Fecha: Jueves, 1 de diciembre. Lugar: El Bafle, Iruñea. Intérpretes: La Gran Orquesta Republicana, formación integrada por Javier Vegas, a la voz; Nacho Vegas, al saxo; Néstor Casas, a la trompeta; Didac Buscató, al trombón; Juan Antonio Molina, a la guitarra eléctrica; Xema Bestard, al bajo; José Luis García, a la batería. Incidencias: Asistencia discreta, público muy participativo. Hora y ½ de duración, bises incluidos.

inaugurado su reinado en 1997, proclamado desde el prisma discográfico en 1999 y, tras unos años de reflexión, reinstaurada tan peculiar república musicada a mediados del año en curso, la actualmente talludita orquesta mallorquina presentó armas recientemente en El Bafle, haciendo sonar sus himnos para solaz de los presentes: unas temas extraídos de los tres trabajos discográficos propiamente dichos que llegaron a grabar.

Bajo un telón presidido por una señal de Prohibido Aparcar, espectacular corona real en su centro aludiendo a los destinatarios del mensaje, la velada, como no podía ser de otro modo -a la vista del hecho musical anunciado-, arrancó con el tema que dio título al segundo disco de la orquesta, Optimista, alternándose en su arranque composiciones de dicho trabajo y del tercero y quedando las del primero para más tarde: canciones tan recordadas como Los nadies (con el pensamiento de Eduardo Galiano de fondo), Mi territorio (himno apátrida por excelencia), Vida de colores o República III: unas composiciones que, ricas en general en librepensamiento, hedonismo bien entendido y sentimiento ácrata de corte positivo, denotaron influencias de bandas como Negu Gorriak, Mano Negra, The Clash (con su concepción política del punk, en cierto modo, presente en la esencia) o los a día de hoy injustamente olvidados Hechos Contra El Decoro; unos temas que derrocharon fusiones estilísticas, sugerentes cambios de ritmos y genuino espíritu de after pachanka, sucediéndose de modo trepidante enlazadas prácticamente entre sí. Siendo esto así, demostrando el repertorio estar muy trabajado, sin dar respiro ni descanso al respetable. A un público que, cosas de la (poca) afluencia registrada, pudo bailar ska a sus anchas: cosa de la discreta cifra de asistentes, pese al programa anunciado; al lujoso grupo programado para estrenar diciembre.

Con la cabeza, como siempre, llena de ideas, La Gran Orquesta Republicana resonó en El Bafle con todo su esplendor, banda que, más allá de lo llamativo de su nombre (más todavía siendo Mallorca su lugar de procedencia), tuvo que ser algo en su día, necesariamente: y es que, en caso contrario (a las bandas de la Ribera -por ejemplo-, ¿qué trabajo les cuesta tocar en Iruñea?) no habrían conseguido salir de Baleares. Cruzar el charco. Pequeño si se quiere, pero matón: charco a fin de cuentas. Y más para un grupo como este, pura encarnación de la voz disidente de las islas. Una banda que, surgida al calor del revival skatalítiko que en 1997 sacudiera con verdadera fuerza el Estado (traduciéndose lo dicho en el surgimiento de Skalariak, la toma de alternativa -desde el prisma discográfico- de Betagarri o, principalmente, en la explosión definitiva de SKA-P) tal vez sea para Baleares lo que los gasteiztarras para Euskal Herria o los de Vallecas para la península. Y sí, ya sabemos que las comparaciones son odiosas, pero también pueden ser necesarias para situar al lector, añadimos. Para terminar de entender qué fue, en parte, el presente concierto: salud, música y sentimiento republicano (o antimonárquico, términos no necesariamente sinónimos) de por medio, más que un viaje a la efervescencia del ska y las fusiones estilísticas de finales del siglo XX, una ocasión inmejorable para algo que nunca está de más: mover las caderas y remover ideas. Bien en su empeño la orquesta.