la muestra Animatic de Civican arrancó ayer con una clase magistral de Mario Torrecillas, responsable de PDA (Pequeños Dibujos Animados), un proyecto audiovisual que pretende educar en cine, en diversidad cultural, pero especialmente mostrar la creatividad y el pensamiento de los niños y niñas a través de la animación, el dibujo y la música. Y si ayer fue la teoría, hoy toca la práctica de la mano del taller Ric, rac, catacrack, para chavales de 9 a 14 años de 11.00 a 14.00 horas en el auditorio.
PDA nació en 2008 y, seis años después, más de 12 películas realizadas por todo el mundo avalan una trayectoria que se apoya en dos premisas: que los participantes cuenten la historia que quieran a partir de sus vivencias, sueños, cuentos o deseos y que el proceso de creación sea colectivo. “Se trata de que todos pongan su parte y al final se haga un fundido de todo eso en una sola pieza”, explica Torrecillas, director de esta iniciativa integrada sobre por animadores, pero también por periodistas, pedagogos y otros profesionales. “Nuestro trabajo es multidisciplinar, no creo mucho en los límites de los formatos, cada idea te pide una cosa y no hay que ser rígido”, añade. Para PDA, “lo más importante es que los que vienen al taller aprendan a transmitir una historia y a conseguir que llegue al público, a las personas que la van a ver”. En ese sentido, durante los talleres se enseña a los asistentes la base de la escritura, “porque lo más importante para nosotros es la narración”, y cómo se trasladan esas ideas a imágenes. “Mostramos las tripas de un proceso de creación audiovisual a personas que no son profesionales”, pero el aprendizaje no se queda en la forma, en la técnica, sino que va más allá y atiende con detalle a los contenidos. Por ejemplo, en la sesión de ayer habló de un cortometraje que realizaron en Perú con unos niños que cobran 1,50 dólares al día por estar doce horas cargando ladrillos. “De alguna manera, venimos a decir que si en los colegios todos los alumnos saben lo que cobra Cristiano Ronaldo por temporada, también deben ser conscientes de lo que cobra un niño como ellos por unas jornadas laborales tremendas. ¿Por qué no conocer las dos cosas?”, se pregunta Torrecillas. Y añade: “Queremos que el contenido mueva a la gente una vez que se exhiba”. En la página del proyecto (pda-films.com) hay varias muestras de estas piezas de tipo documental. De hecho, después de la intervención de Torrecillas, tuvo lugar la primera proyección de cortometrajes de Animatic 2014, con presencia de PDA en Los hijos de Ayllu, realizado en los Andes peruanos con pequeños que acuden a la escuela cuando sus trabajos se lo permiten, y en El quemapapeleras, un cortometraje surrealista sobre el amor creado por estudiantes de 11 años del Colegio Cervantes de Algodonales (Jerez). “Y acabamos de hacer en Valencia un spot sobre los tremendos recortes en educación pública en el que acaba apareciendo el aeropuerto de Castellón”, porque así lo decidieron los participantes, y “en el que se explica que mientras allí todavía no ha aterrizado ningún avión, los recortes vuelan supersónicamente”. Y es que, otra de las claves de esta iniciativa es tratar de reflejar lo que los talleristas viven en sus respectivos entornos. Precisamente por eso, cada corto es totalmente diferente. El de Perú poco tiene que ver con el de Polonia, Estados Unidos, Orán, Guatemala, República Dominicana o Francia, y ninguno de estos con los que enseñan a crear en distintos colegios, institutos y ahora también grupos de tercera edad en el Estado. En los países en vías de desarrollo, PDA ha trabajado con la Agencia Española de Cooperación Internacional y los talleres suelen durar un par de semanas, ya que los chavales tienen necesidades especiales, y en España se desarrollan en dos o tres días.
Herramientas
Animación artesanal
A la hora de afrontar un trabajo, “las ideas siempre tienen que ir por delante de la técnica; cuando pasa al revés, Houston, tenemos un problema”, bromea el animador. “Primero elaboramos la idea del guión y luego vemos qué técnica le va mejor”, echando mano, casi siempre, de las que apenas se usan ya en el ámbito profesional, “donde lo manual se está extinguiendo”, caso del cutout, por ejemplo. Al final, “son casi talleres de manualidades”, no en vano Torrecillas cree que este tipo de animación “es una especie de regresión a la infancia, a cuando jugábamos con soldaditos o con muñecas, y los niños entran enseguida en este código porque les parece que están jugando”.
En definitiva, Pequeños Dibujos Animados viene desarrollando desde hace seis años cortometrajes con niños alrededor del mundo, siempre valiéndose de una metodología participativa en la que los más pequeños guían el proceso de creación a través de la articulación de las historias, los personajes, los diálogos y donde la labor del equipo consiste básicamente en mostrarles cuál es la mejor manera de estructurar las ideas que han surgido, para convertirlas en una película de animación fruto de sus propios esfuerzos.
Educación en tolerancia. Al ser un testimonio de las reflexiones del colectivo participante en cada taller de PDA, el documento resultante se presta para ser utilizado como recurso educativo y comunicativo que facilite a los profesores y gestores culturales la tarea de la educación y sensibilización en diversidad cultural y tolerancia.
Largometraje. A las 18.00 horas, el auditorio de Civican acogerá el pase de Ernest & Célestine, la historia de un oso cascarrabias que acoge en su casa a una ratita huérfana.
“A la hora de desarrollar los proyectos, las ideas siempre tienen que ir por delante de la técnica”
MARIO TORRECILLAS
Director de Pequeños Dibujos Animados