Donostia - El puente como símbolo de convivencia es una de las metáforas recurrentes de Donostia 2016 y sirve también para explicar uno de los proyectos más ambiciosos de la capitalidad: 1966 | Gaur Konstelazioak | 2016. Hasta el 15 de mayo, San Telmo acoge una exposición de cerca de 90 obras que ponen en relación a los visionarios miembros del Grupo Gaur con una generación más joven de artistas de vanguardia que coinciden con ellos en su mirada crítica.

La directora del museo, Susana Soto, calificó ayer la muestra de “reencuentro”, puesto que se celebra 50 años después de la fundación de Gaur y de su primera exposición en la galería Barandiaran de Donostia. Además, “la constelación más importante y renovadora del arte vasco” -Amable, Ruiz Balerdi, Basterretxea, Chillida, Mendiburu, Oteiza, Sistiaga y Zumeta- entra en diálogo con creadores de una generación posterior que, en algunos casos, tuvieron a Gaur como referente.

La concejala de Cultura, Miren Azkarate, opinó que “la frescura, el valor y la modernidad” del colectivo “sigue vigente”, y aunque solo permanecen vivos dos de sus integrantes -Zumeta y Sistiaga-, a ese legado que aún conserva toda su modernidad, se le ha sumado la perspectiva de otra generación, reforzando la citada metáfora del puente. Asimismo, el director del programa cultural de Donostia 2016, Xabi Paya, aseguró que Gaur Konstelazioak “es un ejemplo claro de cultura para convivir”, pues congrega a artistas de pensamientos diferentes que supieron trabajar juntos.

GRUPO Gaur Fernando Golvano, comisario de la exposición, recordó el manifiesto fundacional de Gaur (1966), que reclamaba “luz propia” en “un tiempo de encrucijada”. En un contexto hostil para la creación por la presión de la dictadura, “tomaron posiciones” para activar una dinámica dirigida a recuperar “la anhelada escuela vasca que truncó la Guerra Civil”. Nacieron así otros grupos -Emen (Bizkaia), Orain (Araba), Danok (Nafarroa) y Baita (Iparralde)- derivados de un acontecimiento “cultural y disidente” que reunió a creadores singulares y diferentes. Más que un grupo en el sentido clásico de las vanguardias, Gaur era un colectivo cuyos integrantes tenían poéticas “muy diversas”. “Lo que les animó a unirse fue más bien el contexto social y político”. “Lo importante es la experiencia de cada uno”, insistió.

La entrada a la exposición la preside la mítica fotografía que Fernando Larruquert tomó en 1965 en la casa-taller de Oteiza en Irun. En ella aparecen todos los miembros de Gaur salvo Zumeta y Amable, representados en otras dos instantáneas. La zona de recepción sirve para contextualizar el papel fugaz pero determinante que la galería Barandiaran jugó en la renovación del arte y de la cultura vasca. Así, se incluye una pequeña selección de obras de artistas que trabajaron allí, como Ricardo Ugarte y Vicente Ameztoy -ambos debutaron en Barandiaran- o como el Equipo Crónica y Manuel Millares, entre otros. La exposición es también, por tanto, un homenaje al ataundarra Dionisio Barandiaran, cuya galería no fue solo la sede de Gaur de 1965 a 1967 -años en los que estuvo vigente el grupo-, sino también de colectivos como Ez Dok Amairu (música), Argia (danza) y Jarrai (teatro). “Fue un verdadero laboratorio de las artes de vanguardia”, enfatizó Golvano, que alabó la figura de Barandiaran, un constructor de profundas convicciones cristianas y compromiso nacionalista que tuvo la “osadía de comprometer su dinero e interés” como mecenas.

El recorrido comienza con varios óleos de Amable Arias, a juicio de Golvano, “el más abierto y libre” en el uso de materiales y estilos: collage, puntillismo... “Tenía una gran diversidad de poéticas y juegos visuales muy grandes”, aseguró el comisario antes de comentar las obras de Oteiza. Del oriotarra se han recuperado varias cajas metafísicas, algunas de las cuales ya estuvieron en la exposición de 1966, y obras más figurativas como Cabeza de apóstol nº 9 y Figuras inconscientes / El abrazo.

En el apartado dedicado a Chillida destacan obras tempranas como Yunque de sueños XIII y otras piezas de hierro forjado, sin olvidar trabajos realizados en alabastro y madera ni algunos ejemplos de obra gráfica o sus incursiones en los libros de artista. Golvano definió a Balerdi como “el mejor dibujante de su generación”, y señaló una pequeña ilustración realizada con bolígrafo como ejemplo de esos “estudios geométricos” que realizaba a modo de “investigación” para luego trasladarlos a sus coloristas lienzos. “Era un pintor de acción, de gesto y movimiento, un titán del haz cromático”, dijo sobre un artista de quien también se puede ver la película dibujada Homenaje a Tarzán.

Mendiburu también empleó el dibujo como “laboratorio” de un arte que adquiriría una “nueva corporeidad” en forma de escultura que construía ensamblando diferentes fragmentos de madera. Gaur Konstelazioak muestra grandes piezas como la “monumental” Argi hiru zubi, Zugar y su Homenaje a la txalaparta. Por su parte, Basterretxea también utilizaba “elementos ancestrales retomados desde la óptica contemporánea”, algo que se aprecia, por ejemplo, en su interpretación de las estelas funerarias. Del artista vizcaino se exhiben pinturas y algunas esculturas que también pasaron en su día por la galería Barandiaran, así como el cortometraje Pelotari, dirigido junto a Larruquert.

Sistiaga participa con varias obras en gouache, tinta china y trabajos en los que exhibe su “pintura de acción”, pero no podía faltar Ere erera baleibu Izik subua aruaren..., la película de 75 minutos que pintó directamente sobre negativo: presente en la rueda de prensa de ayer, el donostiarra confesó que invirtió 17 meses en pintar el filme, a razón de 12 horas diarias.

Finalmente, José Luis Zumeta presenta varios acrílicos sobre lienzo, coloristas relieves de pintura sobre madera y “una pequeña obra muy relevante”, en palabras de Golvano: un óleo que sirvió para la portada del primer disco de Mikel Laboa en 1974.

Kairós En un espacio contiguo y más reducido, la exposición presenta “otra constelación” de creadores de diversas nacionalidades que Golvano ha agrupado bajo el nombre de Kairós. Ocho artistas y colectivos de generaciones posteriores a Oteiza, Chillida y compañía muestran obras que establecen un diálogo entre sí, y, al mismo tiempo, con las piezas del contexto de los años 60 realizadas por los artistas del Grupo Gaur. A unos y a otros, según subrayó el comisario, les une “el mismo anhelo de crítica e identidad compartida”. Por tanto, Gaur Konstelazioak ofrece “dos exposiciones unidas por puentes más o menos visibles”. “El diálogo generacional no termina nunca” aseveró.

Cada uno de los creadores de Kairós aporta dos obras, una de ellas realizada ex profeso para la muestra en diversos formatos con especial protagoismo de la instalación. Los nombres seleccionados por Golvano son PSJM -dúo artístico formado por Pablo San José (Mieres, 1969) y Cynthia Viera (Las Palmas, 1973), Avelino Sala (Gijón, 1972), Txomin Badiola (Bilbao, 1957), Eugenio Ortiz (Hondarribia, 1956), Azucena Veites (Hernani, 1967), Iratxe Jaio (Markina-Xemein, 1976) & Klaas van Gorkum (Delf, 1975), Bojan Fajfric (Belgrado, 1976) y Sara Goldschmied (Arzignano, 1975) & Eleanora Chiari (Roma, 1971).

en paralelo Otros espacios de la ciudad inaugurarán hoy exposiciones paralelas centradas en los últimos años de varios miembros de Gaur: el centro cultural Okendo revisará la obra de Basterretxea, Sistiaga y Zumeta; la galería Kur, la de Mendiburu y Amable, y Altxerri, la de Balerdi.