pamplona - Lo efímero de la existencia, abordado a través del arte y de esas reflexiones tan necesarias como inevitables en torno a la muerte, y la diversa cotidianidad retratada en un enorme bloque de apartamentos centraron ayer la Sección Oficial-La Región Central del 9º Festival Internacional de Cine Documental de Navarra Punto de Vista. La jornada contó con dos largos y un corto en competición: Le complexe de la salamandre (Francia, 2014), Huellas (México, 2014) y Super unit (Polonia, 2014). Tres historias aplaudidas por el público y que aportaron vivencias, sentimientos y dosis de ese misterio vital que inquieta a la vez que agrada -al fin y al cabo, la vida es eso, puro misterio, y sentir la incertidumbre es grato sinónimo de que estamos vivos-.

Le complexe de la salamandre (80’), de Stéphane Manchematin y Serge Steyer, abrió la mañana de proyecciones en la Sala de Cámara de Baluarte. Un acercamiento a la manera de vivir y de trabajar del artista Patrick Neu, habitante junto a su mujer de un hogar aislado en una remota aldea del norte de los Vosgos. Allí, lejos de todos los focos centrales del mundo del arte, el creador se inspira en sus paseos por los bosques y lleva una existencia tranquila pero muy rica en proyectos artísticos, que desarrolla con minuciosidad y con una paciencia heredada de los primitivos flamencos, con los que dialoga explícitamente en obras que rozan lo efímero y tienden a una rara perfección. Un día, el director del Palais de Tokyo de París le hace una visita: tras quince años siguiendo su trabajo, quiere encargarle su primera exposición individual. Él acepta, pero no variará un ápice su método, envuelto siempre en un halo de misterio. Stéphane Manchematin contó ayer en la rueda de prensa posterior a la proyección del filme la manera en que conoció a Patrick Neu, hace quince años, en una exposición de arte contemporáneo en el que éste era artista invitado. “Durante toda la preparación de la exposición se oía hablar de Patrick pero nunca se le veía, y ese misterio me llamó la atención. Hasta que el día de la inauguración, en una cena con todos los artistas y comisarios, me encontré sentado al lado de Patrick, y no dijo ni una sola palabra en toda la noche. Entonces me dije: este artista no es como todos los demás; estamos en una época en que los artistas hablan mucho de su obra pero no trabajan tanto en su obra. Años después, me lo encontré y le dije: ‘tenemos que hacer una película juntos”. Ese es el origen de Le complexe de la salamandre, documental en el que “la cuestión de lo efímero está en el centro”. De hecho, como apuntó ayer Serge Steyer, “la obra de Patrick Neu es efímera, pero también la película”, de la que los directores destacan que retrata “a un artista pero también a un hombre que está preocupado por los problemas de la sociedad”. “Queríamos trabajar en una obra existencial en vez de en una obra explicativa”, añadió Steyer.

El documental mexicano Huellas (58’), que firman Diego Gutiérrez y Danniel Danniel, introduce al espectador en la casa del difunto Peter, vecino del bajo de uno de los realizadores, Diego Gutiérrez, con el que éste de vez en cuando tomaba “algún café”. Un hombre solitario y desconocido que se va sin amigos ni familiares que respondan por él. Sin funeral en su memoria. Pero deja en su casa -por un tiempo efímero, hasta que todo acabe en la basura- un montón de objetos curiosos acumulados a lo largo de su misteriosa vida. En ese impasse, hasta que un servicio municipal destruya sus posesiones, los cineastas y sus amigos entran en la casa del muerto y descubren -y se descubren a sí mismos- a través de los objetos del difunto y en las vidas que todavía encierran. ¿Realmente morimos cuando morimos, o cuando nos olvidan?, plantea el filme, que reconstruye la posible vida y personalidad de Peter a través de sus recuerdos personales. “Esos objetos nos hicieron pensar en tantas cosas... Todos acabamos volcando ahí algo sobre el sentido de la vida”, reconocía ayer en Pamplona Danniel Danniel sobre esta película en la que, dice, “hay un misterio flotando en el aire que perdura hasta el final”. Ese misterio fue lo que impulsó a Diego Gutiérrez a decidirse a filmar en casa de Peter, a quien tres meses antes de morir preguntó: ¿Has pensado qué les va a pasar a todos tus objetos el día que te mueras? Y Peter no contestó. Las conexiones que se establecen entre los cineastas y sus amigos una vez dentro de la casa del difunto nos ponen frente a nuestra propia vida y nuestra futura muerte, nos sitúan entre el caos y el orden existenciales, entre materia y espíritu, soledad y compañía, deseo de coherencia y restricción social..., de manera que el espectador se siente también dentro de esa casa, reflexionando al mismo tiempo que los visitantes reales. Es la magia del cine.

maquinaria comunalEl curioso y ameno cortometraje Super unit (20’), de Teresa Czepiec, que se proyectó justo antes que Huellas, descifra la máquina arquitectónica de Le Corbusier. Distribuidas en 762 apartamentos de un gran bloque en algún lugar de Polonia conviven otras tantas historias en una copia de la Unidad de Habitación del arquitecto suizo-francés. Una ciudad vertical habitada por tres mil personas repartidas en quince plantas. La cámara recorre los pasillos en progresión aritmética y nos permite atravesar las puertas para ver el interior de las vidas, casi a la manera de George Perec. A veces, tres segundos son suficientes para el retrato de una familia entera.