaba más concentrado en la prueba y la verdad es que salió bien; conseguí la victoria del prólogo. Al día siguiente la etapa fue complicada porque llovió, pero perdí el maillot y estuve más tranquilo y más relajado.

La segunda etapa, que también salió de Donosti, acabó mejor en Pau.

–Sí, luego ya otro cogió el líder y llevaba la responsabilidad de la carrera. Se empezó con intensidad, pero nos fue bien los primeros días.

Pese a no poder disfrutar mucho de la afición por esa presión, imagino que no fue igual empezar el Tour en Donosti que empezarlo en Lyon, como en el 91.

–Lo que pasa es que ya estabas metido en carrera y te daba igual ir a un sitio o a otro porque no puedes disfrutar de estar con la gente ni de hablar con ellos. Bueno, estaba en casa y parte de la organización era gente del ciclismo de aquí y les conocías, entonces entre el idioma y todo se te hacía más fácil. Pero al final estás metido en carrera y no te da para mucho. Estás haciendo tu trabajo, estás centrado, probando bicicletas y material, probando el prólogo, el recorrido... Te da igual estar en Donosti que estar en Lyon, al final no distingues. Llevas tu ritmo de masaje y de descanso, no puedes estar con los amigos disfrutando del evento.

Y una vez terminadas las etapas, ¿se dio cuenta de que esa afición se hizo notar?

–Y en la carrera mismo. Cuando salí en el prólogo fue muy intenso. Había muchísima gente y luego he visto imágenes muy bonitas... la gente estaba volcada. Pero eso, se disfruta entre comillas por la responsabilidad que tienes, que todo salga bien o que no te caigas. Al final son una serie de cosas que te complican un poquito la salida.

La afición euskalduna ha sido siempre muy especial, ¿qué le hace diferente a las demás?

–Es una afición que se mueve mucho. Ha ido a los Pirineos, a los Alpes o a cualquier parte del Tour de Francia a seguirnos. Hay mucha gente que no tiene la oportunidad de poder desplazarse y que salga de aquí un evento como es el Tour, que pueda pasar por la puerta de tu casa y que te puedas acercar a pocos kilómetros a ver este espectáculo merece la pena. Además el organizador también sabe que es una buena afición y por eso se acerca y hace estos guiños de dar la salida. Esto la afición lo agradece y tienes esa cercanía.

¿Qué supone, entonces, que vuelva la salida del Tour 31 años después?

–El que no se va a los Pirineos puede ver a sus ídolos de cerca. Hace tiempo que se está hablando del Tour, de la carrera, de la salida y del evento. Al final los jóvenes lo van viviendo, lo van saboreando y eso crea afición. Siempre ha habido aquí mucha afición al ciclismo: ciclocross, pista... todo lo que significa la bici. Sobre todo los chavales jóvenes van a ver este año de cerquita a Pogacar, a Vingegaard, etc.

¿Irá a la salida en Bilbao?

–Sí, tengo la presentación de equipos, la llegada de Bilbao y luego iré a Donosti. No puedo ir a todo porque es complicado también. Espero que la pandemia nos deje disfrutar porque el Giro también empezó sin restricciones y luego tuvieron que cerrar porque empezó a enfermar la gente. En nuestro deporte hay tanta cercanía con el público que es un poco complicado, no es como un estadio en el que estás jugando y tienes una distancia, aquí estás muy cerca. Tienes contacto en los autobuses, en los hoteles, en las llegadas, en las salidas... espero que ya esté un poco controlado. Y con los protocolos del Tour ya sabemos, igual no podemos disfrutar tanto como si estuviese todo libre, pero por lo menos nos acercaremos a ver a nuestros grandes campeones.

¿Cómo es pedalear por Euskadi?

–Es un terreno duro. No hay grandes subidas, pero es todo el día un sube y baja. Por ejemplo, la primera etapa de este año va a ser complicadísima. Ahí cerca de Bilbao, un sube y baja, curvas... Espero que haga buen tiempo porque, si no, se complica mucho más. Va a ser muy exigente, 3.000 y pico metros de desnivel para el primer día... alguno se llevará sorpresa. Normalmente suelen ser los finales de etapa más de transición para que la gente se vaya quitando esos nervios y esa responsabilidad que tiene durante todo el año. Suelen ser etapas más fáciles y más cómodas para ir soltando, pero este año alguno se va a llevar la sorpresa del recorrido que es. Es un trazado exigente y la gente ya se lo conoce en otras carreras, pero en el Tour siempre hay más intensidad.

¿Qué recuerdos tiene pedaleando como aficionado por País Vasco?

–Casi todo el calendario lo hacíamos por aquí. Para mí no era el mejor tipo de carreras porque hay repechos cortos y duros, aunque por suerte en aquella época no estaban todavía asfaltados los repechos que hay hoy en día. Era complicado, había que saber dosificar esos esfuerzos y eso con los kilómetros se hace. Se vivía también intensamente, no solo se vive lo que es profesional, sino que la afición sigue a todas las categorías desde cadete, juveniles, aficionados, etc. Todo el año estuvimos corriendo este tipo de carreras.

¿Le tuvo ganas a la Itzulia? Por una cosa o por otra nunca se dio.

–Conseguir ganarla no. Era una época en la que llovía y hacía más frío e intentaba huir de ese tipo de pruebas. Algún año la hice y conseguí, no ganarla yo, sino mi compañero Julián Gorospe. Alguna etapa también, pero era una prueba en la que no participaba muchos años por mal tiempo y porque intentaba buscar otro tipo de pruebas en el calendario.

En el 94 una lesión le perjudicó en su preparación para el Giro.

–Sí. Creo que fue en la etapa de Vitoria en la que salí, empezó a nevar y me dio un tirón. No corría la Itzulia, pero corría la Bicicleta Eibarresa. Esa la gané y la corrí algún año más. Era otro tipo de fechas, el recorrido era muy parecido y por calendario me venía mejor.

Cuando era aficionado, o incluso profesional, ¿se fijaba en algún ciclista de aquí?

–A mí en realidad el que me gustaba era Bernard Hinault en la época en el que él estaba a tope. Pero sí, en esos años había buenos corredores de aquí. Cuando empecé yo, ya estaba Marino Lejarreta o los Gorospe (Julián y Rubén), que luego llegué a correr con ellos. Había buena representación. Anteriormente también estuvo, ahora que ha fallecido, Txomin Perurena. Veías imágenes de él, del equipo Kas que pasaba por aquí cuando corrían la carrera de Pamplona o la carrera de Estella. Miguel Mari Lasa también. Siempre había buenos referentes y buenos ciclistas.

¿Actualmente hay alguno que le llame especialmente la atención?

–Han estado ahí los Izagirre (Ion y Gorka) o Mikel Landa, que es un buen representante. Buenos chavales. No son los top como puede ser Pogacar, pero tienen buen nivel y están ahí entre los favoritos, consiguen etapas y victorias. Luego hay equipos como Euskaltel, Kern Pharma, Caja Rural... tenemos buena representación de equipos y ciclistas.