pamplona - Casi recién llegado de Chile, Abraham Boba atendió a DIARIO DE NOTICIAS para dar cuenta de su último trabajo (2) antes de presentarlo en directo en la previa del festival Santas Pascuas.
Los músicos que integran Leon Benavente, tras muchos años de pelea en otras bandas, logran el éxito, bien entendido, con su primer disco. Una vez alcanzado, para su segundo trabajo, evolucionan muchísimo, con electrónica incluida, en lugar de continuar con la misma fórmula, ¿la vida sin riesgo no es vida?
-Está claro que hay que tomar riesgos pero ya no por el hecho de tomarlos en sí, sino porque a nosotros lo que nos movió a hacer este proyecto fue la inquietud. Es decir, aunque tengamos bandas por separado desde hace tiempo, somos gente a la que nos gusta hacer cosas nuevas y supongo que de ahí surgió León Benavente. A la hora de enfocar este segundo trabajo, no me gusta decir eso de que íbamos a hacer un disco completamente distinto; somos las mismas cuatro personas, y las personalidades de cada uno siguen estando ahí. Pero es verdad que decidimos tomar algunos caminos por los que no optamos en el primer álbum porque el primer disco ya estaba ahí, y es como es; hacer otro igual no tendría sentido y a nosotros nos aburriría muchísimo.
Tendrás que tener cierto cuidado porque cantando en Pamplona canciones como Tipo D, quizá se hagan realidad alguna de tus peticiones, como “quiero ser el Opus Dei”.
-Las críticas, en el disco, están para muchos lugares y para muchas situaciones distintas, aunque utilicemos nombres propios e incluso referencias que me parecen más pop que otra cosa; nosotros intentamos hacer canciones que prevalezcan en el tiempo y en el espacio. De hecho, es curioso porque acabamos de llegar de Latinoamérica, con los que tenemos en común el idioma, pero también nos han dicho que ellos empatizan igual con las canciones, esa es nuestra intención y en lo que trabajamos.
Esta canción, al margen de El Columpio Asesino, podría ser un híbrido entre Quiero ser santa, de Parálisis Permanente, y el antiguo McNamara, antes de hacerse cristiano.
-Sí, y hay otras mil referencias. Recuerdo que cuando lanzamos esta canción como single, fuera del contexto del disco, aunque nosotros nos somos muy de entender las canciones de forma ajena al concepto global del álbum, sí que hubo mucha gente que nos dijo que se parecía mucho al Columpio Asesino, algo muy curioso porque la canción viene de otra cosa totalmente distinta, que no son tampoco estos referentes que citas tú, aunque Parálisis es un grupo que me encanta y, de hecho, cuando sacamos el disco, Julio Ruiz (Radio 3) también me dijo que varias canciones le recordaban a Parálisis Permanente. Al final, es una mezcla de referencias, nosotros no nos juntamos en local y decimos: vamos a hacer una canción como esto o como lo otro. Hay temas que surgen de ideas, y las ideas nacen de lo que estás escuchando. Nosotros siempre hemos dicho que le dábamos tanta importancia a lo que se hace en el presente como a indagar en el pasado. Y en nuestro presente, está la gente con la que compartimos escenarios, grupos coetáneos y otros que ya han desaparecido.
Utilizando tus palabras, si “el pasado es un asco y el futuro solo una premonición” (La vida errando), ¿no queda otra que centrarse en el presente y olvidarse de todo lo demás?
-Exactamente, es un poco lo que quiere decir, aunque no es bueno sacar frases del contexto de cada canción; es decir, esa frase hay que entenderla leyendo todo el contenido del tema. Pero, bueno, no deja de tener un poco de razón, y creo que las cosas funcionan un poco así, siempre está bien indagar en el pasado y no pensar demasiado en el futuro, eso sí (risas).
Aunque sé que no te gusta mucho explicar las canciones, ¿por qué y de qué forma han cambiado de significado palabras como amigo, vanidad, dinero, edad, música o trabajo (Habitación 615)?
-Esa canción no deja de ser un pretexto para contar un viaje del grupo y hablar de la banda con nombres propios, algo que es un poco arriesgado y que te puede salir el tiro por la culata, sobre todo porque es bastante probable que el oyente no empatice con lo que le estás contando, por que no es su historia. Pero no deja de ser un referente para una idea que acaba siendo universal, y esto al final de lo que iba es de la relación de cuatro personas. Y cómo esa relación van cambiando de cuando nace a cuando suceden muchas cosas por el medio y se va transformando en otra cosa. En este caso, es relativo al grupo, pero extrapolable a otras muchas cosas. Y esa frase en concreto viene de momentos de mucha tensión que tuvimos antes de acabar el disco, tras haber pasado mucho tiempo juntos y ver como algunas cosas que al principio tenían un sentido, con el tiempo acaban teniendo otro... Pero es verdad que no me gusta explicarlo (risas).
En el primer disco estaba Cristina Martínez, y en el segundo figura Joseba Irazoki, parece como si León Benavente no supiera hacer un disco si no hay una colaboración navarra de por medio.
-Nosotros encantadísimos, son dos personas a las que queremos muchísimo, y quizá sea casualidad que sean de por ahí, o quizá no. Los colaboradores nunca los hemos elegido por el nombre o por tener su nombre en los créditos del disco. Tanto Cristina como Joseba son dos colaboraciones que pensábamos que podían hacer crecer las canciones correspondientes y llevarlas a donde queríamos que estuviesen. Y creo que los dos lo consiguieron de pleno.
Lo que no entiendo por qué a estas alturas sigue sorprendiendo de un grupo como León Benavente que sea explícito en sus letras y que las mismas plasmen la realidad, cuando eso casi debiera ser lo normal...
-Ya... no lo sé. En este caso vuelvo a la respuesta que doy cuando nos preguntan si somos un grupo de canción política, reivindicativo o de protesta. Yo creo que todos los temas ya están abordados en la historia de la música pop, por eso en lo que más nos fijamos nosotros es en la manera de utilizar las palabras para describirlos. Hace un tiempo, cuando surgió el panorama de la música independiente, quizá había pocos grupos que hablasen de la realidad, aunque los había... Por ejemplo, Lagartija Nick, una banda que nos encanta y que en los noventa sacaba discos que hablaban de los mismo que nosotros. Es decir, siempre han existido cosas, pero es verdad que hubo una generalización de grupos que, entre que cantaban en un idioma que no era el suyo y que tenían otro tipo de preocupaciones, no hablaban demasiado de lo que pasaba en el día a día. Nosotros en el contexto de León Benavente sí lo hacemos pero sin intención de crear una etiqueta, sino de hablar de lo que nos pasa como seres humanos, tanto en las relaciones que tenemos con otras personas, como la que tenemos con nuestro país y con la situación política y social del momento.
En cuanto al concierto que veremos en Pamplona, ¿cómo encajan en directo los temas del primer disco con los del segundo, habéis realizado cierta adaptación de los primeros al nuevo aire de los segundos o mantienen su forma original?
-Las canciones, a medida que las vas tocando, van creciendo, cambiando y mutando. Nosotros somos un grupo que no dejamos de tocar en directo y eso se acaba notando en las composiciones. Si ves un tema del primer disco tocado ahora, aun manteniendo el mismo formato e incluso sin hacer ningún arreglo especial, la energía que transmite es distinta. Y estando dentro del conjunto del repertorio con las canciones del segundo disco, pues también se ha pasado mucha energía de las composiciones del segundo trabajo a las del primero. Pero creo que la mejor manera de comprobarlo es ir al concierto.
¿Cómo se ve León Benavente entroncado en un cartel junto a Hidrogenesse y Trepàt?
-Yo, encantado, porque Hidroge- nesse es uno de los grupos que más me gustan de la península. Supongo que no tiene mucho que ver con lo que hacemos nosotros, pero yo ya era muy fan de Astrud, así que nos apetece mucho coincidir con ellos, algo que no es fácil, ya que tampoco se prodigan mucho. Y Trepàt es una banda que descubrí hace un año y pico, por Gonzalo, de Discos Bora bora de Granada, que me dio una demo de ellos, ni siquiera era el álbum. Me dijo que me iba a gustar, lo hemos escuchado y a los cuatro del grupo nos gusta mucho, nos parece muy interesante. Así que la noche va a ser perfecta.
¿Musicalmente hablando, León Benavente es ejemplo de que todavía “podemos ser lo que queramos”?
-Quizá sí. Desde luego, para nosotros este grupo ha supuesto muchas cosas en nuestras vidas y no ha llegado excesivamente pronto que digamos (risas). No es que seamos unos viejos, pero llevábamos ya muchos años. Aunque suene como a moralina chunga y a refrán de cuento, es verdad que, muchas veces, es una mezcla de suerte y trabajo lo que te puede llevar a vivir lo que estamos viviendo, que para nosotros es todo un logro y una maravilla.
 
        
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