pamplona - Vuelves a Pamplona tras visitarnos el pasado 2 de julio como invitado de El Drogas, una cita que muchos de los que colaborasteis habéis bautizado con diferentes calificativos pero que, en todos los casos, parece que va a quedar para siempre en vuestra memoria.
-Fue espectacular. Uno de esos días de los que no te vas a olvidar jamás. Yo llevé a mi hijo mayor y le dije: “Creo que nunca voy a poder llevarte a un sitio en el que haya tanta gente importante del rock y tanto talento junto”. El Drogas tiene esa capacidad alucinante de congregar gente y hacer un concierto inolvidable. Creo que es uno de los días más importantes de mi vida de una colaboración en un concierto.
“Las canciones son el motor de vida”, tomo esta frase de tu prólogo a la biografía de Duncan Dhu para preguntarte: además del motor, ¿las canciones también son tu casa, tu forma de relativizar los problemas?
-Sin duda. Creo que las canciones son el sitio del mundo donde estoy más cómodo. Además, ya no solo las canciones que existen, sino las que están por ser escritas. Al final, estoy viviendo en eso casi todo el rato, paso de cantar canciones en un concierto a intentar escribir una nueva. No sé si es relevante para el mundo, pero para mí es importante. De alguna forma, las canciones me van contando lo que me va pasando; miro los temas que he compuesto desde que tenía 18 años y hay una especie de diario personal, que no es al uso, pero sí me permite ver dónde estaba y cuál era mi casa en cada momento. Y la búsqueda de esa canciones y vivir en ellas es lo que hace que me levante cada mañana con una sonrisa. Si me tiro una semana sin escribir canciones estoy como de bajón, y cuando escribo una estoy de buen humor.
Lo que se podía prever como un disco triste y llorón, con “tu viejo corazón rodando por las escaleras”, se ha convertido en un disco marcado por el positivismo. ¿La magia de la música o el resultado de esa medicina que se llama mirar desde fuera?
-Y también mirar un poco desde dentro, incluso. Creo que, a veces, según cómo miremos, las cosas van a resultar de una manera o de otra. En mi caso, a medida que iba profundizando me daba cuenta de que no tenía demasiados motivos para no ser feliz. Me di cuenta de que estábamos acostumbrados a pensar que ciertas situaciones nos van a llevar al agujero, y a veces ese agujero no es un sitio tan horrible, sino un punto de partida nuevo. Y, a lo mejor, a veces hay que subir alto para caerte, meterte una buena hostia y volver a levantarte. Una vida en velocidad de crucero es un poco coñazo, igual es más divertida una vida con altos y bajos. Hay problemas muy graves en el mundo como para que cuestiones personales, a veces, te hagan creer que tu vida es la peor del mundo; y en mi caso, tengo una vida que es cojonuda, tengo un trabajo que me encanta, toco con músicos en los que creo, son mis amigos y a los que admiro, voy de un sitio para otro tocando mis canciones y hablando con gente como tú; que mi vida me dé un par de reveses no es especialmente dramático. Aunque sí mola contar que es dramático para luego demostrar que no lo es (risas).
Cierto, porque uno te escucha cantar lo de “derrotado y aburrido voy camino de la nada, viajo mucho hacia el pasado, y al volver me siento mal” y es casi una invitación a nutrirte de ansiolíticos, pero sin embargo la música del disco te hace subir, sustituyendo las emociones químicas por las reales.
-Sí, además, verbalizar las cosas, a veces, hace que cobren otro sentido, y basta que pongas las palabras para que no sea para tanto. Y lo cierto es que, en ocasiones, la canción te permite contar la historia con una secuencia que has decidido tú. No es lo mismo contar una historia chunga en el orden que tú no quieres que cuando eres capaz de ordenar los acontecimientos. Si eres capaz de ordenar las ideas y ponerlas en una canción es que ya vas caminito de estar mucho mejor.
En lo musical tampoco nos encontramos con canciones para nada tristes, quizá buscando también esa contradicción entre el dolor y la alegría, es casi como de cuento, como sucede con la melodía de Todas esas cosas buenas.
-Sí, esa era una jugada que quería hacer. Me apetecía tener una música tirando más a alegre, con un punto luminoso... e ir contando las cosas a partir de ahí. Supongo que este año, mientras escribía, estaba un poco ahí, con un poso de tristeza en algunos sitios de mi cabeza pero, en el fondo, estaba descojonado de risa todo el rato y divirtiéndome, rodeado de mis amigos, oyendo música de Curtis Mayfield o comiendo un chuletón. Al final, tú crees que estás triste pero tu entorno es bastante alegre, y eso es lo que quise hacer con la música, que fuera el entorno mientras yo iba contando mis pequeñas miserias por en medio. Y como el entorno está bien, pues la historia acaba mejor de lo que esperabas. Me hace gracia que elijas Todas esas cosas buenas porque fue de las primeras con las que decidí que iba a tirar por ahí, fue la clave; una música muy alegre con una letra terrible. Y, curiosamente, esa canción iba a acabar mal, pero decidí acabarla bien, y como esa acabó bien, decidí que todas las demás también.
Me flipa que Iván se capaz de, el mismo día de su cumpleaños, componer una canción (El pensamiento circular), esto ya va más allá de que la música sea tu vida, casi alcanza el punto de envenenada obsesión.
-Coincidió que llevaba detrás de esa canción y la noche anterior se me encendió la bombillita, y el día de mi cumpleaños hice una cena con amigos íntimos, con los que no te da vergüenza escribir o cantar cosas que luego no van a salir, porque no hay nada peor que los descartes. Realmente, cuando voy detrás de la canción, si me viene la idea me pongo a materializarla, esté quien esté. Y, además, mis amigos están bastante acostumbrados a que me distraiga, me siente al piano y me ponga a grabar una cosita rápida.
¿Poner las mierdas propias encima de la mesa es la fórmula efectiva para componer las mejores canciones?
-No lo sé, pero sí que para componer las mejores canciones hay que poner una cierta verdad sobre la mesa. Y es bueno ponerlas ahí también para reírse un poco de uno mismo, porque para hacer canciones hay que tomarse poco en serio a uno mismo, dramatizar en unas ocasiones y desdramatizar en otras. Es la forma de poder ver tus mierdas con algo de alegría, incluso quererte un poco también por tus cosas feas. Creo que le tenemos demasiado miedo a las partes feas de nosotros, y a veces hay que mirarlas a la cara y maquillarlas para que sean guapas y hermosas.
Ser músico, subirse a un escenario, ¿implica ser farsante e inmoral?
-Sí, sin duda. Creo que las canciones y la música te permiten toda la inmoralidad que te dé la gana. Y el hecho de que estés decorando lo que te pasa te convierte en un farsante todo el rato porque también tratas de regalarle los oídos a la gente.
En el tema Laniakea, ¿te sientes como estela plateada surfeando por encima de los recuerdos, señalándoselos al devorador de planetas y así poder pensar que la suerte y el destino existen?
-Realmente, creeré en la suerte y el destino mientras no sean capaces de darles un nombre científico o de hacer una fórmula matemática que demuestre que no son ni suerte ni destino. Y en Laniakea (que oficialmente es el nombre que se le da al supercúmulo de galaxias al que pertenece la Vía Láctea) juego un poco a eso, hago de los dos personajes, de Silver Surfer buscando planetas y de Galactus, que es el que los devora. Creo que es algo que no solo tiene que ver con las canciones, sino también con el sexo y el apetito. Creo que todos tenemos una parte que busca lo que devorar y otra parte que es devoradora, pero también inocente, porque Galactus es un ser, dentro de sus características, inocente porque no piensa en las cosas morales. De hecho, en uno de los cómics llega a decir algo así como “he devorado tantos planetas que no quiero ni siquiera pensar en todas la vidas que me he cargado porque me echaría a llorar y volvería a ser un hombre”. El hecho de tocar canciones implica ser Galactus un rato y, además, hacerlo sin culpa.
Iván Ferreiro... ¿quiere ser normal?
-No, creo que nadie quiera ser normal. Queremos tener una normalidad pero en el fondo deseamos ser especiales en algún punto o para alguien. Supongo que vamos fluctuando entre ambas sensaciones. Y pienso que todos somos especiales. Y como decían Ciudad Jardín, lo que menos abunda en el mundo es la gente normal, menos mal.
¿Sientes que te persiguen algunas de tus canciones de antaño?
-No, la verdad es que me alegra y me da mucha satisfacción. Me encanta que me persigan mis propias canciones, y las de los demás también. Para eso hacemos canciones, para perseguirlas primero y que te persigan después.
Parafraseándote de nuevo, ¿la nueva realidad te hace estremecer?
-Sí, todo el rato. La realidad es lo que somos y si nos planteamos las cosas por realidades, al cambiar todo el rato, la realidad nunca es la misma. Vivir es aceptar esto, el cambio de realidades continuas. Y esto tiene que dar miedo por un lado y excitarte por otro.