concierto del grupo el reno renardo
Lugar: Sala Zentral. Fecha: 1 de octubre de 2016. Incidencias: Buena entrada, quizá algo más de tres cuartos del aforo. Una hora y cuarenta minutos de actuación.
Lo que nació como un experimento en solitario del músico vizcaíno Jevo Jevardo -un proyecto en el que colgaba sus canciones en Internet que obtuvo una gran acogida- se ha convertido, con el tiempo, en una máquina de escupir heavy metal en directo de la mano de una banda consistente y un público que acude a sus conciertos con ganas de pasar un rato divertido. Para muestra, la buena entrada que registró el pasado sábado la sala Zentral y el concierto sin fisuras que ofreció el grupo bilbaíno, que además de por el citado gurú y guía espiritual -y miembro, dicho sea de paso, de los grupos Valhalla y Soulitude-, está compuesto por Mikel Torralba (guitarra), Ander The Thunder (bajo) e Iván Cormen (batería). Y para quien no le suene el nombre de Reno Renardo, un apunte más: se trata de una banda de freak metal, es decir un grupo de heavy rock cuyas letras están pensadas para que el oyente se eche unas risas y que, en el caso que nos ocupa, se asientan en tres pilares: autoparodia, humor e ironía, pero que también son aprovechadas para hacer crítica social y política. Como decía un fan al final del concierto: “Me encantan, son tan tontos como yo”. Y bueno, siempre nos queda la referencia de los inefables Gigatron. ¿Os acordáis de su “barco de colegas” y su “parche de Venom”?
La sala se iba llenando de camisetas negras con inscripciones de Pantera, Koma, Leño o Cannibal Corpse y, por supuesto, de El Reno Renardo, quienes salieron al escenario hacia las 21.50 horas tras la proyección en la pantalla del fondo de una serie de fragmentos musicales inclasificables. El público saludó con los cuernos en alto y empezó la fiesta. Tras la intro, Jevo Jevardo se dirigió a los oyentes entre risas: “Gabon Iruña, hemos venido a patear vuestros blancos culos navarros”. Dicho y hecho. Meriendacena medieval fue el primer cartucho, con su aire folk metal, al que siguió Hasta la polla, “un clásico” que han tocado “siempre”, y que enlazaron, atención, con fragmentos de temas de Los del Río, Dio, White Stripes o Queen. En mi casa y Vinagre fueron las siguientes (sonaron fuertes y bien ejecutadas), y luego llegó “el momento entierro de la noche”: El Bardo Bastardo. También homenajearon a Lemmy Kilmister y Motorhëad con una versión metalizada de Ace of Spades rebautizada como As de oros, que tocaron a toda velocidad y que arrancó los silbidos y aplausos del público. A su conclusión fueron a por la irónica Todo Seta, No hay Huevos y una canción extraída de su disco Babuinos del Metal titulada Orcos de Mordor. Desde las primeras filas lanzaron un sujetador que Mikel colgó de su guitarra y Jevo Jevardo se quejó de su suerte mientras sostenía unos gayumbos con sus dedos: “Siempre nos lanzáis ropa interior de Primark”.
En una especie de medley más loco que satánico metieron, entre otros, a Bon Jovi, Boney M -“Ra-Ra-Ra-moncín, que hay en ese maletín”-, Su Ta Gar o Los Suaves. Pero una de las más aclamadas fue Camino a Moria (hija bastarda de Camino a Soria de Gabinete Caligari) y para la parte de los bises se dejaron Crecí en los 80, un regreso al pasado en toda regla en el Delorean de Marty McFly -“elásticos rojos y parches de Kiss”- y una letra tan larga que no entendemos cómo Jevo Jevardo puede llegar a memorizar.
Así es como concluyeron su ritual de distorsión y humor. No somos especialistas en heavy metal, pero lo tenemos claro: “los renos” sonaron potentes, compactos y duros y el público se lo pasó mejor que bien.