‘MISA MOZÁRABE’

Intérpretes: Coro de Cámara Spem In Alium. Director: Jesús Arrastia. Programa: Estreno de la Misa Mozárabe de Isidro Gambarte (San Martín de Unx 1932), y obras de H. Villa-Lobos, Gardel, Guastavino, Piazzolla, Ramírez, Corona y Vázquez. Fecha: 15 de noviembre de 2015. Lugar: Iglesia de Santa María del Pópulo de San Martín de Unx. Público: lleno (entrada gratuita).

Aunque el término mozárabe aplicado al canto (y a la liturgia) no es enteramente acertado porque el rito existía antes de la invasión musulmana, nos viene bien, en estos tiempos, invocarlo porque hace referencia a los cristianos que vivían y practicaban su propia religión, bajo el dominio político musulmán. El compositor navarro Isidro Gambarte -un verdadero descubrimiento para cualquier amante de la música- ha concentrado en su Misa mozárabe un enorme poso de conocimiento del canto gregoriano, de la polifonía renacentista, del sustrato organístico del bajo continuo, y de las corrientes más modernas que impregnan algunas composiciones religiosas del presente siglo. Y, también -por lo que uno puede leer en la red-, de su vida, que parte de los agustinos de Lodosa, pasa por los maestros de Silos y desembarca en la titularidad del órgano de la iglesia de san Oswaldo de Traunstein, Alemania, casi frontera con Austria. La obra, que sigue, sin embargo, las partes del ordinario de la misa romana, posee pasajes de robusta austeridad y hieratismo (el credo), y otras, de un vuelo polifónico de inusual belleza. Todo impregnado de canto gregoriano, de matiz arcaizante, pero con indudable modernidad para nuestros oídos, acostumbrados ya al minimalismo místico de Arvo Pärt y algunos compositores nórdicos. Ya desde el Kyrie y el Gloria queda patente la solidez de los graves sobre los que la melodía va a columpiar, sin sobresaltos, su característico entramado de ese gregoriano enriquecido. El Credo es un recitativo presbiterial bien cimentado en los bajos. El Sanctus, muy elaborado, también se balancea por una escala ascendente-descendente muy bien definida por la sucesiva entrada de las voces. El Pater Noster, muy original, es enfático, a modo de letanía -con respuesta de amén polifónico a la propuesta del tenor-. Y el Agnus es un brillante final polifónico. Es una obra muy hermosa, perfecta, no le sobra ni falta nada, litúrgica y recogida, pero, a la vez, una sólida pieza de concierto. Una obra para que “por el deleite de los oídos, el espíritu flaco se eleve al afecto de la piedad” (San Agustín). La interpretación fue estupenda porque el titular de coro dirigió y fraseó con el tactus de la partitura y del estilo, no con compás; en realidad estas obras son imposibles de meter en medidas cuadradas. El coro sonó equilibrado y homogéneo, y con las voces y sus respectivas entradas bien diferenciadas. Para terminar la primera parte -en la liturgia del domingo- se cantó, muy oportunamente, el Adoramuste Christe del compositor francés Dubois, en recuerdo de las víctimas de París.

La segunda parte de la matinée, como eran fiestas chiquitas de pueblo y se cumplía el 25 aniversario de la Coral de San Martín de Unx, la ocupó un programa radicalmente distinto y muy festivo; con compositores sudamericanos y canciones rítmicas y sentimentales: tango, milonga, zamba, bolero. Hicieron las delicias del público; porque el coro se lo pasa bien cantándolas. Al final, la propina, entre las dos corales.