Pamplona. Esta semana ha recibido un premio del Gobierno foral, ¿qué ha significado que le reconozcan en esta tierra que también es un poco la suya?
Estoy muy contenta, no me lo esperaba. Tengo casa en estas tierras desde hace años, pero como estoy un poco escondida allí arriba, en el Baztan, pues como que paso más desapercibida. Así que cuando me llamó el departamento de Turismo me pareció un detalle muy bonito.
¿Qué ha supuesto Navarra en su vida?
Navarra es una especie de paraíso un poco escondido. Yo la conocí a través de un amigo, Santi Arriazu, que tenía un caserío en Baztan. Nos invitó a conocer la zona y enseguida me enamoré de ella. Luego estuve buscando una casa o una borda hasta que encontré un caserío del siglo XV o XVI que estaba bastante en ruinas y me decidí a rehabilitarlo. Y desde entonces ha sido mi refugio. Es el sitio perfecto al que ir para descansar y relajarme dando largos paseos. Aquí tengo una calidad de vida maravillosa y aquí he encontrado el equilibrio y la paz que a veces es tan necesaria.
Y también ha hecho amigos que ya son como familia.
Pues la verdad es que sí. En los paseos que doy voy parando en los caseríos de al lado, donde la gente siempre te abre las puertas y te ofrece todo lo que tiene. Si no es una cuajada, es un queso y si no es un rato de conversación.
Hablando de su faceta artística, en septiembre volverá a Pamplona, pero para subirse al escenario de Baluarte, donde representará 'My Fair Lady'. ¿Por qué ha decidido regresar al musical con este montaje que ya protagonizó hace diez años?
Tenía ganas de volver al musical, pero para cerrar el ciclo, porque es un género que me encanta, pero te exige estar mucho tiempo sin poder hacer otras cosas. Pensé que una de las cosas que tenía pendientes era girar por España con un musical, y me apetecía hacerlo, porque me gusta mucho moverme, cambiar de ciudad y no actuar siempre en el mismo sitio. Y de los cuatro personajes que he hecho en el musical, Elisa Doolittle es el que más me gusta. Además, esta es una obra optimista, no solo por el texto de Bernard Shaw, que es una gozada, sino también por la estética, porque es divertido... Creo que es el musical que necesitamos en una época como esta; es el adecuado para que la gente entre y empiece a esbozar una sonrisa a las primeras de cambio.
¿Qué ha significado esta obra en su carrera?
Fue un punto de inflexión muy importante. Evita fue el salto a los grandes escenarios y al reconomiento nacional e internacional, pero la primera vez que me tocó enfrentarme a un personaje con fuerte carga dramática fue en My Fair Lady. Elisa tiene mucho texto y la transformación que experimenta a lo largo de la obra exigía mucha interpretación. A mí me apasionó desde el primer momento y a partir de esta obra me atreví con los textos y disfruté muchísimo con ellos. Me enriqueció muchísimo.
¿Qué Elisa Doolittle vamos a ver ahora respecto a la de hace una década?
El tiempo enriquece las cosas. Yo soy muy partidaria de aprovecharlo y disfrutarlo, y creo que en estos años he vivido y descubierto muchas cosas y también he aprendido otras, y creo que me voy a enfrentar al personaje con mucha más confianza y complicidad. Y, a nivel más general, el espectador va a poder disfrutar de una función nueva, que se va a beneficiar de las nuevas tecnologías teatrales. Estoy segura de que va a ser una propuesta que va a gustar mucho.
¿Igual que Elisa, Paloma San Basilio tuvo algún mentor o mentores al principio de su carrera?
Siempre tenemos personas que nos influyen. Puede ser la persona más cercana, que apuesta por ti desde la infancia, como fueron mi padre o mi familia, y, más tarde, las que apostaron por mí como cantante y que nunca podré olvidar. Es importante confiar en una misma, pero si nadie cree en ti, puedes llegar a dar muchos palos de ciego. El apoyo es importante. En el ámbito teatral, tengo que mencionar sin duda a Jaime Azpilicueta, que es el que consiguió una Evita fantástica, con la que me convertí en una artista dúctil con una expresividad que ni yo misma sabía que tenía. Después fue muy importante Pepe Sacristán, porque trabajar con él era recibir una lección diaria. Siempre hay gente que te ayuda a crecer.
¿Qué piensa ahora cuando ver cómo se está consolidando el musical en España?
Me parece maravilloso. Si de algo me siento orgullosa, es de haber sido un poco la que abrió esa brecha. Después de Evita, recibí otras ofertas que no me convencieron demasiado hasta que llegó El hombre de la Mancha, y ahí, cuando los musicales había desaparecido casi totalmente, volvimos a abrir el camino para saber que el musical es un género espléndido, de una enorme riqueza y de una enorme eficiencia. Posiblemente, es uno de los géneros que mejor van a sobrevivir, porque es un mestizaje entre todas las técnicas, mezcla la danza, el canto y la interpretación, y es un formato muy abierto a incorporar nuevas tecnologías que con el tiempo van a ir enriqueciéndolo. Ahora hay mucha gente con mucho talento que trabaja y vive de ellos y estoy contenta de haber contribuido a que así sea. Soy un poco como la mamá de todos ellos (ríe).
Y justamente ahora, en la edad de oro del musical, lo deja.
Creo que es el momento preciso, me gusta dejar las cosas en el momento álgido. Ahora hay gente joven muy preparada para hacerlo y también es cierto que, a partir de una edad, los personajes son difíciles de encontrar. Además, no tengo tantas ganas de estar atada a una función durante tanto tiempo. Son inversiones muy fuertes y no puedes comprometerte e irte a los cuatro meses. Hay que estar mucho tiempo con la voz a punto, y yo ya necesito más tiempo y libertad para otras cosas.
¿Esas otras cosas serán más discos?
De momento sí seguiré grabando y haciendo conciertos y otras cosillas que también me gustan como escribir, pintar, viajar... Voy dejándome llevar por la vida, no puedes estar siempre parada en un sitio y atarte a cosas que quizá en una etapa de tu vida han tenido sentido, pero que luego dejan de tenerlo.