LA narración televisiva del baloncesto de la selección siempre fue negativa. Los comentaristas, agoreros, siempre pendientes de las injusticias arbitrales y de las argucias de los contrarios. ¡Cuanta mala leche hemos hecho con Pedro Barthe!
Ayer en el épico partido contra Alemania los comentarios de sus especialistas rozaron el ridículo. Juanma Iturriaga repetía "a mi no me gusta hacer de entrenador pero no sé que pinta Ricky Rubio jugando en vez de Calderón". Ramón Trecet se lo pasó cuestionando a Pau Gasol lesionado "la decisión de retirarlo la tiene que tomar el banquillo para que juegue otro en su lugar". Al final Ricky y Pau fueron definitivos junto con Mark Gasol que hizo uno de los mejores juegos del campeonato. Con tanta negatividad los espectadores apenas pudimos disfrutar de un partido que desde el principio invitaba al optimismo. Ya me dirán qué ganan estos tíos subrayando errores y sin ver ni uno sólo de los aciertos de los jugadores. Es posible que su concepto del espectáculo se acabe justo en conseguir la victoria. La decisión arriesgada del entrenador de suplir a un desacertado Calderón por un Ricky Rubio nervioso era motivo suficiente para elaborar un argumento narrativo impresionante. Y qué les voy a decir de la valentía de Gasol jugándose el tobillo en cada acción. Esos momentos de baloncesto quedaron grabados para la posteridad en televisión pero me temo, que si los quieren revivir, tendrán que quitarles el volumen para no oír comentarios tan simplistas. Nadie reseñó el papelón de Marc Gasol o San Emeterio. Con lo largo que es el europeo los espectadores que no hayan tomado la decisión de bajar a cero el volumen van a acabar con los nervios destrozados de autoestima. O aborreciendo este deporte por negativo.