concierto de kase.o.
Fecha: 5 de noviembre de 2016. Lugar: Sala Zentral. Incidencias: Entradas agotadas. Gran ambiente y público participativo. Primer concierto de la gira El Círculo.
No hace falta ser un especialista en rap, como es el caso, para apreciar que lo que vimos y escuchamos el sábado en la sala Zentral fue canela en rama. Mierda de la buena, como dirían en el argot del hip-hop. Kase.O llegó y arrasó a lo Julio César -vini, vidi, vinci- y agitó a un público entregado y entusiasmado que abarrotaba la sala desde las primeras filas hasta las última, disparando dardos y venablos, pero también sentimientos, emociones y mensajes de paz (entiéndase de forma literal, porque así fue) a un ritmo vertiginoso y con una precisión y buen hacer que dejaría con la boca abierta hasta al más pintado. Kase.O, que es Javier Ibarra, miembro fundador de Los Violadores del Verso, estuvo enorme, al igual que sus compañeros sobre el escenario: R de Rumba, ¡qué máquina!, y el habilidoso MC Momo, zaragozano como los anteriores, que le respaldó muy bien a las voces.
Fue precisamente Momo quién se encargó de romper el hielo lanzando las primeras rimas de la noche mientras el público iba tomando posiciones en la sala. Tras él llegó el apoteosis, que no se circunscribió a un puñado de canciones, sino a prácticamente todos y cada uno de los aproximadamente veinticinco temas que sonaron. Salió Kase.O y la sala casi se desintegró por combustión espontánea. Y demostró por que está en la cúspide del rap. Sin paliativos. “Kase.O ha vuelto al ejercicio, la primera frase es para los que están aquí desde el inicio”. Y empezó la liturgia de la cultura hip-hop: brazos con la palma abierta moviéndose arriba y abajo.
Estábamos asistiendo al primer concierto de la gira de presentación de su primer LP, El Círculo. Una base dura dio pie a la áspera Esto no para, con letra de contenido político, a la que siguió Yemen, también del último álbum. Los temas nuevos funcionaron tan bien como los viejos. Si alguien pudiera albergar alguna duda sobre El Círculo, Kase.O la borró de un plumazo. Sonaron Triste y Guapo tarde del citado disco, y después Pura droga sin cortar y Ninguna chavala tiene dueño, ambas de Violadores del Verso. Amor sin cláusulas trajo bajos gordos y scratches de R de Rumba, quien, como acertó en decir el zaragozano, “habla con las manos”. Kase.O mandó un mensaje de amor y paz a Siria, a Irak y a Palestina y se acordó de los refugiados saharauis y de “la gente que está en las cárceles y en los hospitales”. Después llegó Chúpala (tema de Dogma Crew, con la colaboración de Kase.O) que convirtió la sala del mercado de Santo Domingo en una olla a presión.
Mención especial merece el apartado de las luces y puesta en escena. En el centro había colocado un la gran circulo luminoso flanqueado por otros dos más pequeños. Sencillo pero vanguardista, y muy elegante.
Vivir para contarlo de Violadores y La cúpula (colaboración del citado grupo con Sho Hai), fueron las siguientes. Javi, fan de Zizur que se lo sabe todo, me chiva al oído algunas de estas cosas para ir destripando lo vivido el sábado de la mejor forma posible. Kase.O incluso tuvo tiempo para colar un guiño a Mucho Muchacho de 7 Notas 7 Colores -“que hijo de puta soy cuando clavo un truco nuevo”-. No sé que voy a hacer (Booty Song) nos trajo una base funk muy guapa y qué decir de Mazas y catapultas, una exploración en toda regla de otras sonoridades que van más allá del rap. Con Mitad y mitad subió al temperatura y se deslizaron tórridos vapores emanados de entre las sábanas. Repartiendo arte funcionó con una letra madura y evolucionada y otra vez partió la pana cuando subieron al escenario, entre un griterío atronador, Xhelazz y Sho Hai para rapear la nostálgica pero muy divertida Viejos ciegos.
Otro de los momentos especiales de la noche fue Basureta, en la que Kase.O se desnudó, íntimo y emocional. Para cerrar el círculo hicieron estallar otras dos cargas de profundidad (Cantando y la outro del disco). “Estoy emocionado dijo Kase O.” y se marcó un “calvo”. El positivismo volvió a colarse una vez más, “Cuanto más amor das mejor estás”. Nadie quería marcharse de allí. Fue una noche de “mucho ruido” que es como en el hip hop se refieren a la ovación y al griterío, de métrica y lírica precisas, de ritmos variados y bajos gordos. Quizá está crónica carezca de flow, pero qué cojones, uno se alegra de haber estado el sábado en la sala Zentral.