Enrique Gabriel pone una nota reflexiva en la última jornada de la Seminci
presentó a concurso el filme "vidas pequeñas" El director taiwanés Chung-Mong Hong cerró el festival vallisoletano con "The fourth portrait"
valladolid. Una reflexión sobre el secreto de la felicidad en una sociedad dominada por las apariencias, plasmada por el argentino Enrique Gabriel en Vidas pequeñas, puso el punto y final a las proyecciones a concurso de la 55 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), que se clausura hoy.
Ayer compitió también The fourth portrait (Retrato número cuatro), del taiwanés Chung-Mong Hong, un día antes de que el jurado emita su veredicto con la lectura del palmarés, donde el filme Incendies, del canadiense Denis Villeneuve, se perfila como uno de los firmes candidatos a la Espiga de Oro junto a Copie conforme, del iraní Abas Kiarostami, elogiado por la crítica.
Vidas pequeñas es un muestrario de perdedores resignados pero con la dignidad como divisa, que finalmente se ha podido estrenar en Valladolid después de cinco años de penuria económica. Seres truncados por el fracaso, abocados a la soledad y sometidos al arduo empeño de la supervivencia desfilan como en un carrusel a lo largo de este quinto largometraje de Enrique Gabriel (Buenos Aires, 1957), protagonizado por Emilio Gutiérrez Caba, Ángela Molina, Alicia Borrachero, Roberto Enríquez y Ana Fernández. "El siglo XX ha sido particularmente odioso en el sentido de haber impuesto la obsesión por el triunfo y la competencia", reflexionó el autor de En la puta calle (19397) y Suspiros del corazón (2006), quien se ha confesado "cansado y resentido" por las dificultades que tiene para llevar a puerto sus trabajos.
Por su parte, el taiwanés Chung Mong-Hong presentó a concurso The Fourth Portrait (Retrato número cuatro), su segundo largometraje de ficción, una historia de supervivencia en las calles de Taiwán para la cual ha escogido la vida de un niño de diez años que vive la muerte de su padre en la más absoluta soledad. El pequeño comienza a acostumbrarse a su nueva vida cuando aparece su madre, que le abandonó hace tiempo, para llevarle a su casa en compañía de su marido. El director ha querido mostrar la historia de uno de tantos chicos que sobreviven en las calles de Taiwán unida a asuntos como la violencia doméstica, la falta de amor o la soledad. Este trabajo, que reafirma al realizador taiwanés en el panorama cinematográfico de su país, consiguió los aplausos del público en la última jornada del certamen.