en la última semana han pisado el plató de Antena 3 y Tele 5, tres profesionales de la comunicación que se han sometido a preguntas más o menos cómodas de Pablo Motos y Bertín Osborne, ejemplo de profesional del show business pasado al mundo del periodismo, con variada fortuna. El hormiguero presentó a Mercedes Milá, profesional en las filas de Paolo Vasile a quien no le habrá hecho mucha gracia la presencia de la catalana en la cadena de la competencia, pero es que a lo mejor Milá ha dado un pasito para dejar tirados en la cuneta a los responsables de no haber presentado la última edición de Gran Hermano, que ha herido profundamente el ego mediático de la presentadora, en beneficio de la estrella de Tele 5, Jorge Javier Vázquez, y esa herida tardará en sanar. La casa de Bertín fue visitada por una pareja fundamental en la historia de la tele contemporánea, Boris Izaguirre y Javier Sardá, que nos hicieron pasar una noche deliciosa, lejos del griterío, gesticulación y sobre actuación de Pablo y Mercedes que no consiguieron ligar preguntas y respuestas con interés para la audiencia. Dos maneras de producir tele, cierto que lo de Motos fue estricto directo con sus exigencias y limitaciones, y lo del cantante fue montaje puro y duro con estilismo, gracia y sentido de lo que es el medio. Resultó curioso que el trabajo de un profesional del preguntar fuera incapaz de superar la charla distendida y llena de risas y guiños cómplices. Producciones televisivas que funcionan, que llegan al personal y que se muestran como modelos diferenciados de mezclar información y entretenimiento. Una pasada la lujosa mansión, escenario rechazable en momentos de crisis como los que tenemos que soportar. Lujo de mansión donde Osborne ejerce de anfitrión. Una exhibición exagerada y desmesurada, un casoplón digno de millonarios de Forbes, que la productora debiera reducir, limitar y dosificar.