Para adentrarse en los parámetros de la realidad, hay que partir por cuestionarse qué es real y qué es ficticio, desde dónde se articulan ambos conceptos, cómo se configuran y cómo forman hoy parte del imaginario colectivo. La RAE define el término realidad como “existencia real y efectiva de algo”, como “verdad, lo que ocurre verdaderamente” y como algo que está “en contraposición con lo fantástico e ilusorio”. Estas definiciones pueden llegar a diluirse y a transfigurarse en aspectos que adquieren cierta ambigüedad donde no se puede afirmar con certeza si nos situamos ante hechos reales o ficticios. Esta idea es la que configura la tercera fase del proyecto El teorema de Maslow, un ciclo de exposiciones que pretende ser un lugar común en el que a través de los proyectos de varios artistas se conforme una verdad de orden superior. Después de dos exposiciones previas donde se ha reflexionado sobre las necesidades básicas del ser humano, El teorema de Maslow ha llegado a su tercer episodio con una muestra en la que participan los artistas Fermín Díez de Ulzurrun, Hélène Duboc y MawatreS y que se inauguró ayer en la Sala de Armas de la Ciudadela, donde permanecerá hasta el próximo 13 de marzo.

‘La cosa real’

Una reflexión para (re)construir lo real

Después de dos exposiciones en las que los artistas abordaron los temas La realidad propositiva y La necesidad satisfecha no genera comportamiento alguno, la sala pamplonesa acoge La cosa real, una serie de obras que intentan dar visibilidad a problemáticas que permanecen invisibles, episodios que quieren ser mostrados o revisados para invitar al espectador a pensar sobre ellos. Los tres artistas se adentran así en una reflexión sobre un tiempo de excesos, de saturación, de consumo, contaminación o hipocresía, toda una serie de contradicciones que ofrecen una realidad fragmentada que pueden hacer desear formar parte de un escenario simulado. Este arte, eminentemente contemplativo, propicia esquemas desde donde induce al espectador a escapar de la realidad y construir espacios de fuga.

De esta manera, Fernando Díez de Ulzurrun, Hélène Duboc y MawatreS proponen, a partir de los estadios de la pirámide de Maslow, parámetros para la reconstrucción -o simplemente construcción- de lo real. Para ello, se sirven de elementos del imaginario común e invitan a revisar el paisaje visual de la iconosfera, configurando nuevas miradas que hacen referencia a estructuras establecidas en la sociedad que son ofrecidas por los artistas desde una nueva perspectiva. Según Díez de Ulzurrun, no se trata de “una exposición colectiva al uso”, sino que es “un proceso natural” basado en este teorema que “no se puede demostrar más que a partir de la demostración de algunas de sus partes”. Así, todos los artistas que han colaborado en el proyecto El teorema de Maslow formulan su verdad o su trabajo “y todo esto conforma una verdad superior porque la suma de las partes siempre es mayor”, añade. Por su parte, Juan Pablo Orduñez, MawatreS, resalta que “el núcleo” de la exposición “no es el arte sino la realidad y de la realidad sale el arte”.

Las piezas

Erizos de Normandía, banderas e industria

Partiendo de la frase “la necesidad satisfecha no genera comportamiento alguno”, Díez de Ulzurrun presenta piezas que pueden llegar a suponer un obstáculo, que invitan a pensar en la dificultad de continuar y en algo que puede llegar a ser molesto en un intento por mover conciencias. Entre estos objetos se encuentran los llamados erizos de Normandía, obstáculos que se usaron en la II Guerra Mundial para impedir el avance de los tanques y que para el artista son “símbolos de resistencia” para “intentar detener fuerzas que intentan invertir esa pirámide” de Maslow. “Hablan de un momento en que se está cambiando y casi todos nos hemos puesto en una situación de alerta”, explica el artista.

Por otro lado, Hélène Duboc plantea una serie de obras que aluden a formas de recibir y de reflexionar sobre el contexto. La hiperrealidad y los paisajes visuales toman protagonismo para repensar aspectos ligados al trabajo a través de la representación de elementos vinculados a la fábrica y la industria. La construcción, la ciudad, la historia y la memoria son componentes que también aparecen representados como formas de construir la realidad. “Cada pieza es una mirada y un punto de inflexión relacionado con mi trabajo pero esto no se trata de mirar cada pieza concreta, sino ver la relación que existe entre una y otra con el teorema”, señala Duboc, para quien la muestra “forma parte de un programa conjunto mucho más grande”. Asimismo, para la artista francesa, aunque algunas de las piezas puedan causar confusión por lo diversas que son y, en algunas ocasiones, parecen contrariarse, “más que una incoherencia lo que se crea es una reflexión, ya que no se puede generalizar ninguna pieza y cada artista crea sus piezas de resistencia en sociedad”, opina, y añade: “Nosotros no somos un colectivo, esto es una asociación de una multitud de puntos de vista que juntos el uno al lado del otro generan una multitud de preguntas en las que ya entra en discurso el espectador”.

La propuesta de MawatreS invita a adentrarse en aspectos tratados por los otros dos artistas, a la vez que propone escenarios de consenso. Las banderas, configuradas a modo de representación de lo real y declaración de intenciones de diferentes identidades, constituyen un trabajo que se acerca a la búsqueda de escenarios e identidades colectivas. Además, empuja a mirar al pasado desde la necesidad de reconstruir la historia personal de cada uno. Propone el monte como elemento de la memoria, como lugar que tiene mucho que contar y habla de lo que hay detrás de estos espacios naturales, de lo que no se refleja y de elementos conceptuales ligados a estos escenarios. “Estamos pasando un cambio”, señala el artista madrileño, quien agrega: “No podemos dibujar cómo va a ser el mundo del mañana ni queremos decir cómo debería ser, lo que sí que tenemos que hacer es interrogarnos por qué estamos en el mundo de hoy”.

Este proyecto, que ya ha llegado a la tercera fase, continuará con otras tres exposiciones: Aquello que todavía puede y merece ser salvado, El arte no puede cumplir su promesa y La conquista individual, que se centrará en “la trascendencia, es decir, en retratar desde el mundo del arte nuestra visión de lo trascendental”, detalla Díez de Ulzurrun, una exposición final en la que se buscará la participación de todos los artistas que han colaborado en este proyecto.

La exposición que se encuentra desde ayer en la Sala de Armas de la Ciudadela puede visitarse en horario de 18.00 a 20.30 horas, de martes a viernes; de 12.00 a 14.00 horas y de 18.00 a 20.30 horas, los sábados; y de 12.00 a 14.00 horas, los domingos. Además, el próximo día 6 de marzo habrá una visita guiada.