PAMPLONA. En conferencia de prensa, el autor ha dudado si definir su libro "Caravinagre. Mis memorias" como "una novela histórica" o como "una historia novelada", aunque sí ha constatado que se trata del recorrido por buena parte de su vida junto al kiliki, cargado de anécdotas, y de interés para "todos los públicos" y de todas las edades, tanto para quienes conocen la idiosincrasia de las fiestas de San Fermín como para los ajenos a ella.

Así, la obra, ilustrada con fotografías, recoge la vida del emblemático kiliki desde su creación en un taller de Valencia en 1941 hasta la actualidad, justo cuando la Comparsa de Gigantes y Cabezudos, de la que junto al "Verrugas" es el miembro más joven, cumple 150 años, lo que le ha valido el honor de que su presidente, Mari Ganuza, lance en 2010 el chupinazo de los Sanfermines.

Caravinagre narra su biografía en primera persona y la divide en tres etapas, de las que la primera consiste en su "pamplonización", la segunda responde a la de su evolución en la ciudad, y en la última establece una relación de amistad y complicidad con uno de sus portadores, el mismo Larrea.

Estas circunstancias, relatadas en un tono de humor y de "lectura fácil y amena", sirven para que el lector haga un recorrido por multitud de anécdotas reales, ubicadas tanto en Pamplona como en lugares tan dispares como Biarritz o Nueva York a los que ha viajado, y para conocer la supuesta personalidad de un kiliki con unas peculiares facciones que dan muestra de su "avinagrado" carácter pero también constatan que "es muy buena gente".

Para Larrea, la narración "puede ser localista", porque a buen seguro traerá recuerdos a quienes han vivido estas fiestas, pero "también, si alguien quiere tener una visión de los Sanfermines, la puede encontrar aquí", ilustrada con fotografías que sirven tanto para "soñar" como para "tener pesadillas" en el caso de los niños y sobre todo para "disfrutar".

A la presentación de la obra ha acudido el consejero de Cultura y Turismo del Gobierno foral, Juan Ramón Corpas, autor del prólogo, quien ha valorado que el libro es "universal" y lo puede leer "cualquier persona aunque no conozca la fiesta, porque le va a hacer interpretarla con ojos externos y ajenos".

Así, Corpas ha reconocido que es "muy difícil" escribir sobre una fiesta de la que ya está escrito "mucho o casi todo", "muy difícil" escribir sobre la Comparsa de Pamplona y "muy difícil hacerlo desde el entrañamiento que se siente en este libro", en el que le ha sorprendido "encontrar un lenguaje fresco, directo, coloquial" con el que se llega "a las personas más exigentes literariamente pero también a cualquier ámbito social y cultural".

El consejero ha valorado que el lector "parece que va conducido de una forma liviana" pero el libro "está lleno de sabiduría" y aporta "una serie importantísima de datos históricos sobre la propia fiesta, sobre la propia comparsa".

Como curiosidad, Corpas ha destacado la elección de la primera persona para la redacción, un "dificilísimo" planteamiento pero en el que Larrea "ha acertado", tanto por el "tono" como por la "medida" dada, de forma que los lectores "van a disfrutar muchísimo leyendo", ha augurado Corpas.

Este libro "magnífico, oportuno y bien concebido" hace percibir además que "el alma de esta cabeza de Caravinagre es mitad suya y mitad de Koldo, y no lo sé, pero me temo que el alma de Koldo es mitad suya y mitad de Caravinagre", ha advertido el consejero.

En la presentación ha estado además el presidente de la Comparsa, Mari Ganuza, quien lanzará este año el chupinazo Sanferminero, y quien ha recordado que fue Larrea quien modificó la balanza de la popularidad de los kilikis, ya que hasta su llegada a la comparsa eran "Patata" y "Napoleón" los más demandados por los niños, cuando ahora es "Caravinagre" el más querido.

Por ello, no ha descartado que el lanzamiento del cohete sanferminero cuente con su presencia en el balcón del Ayuntamiento de Pamplona el próximo 6 de julio, si bien ha advertido de que el volumen físico de la figura resta demasiado espacio, por lo que se ha mostrado expectante ante lo que decidan los responsables del acto.