Mañana, 18 de marzo de marzo de 2011, se cumplen 100 años del nacimiento del poeta ingeniero del verso Gabriel Celaya. Rafael Gabriel Juan Mújica Celaya, que este es su nombre completo, nace en Hernani en 1911, hijo de un industrial guipuzcoano. Tras cursar bachillerato en el colegio de los Marianistas de San Sebastián, se traslada a Madrid para estudiar Ingeniería. Allí se aloja en la mítica Residencia de Estudiantes, donde tiene ocasión de conocer a los grandes intelectuales de las generaciones del 98 y del 27. El ambiente cultural que se respira en el Madrid de la República contagia al joven vasco, que se debate entre sus dos grandes aficiones: la pintura y la poesía. Esta última va a ganar la partida, y ya de vuelta en San Sebastián, en 1935, Celaya publica su primer libro de poemas: Marea de silencio, que firma como Rafael Mújica.

Cuando estalla la Guerra Civil, Celaya se alista como voluntario en el ejercito republicano y combate como capitán de gudaris de Bizkaia. Tras la caída de Bilbao, es hecho prisionario y, una vez liberado, vuelve a su ciudad y se casa con Julia Cañedo, con quien tendrá dos hijos. Finalizada la contienda, comienza a trabajar como gerente en la empresa familiar. Allí le advierten de que el hecho de que un ingeniero-gerente escribiera versos podía perjudicar al prestigio de la empresa. Recurre entonces a su segundo nombre y su segundo apellido, y nace así para la literatura Gabriel Celaya.

Insatisfecho con su vida laboral y familiar, el poeta cae en una profunda crisis anímica de la que saldrá cuando en 1946 conoce en una librería de San Sebastián a Amparo Gastón Amparitxu. "Nos entendimos enseguida, nos quisimos muy pronto y esto fue para mí la resurrección" (1). Amparitxu le devuelve la ilusión por la vida y por la literatura y juntos fundan la Colección de Poesía Norte, donde publican obras de autores como Rimbaud o Rilke, que Celaya previamente traduce.

En 1956, el poeta rompe definitivamente con su familia y con su trabajo y se instala con Amparitxu en Madrid para dedicarse en cuerpo y alma a la literatura. Corren malos tiempos para la lírica y el guipuzcoano opta por lanzar sus versos contra la dictadura con una poesía de denuncia y compromiso, en la que priman los valores éticos sobre los estéticos. Celaya va a ser junto al bilbaíno Blas de Otero el máximo impulsor de la llamada poesía social, que pretende utilizar la literatura como herramienta para transformar el mundo. "Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales / que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. / Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse" (2) Y Celaya toma partido, también en sentido literal; se afilia de la mano de Jorge Semprún al Partido Comunista, donde coincide con otro de los grandes poetas del siglo XX, Rafael Alberti, compañero y amigo. "Amparo dulce y buen Gabriel, hermanos / por encima del mar y por encima / de lo que tanto y tanto nos lastima / cada día más míos, más cercanos" (3), escribe desde Buenos Aires el gaditano en 1958.

Celaya en Acedo

Gabriel visita asiduamente Navarra para pasar algunas temporadas en casa de unos familiares de Amparitxu en Acedo. Sus estancias en este pueblo y sus paseos por tierras de La Berrueza le inspiran poemas como Noche en Acedo o A la manera de Amparitxu: "Entre Nazar y Asarta, / frondas con viento, / las hojitas se cuentan, / en voz baja un secreto" (4). El poeta alterna sus tranquilas vacaciones en Tierra Estella con ajetreados viajes al exterior. En 1968, acude a Brasil para la inauguración de un monumento a García Lorca. En Cuba, isla que visita en más de una ocasión, participa en el Congreso de la Cultura.

También en Europa, Celaya es conocido y reconocido. En Italia le conceden en 1968 el premio internacional de poesía Etna-Taormina por el conjunto de su obra. En París, el verso del poeta guipuzcoano se hace canción en la voz rotunda del cantautor Paco Ibáñez, que incluye dos poemas de Celaya en su recordado concierto en el Olympia. "¡A la calle!, que ya es hora / de pasearnos a cuerpo / y mostrar que, pues vivimos, / anunciamos algo nuevo" (5), canta Ibáñez en el célebre teatro parisino. En el interior, el compromiso de Celaya va más alla de su verso. Interviene activamente en diversos actos antifranquistas. Por participar en una asamblea de estudiantes en la facultad de Ciencias Políticas de Madrid es multado con cincuenta mil pesetas.

Con la llegada de la democracia y la aprobación de la Ley del Divorcio, Gabriel Celaya se separa legalmente de su primera esposa, y puede al fin contraer matrimonio en octubre de 1982, con Amparitxu, su más que musa, compañera y colaboradora de tantos años; la gran mujer que siempre estuvo, no detrás, sino al lado del gran poeta. "Estoy vivo todavía gracias a tu amor, mi amor, / y aunque sea un disparate todo existe porque existes" (6).

Aunque en 1986 el Ministerio de Cultura le concede el Premio Nacional de Literatura, la voz del poeta se debilita y sus ecos se apagan. Son años de salud delicada y estrecheces económicas. Finalmente muere en Madrid el 18 de abril de 1991. Casi veinte años más tarde, en noviembre de 2009, fallece Amparitxu. Amparitxu, porque estamos citados con la muerte, / te estoy esperando siempre. / Morir es más sencillo que vivir, / y más digno" (7). En el centenario del nacimiento del poeta les recordamos, porque hoy, como ayer, la poesía es un arma cargada de futuro.

(1) Historia de mis libros (Gabriel Celaya)

(2) La poesía es un arma cargada de futuro.

(3) Por encima del mar (Rafael Alberti)

(4) A la manera de Amparitxu (G.C.)

(5) España en marcha (G.C.)

(6) Dedicatoria final (G.C.)

(7) Epitafio (G.C.)