UN grupo de péndulos colgantes que hablan del inevitable paso del tiempo da la bienvenida al visitante en el exterior de la sala Conde de Rodezno, antes de adentrarse en la muestra propiamente dicha. Es la manera en que Carlos Ciriza quiere celebrar con el público navarro el 25º aniversario de su trayectoria expositiva. Traspasando los muros físicos y extendiendo su diálogo con el visitante a la calle, a las inmediaciones en las que en el año 1986 exhibió por primera vez su obra, en aquella ocasión en la sala que tenía en Conde de Rodezno la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona.

Un cuarto de siglo después, un poco menos joven y con la barba más recortada y más blanca que entonces, el artista estellés vuelve al corazón de Pamplona en la exposición antológica El paso del tiempo a través del movimiento, que acerca hasta el 24 de noviembre una amplia y variada selección de su obra. "Reunirla toda es imposible, dada la cantidad de piezas y las grandes dimensiones de muchas de ellas", apuntaba ayer José Mari Muruzábal, comisario de la muestra. Lo que está, que es mucho, da cuenta de la evolución de Carlos Ciriza en las dos disciplinas en las que ha volcado su oficio creativo, la pintura y la escultura. Y nos descubre a "un artista que busca, que indaga en diferentes corrientes, hasta acabar consolidándose en la tradición expresiva a través de sus características obras de acero corten", explicó Muruzábal. Por su parte, el concejal de Educación y Cultura, Fermín Alonso, valoró del arte del creador navarro el hecho de que conjuga "raíces y universalidad".

Mirando la exposición y, al mismo tiempo, echando la vista atrás, Carlos Ciriza percibe una evolución tan inevitable para un creador-experimentador como lo es el paso del tiempo para todos los mortales: "Veo mucho cambio desde mi primera exposición a ahora. Con los años he tendido hacia la simplificación, que es para mí lo más complejo, el hecho de eliminar, de lograr una limpieza de líneas y materiales en mi obra, que quizá también es hoy más madura", comentó ayer el artista durante la presentación de su antológica, ante la que se siente "satisfecho". "Poder juntar todas estas piezas supone revivir mis obras, reencontrame con cosas que hice hace veinte o veinticinco años... Es una exposición compleja que ha llevado su tiempo, porque era difícil reunir todas estas piezas", indicó sobre la muestra, que, dice, "deja ver ese recorrido personal".

el recorrido

Desde 1984 hasta hace dos días

La obra más antigua de las que acoge la exposición es una pintura de 1984, y la más reciente la terminó Carlos Ciriza hace dos días. "Es una confluencia de la fusión entre la pintura y la escultura", explica el autor. "El polvo del hierro que elimino en el proceso de creación de la escultura, intento plasmarlo en una obra en plano, en lienzo", cuenta Ciriza de esta última obra, que sintetiza la investigación artística en la que se encuentra inmerso actualmente. "Estoy experimentando con planchas de hierro y papel, con esa fusión de elementos y con las posibilidades que brinda la aplicación del color y la materia al papel. Es un campo interminable en el que estoy muy a gusto. Es divertido, me lo paso muy bien", afirma el artista.

En sus propias palabras, la escultura es "la representación de un conjunto de ideas y sentimientos. Es un proceso reflexivo más o menos prolongado en el tiempo y su materialización en un soporte rígido, sobrio y duradero". Un lenguaje, el escultórico, que se interrelaciona con su obra pictórica -de la que se exhiben acrílicos, esmaltes, óleos, carboncillos y pequeñas muestras de materiales como clavos o alambres-, y en la que además del color "cobra gran importancia la mezcla de materiales, sus texturas y oxidaciones, aportando a la obra un gran contraste entre las formas y el soporte". El comisario de la muestra, quien destacó "la circunstancia extraordinaria de que Carlos Ciriza sea un profeta en su tierra, algo difícil que está logrando a base de tesón y esfuerzo", insistó en que la obra del estellés "es mucho más que esto" que se exhibe ahora al público. "Para ver a Carlos Ciriza hay que andar por los caminos". No en vano, tiene más de 20 esculturas repartidas por espacios de Navarra, como la Autovía del Camino o Sumbilla -donde se exhibe Basajaun, El Gigante Guardián-.

Respecto a Estados Unidos, donde es un artista cada vez más consolidado, Ciriza comentó ayer que es un mercado "con un tipo de coleccionismo más implicado y que se mueve más" ahora mismo que España o Europa en general, donde, dijo, "es necesario el apoyo al arte y la cultura, desde las instituciones y desde los medios de comunicación. Hay que reclamar alguna página más en cultura, es poco lo que se informa comparado con lo que se da de deporte o política".

Con motivo de la muestra antológica, se ha editado un libro de 174 páginas que incluye 344 fotografías de la trayectoria de Carlos Ciriza, y textos que firman numerosas personalidades de la cultura y el arte.