PAMPLONA. Estos días se habla mucho de él. Sin embargo, nunca fue profeta en su tierra y aún hoy hay muchos pamploneses que no saben que uno de los guitarristas flamencos más importantes de la historia, para algunos el más importante, nació en el nº 7 de la calle Mañueta de la capital navarra. Se llamaba Agustín Castellano Campos, aunque todo el mundo le conoce como Sabicas, y, a pesar de que en su lápida figura que vino al mundo un 16 de marzo de 1912, también hay crónicas que indican que fue el 18, hoy hace cien años. En cualquier caso, estos días se celebra el centenario de un auténtico icono de la música del siglo XX, maestro de grandes como Paco de Lucía, que vivió gran parte de su vida en Nueva York, donde falleció el 14 de abril de 1990. Por expreso deseo suyo, sus restos descansan en el cementerio de Berichitos.

Tampoco muchos conocen el origen de su apodo. Él lo contó en alguna ocasión: "De chiquito, en Madrid, mi madre mandaba a la criada a la compra y, cuando volvía, yo metía la mano en la cesta, sacaba las habas y me las comía con cáscara y todo. Entonces, mi madre me miraba y me decía: 'Pero, hijo mío, estás na más que con las habas. Te voy a poner habas y habas y habas, habicas' Y de las habas, la-s-habicas, me quedó Sabicas", comentó en una entrevista de 1986 con Ángel Álvarez Caballero. En esta declaración, el músico pamplonés habla ya de su estancia en Madrid, adonde se trasladó a los 10 años, descubierto por Manuel Bonet. Tres años antes había actuado debutado en el Teatro Gayarre.

Sabicas siempre contó orgulloso que fue autodidacta. Empezó a tocar a los 5 años, cuando sus padres, Agustín Castellón Gabarri y Rafaela Campos Bermúdez, vendedores ambulantes, le compraron una guitarra por 17 pesetas. Él mismo aprendió a afinarla y a tocar las primeras notas y, aunque nunca reconoció ningún maestro, de su tío Ramón Montoya aprendió la vertiente clásica: el manejo de la mano izquierda y los primeros acordes, los arpegios y los trémolos, y de Manuel Gómez Vélez, el Niño de Huelva, la vertiente gitana: el manejo del pulgar y los primeros ritmos y melodías. En Madrid debutó en El Dorado y de inmediato causó sensación. En los años 20, se consolidó como intérprete en varios tablaos y fue desarrollando un estilo propio que hizo que muchos cantaores famosos de la época le reclamaran para sus conciertos y grabaciones, casos de Juanito Valderrama, Estrellita Castro, Niña de los Peines, etcétera.

En 1936, Sabicas se exilió con motivo de la Guerra Civil y viajó a México junto a Carmen Amaya y su familia. Ambos, guitarrista y bailaora, realizaron varias giras por todo el mundo. Pero en 1955 él siguió su camino y se trasladó a Nueva York, donde se estableció como concertista de prestigio internacional y grabó numerosos discos. De hecho, cuando sus grabaciones llegaron a España, ya en los 60, los guitarristas flamencos se quedaron atónitos, por lo que le invitaron a volver para recibir un premio en 1967. Después de esa visita, regresó con regularidad para actuar y para cosechar más galardones y reconocimientos. Uno de esos momentos tuvo lugar en el Gayarre. Fue en 1982, con ocasión del homenaje que le rindió la ciudad de Pamplona. Posteriormente, asistió a la IV Bienal de Arte Flamenco de Sevilla (1986) y en 1987 actuó en el Teatro Real. Dos años después, el Carnegie Hall de Nueva York acogió el que sería su último tributo. Junto a él estuvieron otros dos grandes del flamenco, Paco de Lucía y Enrique Morente. Murió un año después a los 78 años.