JULIO Pablo pinta porque, como todos, necesita saber quién es, qué hace aquí. Por eso, aunque a lo largo de su trayectoria ha abordado otros géneros y tocado otros motivos, siempre acaba volviendo a la naturaleza. En ella se reconoce, con ella dialoga y, más todavía, con ella se funde, en unas obras que nos hacen detenernos -maravillosa parada-, dejar por unos momentos los ruidos de afuera y mirar a lo verdaderamente esencial. Aquello que, como dijo El Principito, es invisible a los ojos.
Precisamente, en la obra de Julio Pablo, que puede contemplarse hasta el día 30 en la Galería Canvas de Pamplona, lo más importante es, por encima de todo, lo que no se ve. Esa expresión de sentimientos, esa melancolía que no se queda en el pesimismo sino que es motor de lo positivo, esas preguntas y esa incertidumbre que todos los seres humanos llevamos dentro. Eso que somos. "Es inevitable, hagas lo que hagas, ahí estás retratado", reconoce Julio Pablo, un pintor -"prefiero con mucho esta palabra a la de artista", dice- poco amigo de las etiquetas, de las clasificaciones de la pintura en antigua, moderna o de entre épocas. "Lo que pinto es actual porque lo hago hoy y estoy vivo", defiende. Porque es reflejo de estos momentos. Sus momentos y los de todos, porque uno se reconoce inevitablemente en esa naturaleza que, según el pintor, "lo tiene todo". "Hay en mí un sentimiento panteísta, pero no en el sentido religioso, sino como identificación. Todo está en esa naturaleza que no es solo bonita o dulce, que a veces es terrible y destruye lugares", explica. Esa certeza de que somos naturaleza motiva una "búsqueda", que acaba materializándose en pinturas al óleo. "Todo es parte de lo mismo, viene dado por una médula interna, por esa utopía que vas persiguiendo, no sabes muy bien ni qué es...", reflexiona Julio Pablo, nacido en Zaragoza y afincado en Pamplona.
La decisión de pintar es el título del proyecto expositivo y editorial que muestra el compromiso de una vida dedicada a un oficio que, lamentablemente, no tiene en Navarra ni en general en el Estado el reconocimiento justo. "Siempre he echado de menos en el ámbito de la cultura la profesionalización. Y yo decidí que pintar tenía que ser mi oficio", afirma Julio Pablo, que muestra ahora en Canvas más de una veintena de sus últimas obras, fruto del último año de trabajo. Paisajes de zonas de Aranzadi, Puente la Reina, Eunate, Donosti, de montes como el Txindoki visto desde Urretxu, y de un pueblo de Huesca, Agüero, con el que el pintor tiene una vinculación especial. Pero lo de menos son los lugares concretos. La luz -o la amenaza de tempestad, en algún caso-, el agua, la nieve, el verde o el amarillo de los campos podrían estar en cualquier otro sitio. Lo importante es "la chispa" que encendieron en su día esos paisajes en el interior del pintor. El "enamoramiento", a veces "porque una nube se tranforma persiguiendo algo bello, descarnado, agrio, sin sentido... o porque ese casi vacío-hermoso que se asemeja al desierto te proporciona un mundo posible sin horizonte limitado", apunta el pintor. Es incertidumbre y certeza a un mismo tiempo. Es ese proceso de vida que sigue adelante a pesar de todo...
una red eficaz
Micromecenazgo: hay cultura más allá de la crisis
Julio Pablo no se resigna a ese pesimismo paralizante que nos quieren imponer con la crisis. "Yo apelo a lo que podemos hacer cada uno. El poder va a estar ahí siempre, organizando y ordenando, haciendo de su capa un sayo; pero individualmente se pueden hacer cosas, confío mucho en eso", sostiene el pintor. Buena muestra de ello es el libro y DVD, editado con ayuda de la Galería Canvas, que ha sacado adelante gracias a aportaciones de micromecenazgo canalizadas a través de Verkami. "Es una fórmula maravillosa, y el proceso ha sido muy gratificante", reconoce. La publicación es una monografía con textos de diversos colaboradores, reflexiones del pintor sobre su oficio y la actualidad, así como una amplia recopilación de su obra clasificada por temas y una amena biografía. Asimismo, se incluye el catálogo de la obra expuesta en la Galería Canvas hasta el 30 de enero.