PAMPLONA. "Hoy, la gente joven no tiene ni idea de quién fue Mola y no sabe que fue él, y no Franco, quien montó el alzamiento". Por eso, casi con ánimo didáctico, pero sin olvidar el gusto por el oficio cinematográfico, el realizador vizcaíno Pedro Olea quiso rodar La conspiración, película escrita por Elías Querejeta que se exhibirá esta tarde, a las 20.00 horas, en la sala de la Filmoteca de Navarra.
Olea, responsable de importantes títulos como Akelarre o El maestro de esgrima, propone en esta ocasión un "thriller político" que narra "paso a paso" y "desde el punto de vista del general Mola" cómo se gestó el golpe contra la República. En concreto, la película se centra en los meses previos a la sublevación de los generales, desde que, en marzo de 1936, Emilio Mola llega a Pamplona con su familia hasta que da la orden de iniciar una "acción extremadamente violenta", a juicio de sus propias palabras. Porque fue este militar "el listo y el loco peligroso" de aquella operación, aunque la mayoría de la gente solo tiene en mente a Franco, que para otros generales no merecía mucha confianza, hasta el punto de que algunos le llamaban Paca la Culona, como queda de manifiesto en la película. "La idea genial de Elías fue contar con detalle cómo se montó todo" y hacerlo desde su perspectiva, lo que, en opinión de Olea, confiere a la película más objetividad. Eso sí, aunque tanto Querejeta como el realizador se han documentado mucho para afrontar el proyecto, "también hemos introducido elementos de ficción", como las conversaciones con el chófer o los capitanes, pero sobre todo con su familia, en especial con su mujer, Consuelo, que en la cinta ejerce de madre y esposa sufridora frente a un hombre convencido de que debe salvar a la patria. Asimismo, hay otros personajes que el filme retrata como colaboradores necesarios, caso del director de Diario de Navarra, Raimundo García, Garcilaso, o el Conde de Rodezno.
con la iglesia hemos topado Para Olea, películas como estas son necesarias para conocer nuestro pasado reciente, y porque, además, "la guerra civil es una fuente de historias maravillosas para el cine". Encantado con esta producción, a cargo de Idem4, EITB y RTVE, recuerda haber rodado "muy a gusto" en Pamplona y en el resto de localizaciones en Navarra, caso del Monasterio de Irache. Para moverse por la Comunidad Foral y tramitar los permisos, el equipo contó con el apoyo de la Navarra Film Commission y del INAAC, que le otorgó una ayuda de 42.000 euros.
El trabajo en la capital navarra fue, pues, bastante plácido, y las relaciones con las distintas instituciones también, salvo con el Arzobispado, que "se negó a dejarnos rodar dentro de la Catedral". "Nos dijeron que no querían mezclar a la Iglesia con una película sobre el alzamiento, cuando, en realidad, en su día se mezcló ella solita llevando bajo palio a su excremencia durante cuarenta años", apunta el realizador, que se cobró su pequeña venganza introduciendo en la trama a un oscuro sacerdote. Incluso la relación con una de las hijas de Mola, que se acercó la rodaje fue correcta. "Me saludó muy maja y solo me preguntó quién iba a hacer de su madre", cuenta el director, deseoso de que TVE pase pronto la película y de "que la vea mucha gente". "Y si es el 14 de abril, pues mejor".