Personajes que emocionan y conversan entre sí en diálogos directos, auténticos a la par que surrealistas, pueblan la nueva novela de Fernando L. Chivite (Pamplona, 1959) Ferdy el Fatalista (Papeles Mínimos). El autor navarro opta por el humor y la ligereza para unos tiempos que, reconoce, “se le escapan”, y, proyectado en Ferdy –una imagen de sí mismo diez años mayor– dialoga con el fantasma de su mujer que se le aparece con frecuencia, con su voz interior, Lucy, y hasta con la muerte, en un ejercicio literario que busca “conseguir que el lector mantenga la sonrisa mientras lee”.

PREGUNTA: Después de Ferdy el Viejo llega Ferdy el Fatalista, ¿cómo describiría esta nueva novela respecto a la primera entrega?

RESPUESTA: En realidad esto es un continuo, Ferdy el Viejo y Ferdy el Fatalista son prácticamente la misma novela en dos partes, como El Quijote, primera parte y segunda parte.

P: ¿En qué punto diría que está Ferdy, el protagonista, en esta segunda entrega?

R: Bueno, Ferdy es una anticipación biográfica, es más o menos la imagen que me hago de mí mismo con diez años más. Un poco para no caer en sus errores, supongo. Y lo veo bien, tal como me lo imagino lo veo todavía interesado por la vida, que es lo importante, y con un cierto sentido del humor, que es básico. En estos tiempos más.

P: ¿Es tan complejo el mundo en que vivimos que ya solo cabe la comedia absurda?

R: No lo sé, no me gustaría decirlo así de claro, pero como opción personal yo he optado por el humor, por no amargarme. O sea, he decidido ser consciente de que tengo que hacer una fuerza especial en no deprimirme. Y no me voy a deprimir. No me voy a deprimir. Conservar y cultivar el humor es básico en estos tiempos, porque no ayudas a nadie si te deprimes. Ni a nadie ni a nada.

P: Aquí hay constantes que han estado siempre en su literatura: el paso del tiempo, las imágenes del pasado, las relaciones humanas...

R: Sí, el pasado que cambia constantemente, por cierto, aunque parezca paradójico. Unas veces lo ves de una manera y otras veces lo ves de otra. Es cierto que la obsesión por el tiempo y la muerte está en toda la toda la historia del siglo XX. Pero quizá en mi manera de escribir se nota más que en otras, no lo sé... Es posible.

P: Comentaba recientemente que está en un punto divertido en el ejercicio de la escritura, ¿sigue ahí?

R: Sí, yo disfruto mucho escribiendo. Para mí escribir es un placer. Ahora, como estoy cultivando una especie de comedia absurda, pues efectivamente me lo paso bien, sí.

“Estamos en un momento un poco loco; la gente se quiere divertir de una manera histérica, y eso no es la felicidad”

P: “La literatura empieza donde termina la historia personal”, dice en esta novela.

R: La literatura es imaginación. La literatura es un género literario. Y empiezas a elaborar tu vida y cuando se acaba la realidad todo lo que añades es lo que inventas, ¿no? De una manera irónica suelo decir cuando me preguntan sobre esto que escribo ficción no ficticia basada en hechos reales. En hechos reales, por cierto, alterados por una mente como la mía, con bastante tendencia a la fantasía, un poco surrealista.

P: Esas fantasías de las que nos nutrimos todas las personas. La realidad está hecha de fantasías también.

R: Efectivamente, es una elaboración.

P: Aparecen en esta novela Las Vegas, Benidorm, que ya aparecía en Ferdy el Viejo, como representaciones del exceso, como vías de escape de la rutina.

R: Benidorm tiene cierto protagonismo en la primera parte, sí. Yo no lo conocía, me fui a conocer Benidorm para meterlo en la novela, porque no tenía una imagen real de lo que era el Benidorm actual. Lo había conocido de niño, solíamos ir a vacaciones ahí. Pero el Benidorm actual es la hostia, es impresionante. Imagínate, con todos estos programas del Imserso. Y no digo especialmente en vacaciones, ¿eh? Yo hago referencia a una especie del Benidorm de la tercera edad, el de estos programas del Imserso con hoteles gigantescos llenos de bufés, de ancianos y de gente. Es impresionante. Hay aparcamientos de sillas de ruedas, ¿eh? Es una locura. Benidorm es un poco el kitsch del sueño cutre del jubilado popular. E intento sacarle un partido cómico a ese kitsch .

P: Y Las Vegas...

R: Es lo mismo, lo que pasa es que Las Vegas va a tener cierto sentido en la tercera entrega. Va a haber una continuación en otra novela que se va a titular Ferdy el Visionario.

P: ¿Esa será la última?

R: No, habrá más. Esto se va a convertir en una serie, va a haber temporadas. Ahora estoy con la tercera, pero tengo previsto que haya por lo menos cinco.

“Benidorm es el kitsch del sueño cutre del jubilado popular, y Las Vegas lo mismo, e intento sacarles un partido cómico”

P: ¿Y de dónde saca tanto material?

R: Yo me pongo a escribir sin ningún tipo de guion previo ni con la idea de llegar a ninguna parte. Me inspira la observación de la cotidianidad. Como he dicho, es algo basado en hechos reales alterados por una mente surrealista como la mía.

P: También aparece en la novela la Plaza del Castillo, y una terraza allí desde la que Ferdy ve la vida pasar.

R: Sí, la terraza del Torino, que es donde estaba antes el Windsor, que es donde yo me suelo sentar habitualmente; lo que pasa es que ahora lo han comprado los de Laba y van a ampliar, y van a llamar Torino al bar. Me va a encantar que recuperen el nombre clásico del bar. Se va a llamar como aparece en la novela.

P: Y cuando Fernando Chivite se sienta a ver la vida pasar, ¿qué ve últimamente?

R: Mucho viejo. Sí, veo demasiado viejo por todo. Ojo, yo me incluyo, ¿eh? Veo una sociedad envejecida, obviamente. Precisamente hace poco salía en la prensa que ahora hay más viejos que jóvenes y que hay ya un porcentaje de jóvenes de fuera bastante importante en esta ciudad. De hecho, mis dos hijas se han ido de aquí. Vienen jóvenes de otra parte, pero los nuestros se van. O sea, son fenómenos nuevos. Yo lo que veo es mucho anciano, sobre todo cuando voy por barrios como San Juan o por el Segundo Ensanche. Tienes que hacer cola para comprar el pan detrás de cinco o seis taca-tacas. Es impresionante.

P: Y se ve mucho turismo, también.

R: Sí, turismo de tercera edad, turismo de pobres ancianos con la boca abierta que van con la mochila y el bastón mirando a las alturas un poco extraviados. Yo no sé, estamos en un momento un poco loco. La gente se quiere divertir de una manera histérica, creo yo. Hay un histerismo por la diversión, y eso no es la felicidad.

P: Como dice en la novela, a la gente le asusta estar a solas con sus pensamientos, ¿no?

R: Cierto. Sí, la gente no quiere saber nada de la muerte. Obvio. Asusta.

P: Ferdy dice en un momento: “Este mundo ya no es el mío. Las nuevas motivaciones se me escapan. El nuevo modelo de ser humano”. ¿Eso lo siente usted también?

R: Mis abuelos, y los tuyos, vivieron en una sociedad muy parecida al Neolítico. Del Neolítico a la sociedad de nuestros padres, al menos en los pueblos, las cosas no cambiaron en nada, ni la mentalidad de las personas. Yo he visto labrar los campos con un burro y un arado. Echabas un vistazo al campo y veías el Imperio Romano. En cuestión de dos generaciones se ha perdido esa visión, los niños de la Generación Z, incluso mis hijas que son millennials, ya no ven eso. Hemos cogido velocidad. Hemos cogido demasiada velocidad. Tienes la sensación de que tu cabeza, tu percepción y tu forma de pensar se han educado en otro tempo y en otros conceptos, digamos.

“La literatura es imaginación; empiezas a elaborar tu vida y cuando se acaba la realidad todo lo que añades es lo que inventas”

P: Y lo de fatalista, ¿se siente fatalista?

R: Sí, bueno, en realidad hago un guiño al libro de Diderot, Jacques el Fatalista. Me hace mucha gracia, que también es un libro dialogado. Es curioso porque son libros basados en el esquema de El Quijote, en el que hablan dos. Prácticamente siempre es cuestión de diálogo, es el que habla y el que contesta. Uno en tono más realista y otro en tono más fantasioso. Me preguntas si soy fatalista, obviamente. Todo esto va hacia alguna parte. Sí, claro que lo soy. Desde que nací, ya lo dice en el libro también. Todos lo somos, yo creo. Otra cosa es que queramos o no aceptarlo.

P: ¿Para cuándo la tercera entrega de Ferdy?

R: Son más o menos dos años, el primero salió en 2023, el segundo en 2025, así que el siguiente será hacia la primavera del 27. Estoy trabajando en ello, pero lentamente. Ahora con el calor no puedo escribir, no sé qué me pasa.

P: ¿Pero en su cabeza tiene ya la novela o va surgiendo en la escritura?

R: Va surgiendo, va cambiando todo en la escritura. Yo divago. Me pongo a escribir y mi estilo es divagar. Coger una frase, la que sea, y tirar para adelante. Hacia donde vaya. Muchas veces me sorprendo de lo que encuentro. También me gusta eso, es grato. En ese sentido soy muy caótico. Y muy libre, también.

P: ¿Qué le está aportando este ejercicio de “anticipación biográfica”?

R: Alegría, diversión. Para mí es un divertimento. Yo no pretendo nada. Ya con estas novelas y a estas edades, no pretendo ni hacerme famoso, ni millonario, ni tener éxito. Lo que pretendo es pasar mi tiempo de una manera divertida. Y conseguir que el lector mantenga la sonrisa durante la lectura. No que se ría esporádicamente con un chiste, sino que mantenga la sonrisa mientras lee. Opto por la ligereza, por el humor, la frase corta..., también porque creo que hay muchos libros que prometen que van a ser muy buenos y empiezas a leerlos y son farragosos, lentos, aburridos... a mí me pasa.

P: Opta por diálogos cortos, muy directos, y que dicen mucho. Es un contrapunto a esa tendencia actual: se habla mucho, demasiado, y se dice poco.

R: Sí, yo también lo veo, repetimos modelos, frases, intenciones, normas, opiniones... A veces oyes a alguien decir lo que has escuchado esa misma la mañana en la radio. No nos damos cuenta de lo loros que somos.

Portada de la novela.

Portada de la novela. Cedida

EL LIBRO

  • Título: Ferdy el Fatalista
  • Autor: F. L. Chivite
  • Editorial: Papeles Mínimos
  • Páginas: 88
  • Precio: 15 euros
  • Nueva entrega: Ferdy el Fatalista sigue a Ferdy el Viejo, publicado también por la editorial Papeles Mínimos dentro de un trabajo en curso en torno al personaje de Ferdy, una proyección que el autor hace de sí mismo con diez años más