Fecha: viernes, 30 de abril. Lugar: sala Tótem, Atarrabia. Intérpretes: Eñaut Elorrieta, a la guitarra acústica, eléctrica, y a la voz; Beñat Serna, a la guitarra eléctrica; Igor Artzanegi, al bajo; Iñaki Zabaleta, a los teclados, y Ion Fresko, a la batería. Incidencias: concierto de presentación de Ken Zazpi Urte, nuevo CD de la banda. 2 horas de duración, bises incluidos. ½ entrada, público mayoritariamente femenino que se mostró participativo.

SE llaman Kenzazpi, son uno de los puntales artísticos, de los valores más solventes de la actual escena de Euskal Herria, y están presentando Ken Zazpi Urte, un CD grabado en directo y titulado así por lo siguiente: jugando con su nombre y con el tiempo transcurrido entre la publicación de su álbum debut (Atzo Da Bihar, GOR, 2001) y el comienzo de la gira que dio lugar a la grabación de dicho directo, iniciada en 2008. Eso sí, a tenor de lo visto en Tótem, damos fe de que aunque zazpi, el siete, sea por excelencia el número de referencia de la banda, ésta es una formación de 10: cosa de la calidad de las canciones y de la que demostró atesorar el pasado viernes el quinteto que las defendió en directo; de la sobresaliente puesta en escena en general.

Ante una sorprendente media entrada, sobre un escenario repleto de útiles sonoros y de iluminación (los músicos tuvieron que acceder al mismo por delante ante la imposibilidad de entrar por detrás), la actuación comenzó con Hegoak Astindu, tema nuevo que, de sonoridad a medio camino entre la ya característica de la banda y otra, ciertamente más disco, dio paso a tres de las que abren Ken Zazpi Urte: Nire Lurrari, Itxaropena y Ez Nau Izutzen. Perfectamente cantadas por Eñaut, uno de los vocalistas más efectivos del país; entre efectistas y espectaculares juegos de luces, bajo un señor arco iris creado sobre uno de los puentes por los mismos (no diremos colorista para no caer en innecesarias redundancias), la exquisita y, a un tiempo, poderosa concepción del rock de Kenzazpi encontró su siguiente estación en Irri Bat, tema de su referencial primer CD: junto con Argiak, el cuarto, principal yacimiento de canciones del directo que están presentando, tal y como lo dejaron entrever en los puntos más calientes de la velada, interpretaciones como las de Olatuz Olatu o Bihar, del susodicho Argiak, o las ya legendarias Malen y Haizea, del primero; de poderoso latido artístico y emocional todas ellas, dando sus ritmos la sensación de hacer bailar incluso a los haces disparados por los móviles a pie de entarimado: los cuales, alborozados, se movían imparables a su compás; ¿más momentos a destacar? Los vividos a propósito de la plasmación en vivo de Gernikan (bajo significativos tonos rojos y el inquietante rugir de una aviación para nada en son de paz: qué espectáculo cargado de significado en días como éstos, en los que se conmemora el vigésimo tercer aniversario del bombardeo), los ofrecidos por el homenaje brindado a Mikel Laboa, con la sala en pleno entonando su Txoria Txori o, durante la interpretación de Bihar, los deparados por Eñaut, cantando ya a ras del suelo, ya ¡sobre la barra! Finalmente, tras ofrecer un segundo tema nuevo (la banda tiene intención de publicar nuevo disco en diciembre), el concierto, la presente explosión de sentimientos, luz y sonido, encaró sus últimas txandas con Zapalduen Olerkia (a la primera), Askatasun Oihua, Noizbait y Zebat Min, a la segunda, y, por petición popular masiva, con Illargia a la tercera, siendo ésta la vencida y definitiva.

Pese al omnipresente y emocional cordón umbilical motivado por las sempiternas circunstancias, el rock euskaldun del tercer milenio, en verdad, poco tiene que ver con el de los 80: y así lo demostró Kenzazpi por medio de este concierto, en el que no escamotearon ni arte musical ni medios para plasmar sus canciones. Una vez más, de 10 la banda en directo.