pamplona. Hoy lunes será enterrado a las 13.00 horas en el cementerio de Montjuic de Barcelona. Los siempre desapercibidos actores de doblaje tenían su excepción en Constantino Romero, que con su inconfundible voz consiguió inundar el teatro, la televisión y el cine. Albaceteño de nacimiento pero barcelonés de adopción, allí se fue a vivir con solo nueve años. Hacía sólo unos meses, el pasado diciembre, que había decidido poner punto y final a una carrera de 47 años en la que ningún medio se le resistió.

Y quizá, para demostrar eso, utilizó una nueva forma de comunicar, las redes sociales, para anunciar su despedida que realizó haciendo uso de una de las grandes frases de la televisión: "That's all folks" (Esto es todo amigos).

SU TRAYECTORIA

Sin duda, donde mejor se manejaba Constantino Romero era en la sala de doblaje. En su larga trayectoria, cedió su inconfundible voz, sólida y distinguida, de tono cálido y masculina, a los grandes actores americanos como Roger Moore, Donald Sutherland en Noveccento; a Humphrey Bogart, en La legión negra, al personaje Kunta Kinte de la serie de televisión Raices y a Michael Caine. Aunque sus grandes trabajos los realizó bajo el casco de Daith Vader en La guerra de las Galaxias y con el gorro de vaquero de Clint Eastwood, un actor al que ya no podemos imaginar sin su voz. Tanto es así que el propio Eastwood se quedó impresionado cuando se oyó doblado por el actor español. Le puso su voz por última vez en Golpe de efecto, de Robert Lorenz, para el papel de un cazatalentos del béisbol que está en horas bajas.

Estudió teatro y radio, medio en el que consiguió su primer trabajo. Fue en la ya desaparecida Radio Juventud, de donde pasó a Radio Barcelona de la cadena SER, donde estuvo una década. Finalmente pasó a Radio Nacional de España, que junto a TVE, fueron sus casas. En la radio, el historial de Constantino Romero es intenso. En los sesenta fue uno de los introductores de la música anglosajona en las ondas y en 1966 debutó en Radio Juventud con el programa Radio Young. Continuó en Radio Barcelona con programas como Tino Show y Trotadiscos; y ya en Radio Nacional con Amor, Discos y Recordiscos, entre otros. En este último medio, realizó numerosas retransmisiones, entre ellas la boda del príncipe Carlos de Inglaterra. Entre 1965 y 1975 trabajó en la SER. Este último año se le llegó a calificar como "la Voz de España".

Apasionado por el teatro, debutó en 1983 en la obra Opera de tres peniques, una versión en catalán de Bertold Brecht, a la que siguió una obra representada en el Centro Dramático Nacional titulada No hay burlas con Calderón, basado en textos del autor barroco, Calderón de la Barca, dirigido por Ángel Facio. Participó en el musical El roig i el blau, en La ronda de Arthur Schmitzlez y en La tienda de los horrores, donde dio vida a una planta carnívora. Pero Constantino Romero no sólo prestó su voz al cine sino que también fue actor en la gran pantalla. Para ella interpretó al famoso detective Pepe Carvalho, en películas como Olimpicament mort y trabajó en Lola de Bigas Luna o La veritat oculta del director Carlos Balagué.

En 1985, debutó en Televisión Española presentando el programa Ya sé que tienes novio, al que siguió otro, El tiempo es Oro, por el que obtuvo el premio al Mejor Programa de Televisión en el año 1990 de la Asociación de Informadores de Radio y Televisión. En 1989, pasó a la programación de la mañana, donde permaneció en antena ininterrumpidamente hasta 1992. Este año estrenó nuevo programa-concurso también para TVE, La vida es juego. Compatibilizó siempre televisión y radio, TVE y Radio 1, con el magazine matinal Cambia la cara de cuatro horas de duración.

UNA VOZ OLÍMPICA

Romero también cultivo un género minoritario pero muy popular entre los aficionados al ciclismo y sobre todo al fútbol: el de speaker deportivo, pero en su caso no se limitó a un deporte, sino que los englobó a todos cuando fue el encargado durante los Juegos Olímpicos de Barcelona celebrados en 1992 de poner su voz a las ceremonias de apertura y clausura en aquella olimpiada. Su voz no sólo llenó el estadio Olímpico sino que se desparramó por la montaña de Montjuic. Su rotunda y perfecta dicción llegó en directo por primera vez a miles de personas, años después de sus primeros pasos en el teatro, tal vez su faceta menos conocida y en la que comenzó de la mano de Mario Gas, uno de los más reputados directores de escena en España.

Fue premiado con una Antena de Oro en 1999 y dos TP de Oro como mejor presentador de televisión en 1996 por La parodia nacional y en 1999 por Alta Tensión. Aunque vivió en Barcelona desde que tenía 9 años, era albaceteño y, por eso, la alcaldesa de esa ciudad, Carmen Bayod, informó ayer de que hoy la Junta de Portavoces propondrá que una calle de la ciudad lleve el nombre del periodista, así como la instalación de un busto en un lugar destacado de la ciudad.